¿Cómo se concibe ‘el día después’ en Venezuela?

Doctor Luis Alberto Moreno, ¿qué tiene que ver el BID con el Grupo de Lima? Para empezar a aclarar los papeles.

A ver, a nosotros nos invitaron en calidad de observadores al Grupo de Lima, básicamente porque una de las cosas que este quería era que aportáramos, desde nuestro punto de vista, cuáles son los retos que vemos que tendría un país como Venezuela el día que se produzca el cambio de gobierno, que básicamente todos los países del Grupo de Lima quieren que se dé. Es decir, cómo se ve desde el BID ‘el día después’.

¿Pero qué papel jugaría el BID “el día después”?

El Grupo de Lima le da un mandato al BID para que cuando se haga un grupo de consulta o una mesa de donantes, como se puede llamar también, en que participarían, por supuesto, varios gobiernos, sea el BID el que coordine.

Usted habla del “día después”. ¿Quiere decir que el BID no está en el proceso del derrocamiento de Maduro?

Esa es una muy buena pregunta. Primero que todo, nosotros somos una entidad financiera multilateral; obviamente que Venezuela es accionista del BID, pero es importante anotar aquí que desde hace más de 15 meses, Venezuela dejó de pagarle al BID, o sea, está en lo que se llama técnicamente en default con nosotros, y en el momento en que eso pasa, automáticamente toda la relación entre el BID y el país se suspende. Pero nosotros como banco, obviamente estamos dispuestos a trabajar con el gobierno del presidente Guaidó, pero con el actual, pues simplemente hace ya más de ocho años que no hacemos ninguna operación de crédito.

Usted habla del presidente Guaidó. ¿Quiere decir que usted y el BID reconocen a Guaidó como tal?

Estamos dispuestos a trabajar con el presidente Guaidó, obviamente; así lo dije yo en un tuit. Cerca del 80 por ciento de los accionistas del BID han reconocido al presidente Guaidó, falta aún que lo haga la instancia de gobernadores del Banco.

¿Es verdad que países que no tienen que ver con el continente de América Latina, como China, son accionistas del BID?

Sí, no solamente China es accionista del BID, sino que, justamente, la asamblea del BID este año se va a celebrar en China.

Siendo China una aliada del régimen Maduro, ¿qué significa eso?

China tiene una postura distinta, como la tienen otros países, como México y Uruguay. Hoy por hoy, como le decía, más de 50 países han reconocido al presidente Guaidó, pero dentro del BID hay otros países, como Bolivia o Nicaragua, que tienen opiniones diferentes. Es absolutamente normal que haya ese tipo de diferencias.

Antes de que me hable del “día después”, hábleme del día antes, que es en el que estamos…

Nosotros, como banco, es poco lo que podemos hacer hoy, o sea, el día antes. ¿Por qué? Por las razones que le mencionaba; claramente, el BID no tiene ninguna relación hoy en día con Venezuela, toda vez que dejó de pagarnos hace ya más de quince meses.

¿Y eso qué implica?

Que automáticamente se suspenden todos los desembolsos sobre los créditos, se suspenden las misiones al país, se suspenden las donaciones que el banco haga para estudiar diferentes proyectos, en fin. Básicamente se congela la relación.

Sin embargo, entre las conclusiones de la última reunión del Grupo de Lima se le dio ese mandato al BID. ¿Algún encargo sobre los dineros de PDVSA?

El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, pidió a los países del Grupo de Lima reconocer en el directorio del banco a un representante del presidente Guaidó. Y, obviamente, en el momento en que el presidente Guaidó designe un representante en el BID, pues serán los países los que decidirán cómo lo aceptan, y en fin… Eso es un trámite que tienen que hacer los accionistas del banco.

¿Sería el propio Guaidó el que designaría a su representante en el BID?

Sí. Sería el que él designe. Y se requeriría que lo apruebe la Asamblea de Gobernadores o el directorio del banco, según sea el caso. Yo no soy quien decide si se acepta o no un representante de Guaidó, es una decisión de los gobernadores, o sea, de los accionistas del banco. Aunque, como le decía, prácticamente el 80 por ciento de los accionistas están de acuerdo con eso.

¿Y qué pasa si al presidente Guaidó lo cogen preso? En el momento de hacer esta entrevista, eso no ha sucedido…

Pues, Dios quiera que eso no pase. Tuve la oportunidad de hablar con él el domingo pasado, y lo vi muy afirmativo. Y, obviamente, hay toda una serie de decisiones que el grupo que él representa ha venido tomando en forma colegiada. No puedo hablar por ellos, hay que esperar a ver qué pasa…

Ahora sí, hablemos del “día después”…

Hay una serie de problemas que hay que entrar urgentemente a atender. La economía venezolana hoy es básicamente la mitad de lo que era hace cinco años. Las exportaciones petroleras pasaron de ser de 3 millones de barriles a un millón de barriles. En Colombia se venía apostando en la industria petrolera quién llegaría primero al millón de barriles, si Venezuela cayendo o Colombia subiendo. Pues, el hecho es que está en un millón de barriles. El déficit fiscal que tiene Venezuela es de 25 por ciento. El 56 por ciento de los hogares dice hoy que no tiene capacidad de comprar alimentos. Y, por ejemplo, le doy un dato: el stock de harinas y aceites no alcanza para la demanda de más de una semana. O sea, ese es el tipo de realidad que se va a encontrar el presidente Guaidó cuando llegue. Nosotros hacemos las encuestas de hogares en Venezuela, cada año vamos sobre una muestra parecida, y hoy en día, el 94 por ciento de los venezolanos están en la pobreza.

¿94 por ciento? ¿Perdón?

Sí, 94 por ciento. Es impresionante…

¿Qué quiere decir estar en la pobreza?

Ciertamente, la pobreza tiene muchos indicadores. Pero, básicamente, el punto es cuánto se ha erosionado el ingreso de los hogares en Venezuela, lo cual es impresionante. Y, de otro lado, la economía venezolana hoy en día es como de 100.000 millones de dólares, y la deuda es de casi 145.000 millones de dólares.

Entonces, uno a estas alturas no solo se pregunta cómo saldrá Venezuela de Maduro, sino cómo podrá reconstruirse ese país después de Maduro… Porque por un lado está la parte política y por el otro, la económica. ¿Cómo propone el BID que Venezuela salga de esa coyuntura?

Pues, hay que hacer un conjunto de intervenciones de todo tipo. Lo primero es atender el problema humanitario, que son las necesidades más urgentes de la gente; aquí me refiero a la ayuda humanitaria, a los servicios de salud. De otro lado, restablecer las condiciones para que funcione medianamente el aparato productivo. Por ejemplo, en el caso de la electricidad, prácticamente el 50 por ciento de la capacidad de generación que tiene Venezuela está paralizada por distintas razones; las pérdidas de energía son cercanas al 33 por ciento, lo que es prácticamente el doble del resto de Latinoamérica, y mucha gente recibe luz y energía pocas horas al día.

En el caso del agua, por ejemplo, lo que son los acuíferos o las fuentes de agua que vienen de los diferentes vertederos se han venido deteriorando, como todo lo que tiene que ver con la distribución de agua. Cualquier ser humano necesita por lo menos 50 litros de agua al día, y eso no lo tiene hoy en día Venezuela. El 15 por ciento de la población venezolana tiene estándares como de países del África subsahariana, por ejemplo, en desnutrición de los niños. Entonces se tendrá que, obviamente, volver a conectar la luz, y eso significa unas inversiones muy importantes, arrancando en el primer año. Las intervenciones las tenemos pensadas a un año, a dos, a tres, y así sucesivamente.

O sea que lo que usted llama “el día después” es el punto de comienzo de un proceso que necesariamente durará varios años…

Claro. Lo primero es atender los problemas humanitarios de la población; después, las condiciones básicas para que funcione el aparato productivo. Lo otro son, por ejemplo, los temas de transporte y logística, que es otra parte del aparato productivo. Allá hay cantidades de camiones que no encuentran una llanta, entonces se la quitan a otro camión, o la batería, o un repuesto. Hay todo un tema de canibalización del parque automotor, tanto en lo de carga como en lo de pasajeros. Y, de otro lado, hay que volver otra vez a tener una capacidad institucional del Estado y todo un espacio para desarrollar el sector privado.

La tasa de inversión del sector privado en un país normal de América Latina se mueve entre 20 y 32 por ciento del producto; en el caso de Venezuela, hoy en día es de 0,9 por ciento del producto, o sea, básicamente está desaparecida. El patrimonio de los bancos es del orden de 80 millones de dólares, y más o menos una cuarta parte de los bancos son privados, el resto son todos públicos. En todo eso es en lo que hay que trabajar sobre el sistema financiero, para que sea más grande y tenga más capacidad de préstamo. Y, por último, hay que hacer muchísimas inversiones en el sector petrolero, por lo menos hay que invertir algo así como 4.000 millones de dólares al año, para seguir produciendo el mismo millón de barriles que tienen hoy en día. Si se quiere subir esa producción, habría que aumentar significativamente esas inversiones.

¿Cómo es el ‘timing’ para atender todo eso?

No se puede hacer todo al tiempo, hay que ir empezando sector por sector. Tiene que haber un proceso de estabilización en el primer año, y después ir gradualmente haciendo más cosas.

En el día antes, todavía se está discutiendo si para llegar al “día después” hay que pasar por la solución militar. El BID, pues, no creo que pueda tomar partido sobre este tema, pero usted ha vivido las discusiones alrededor de ello. ¿Qué opina?

El Grupo de Lima ha sido lo suficientemente claro en que de ninguna manera quiere una solución militar. De haberla, generaría una enorme división, y no creo que haya muchos países que alimenten esa idea. Sería además un precedente gravísimo, primero para Venezuela, porque lo más importante es que los venezolanos puedan resolver sus propios problemas. Por supuesto, hay todo este cerco diplomático que es, digamos, sin precedentes, porque yo no recuerdo una época en que en América Latina, los países más importantes de la región estuvieran todos con una misma voz frente a una coyuntura como la actual.

Hay muchos analistas respetables que critican que Colombia haya tomado la iniciativa en este Grupo de Lima, porque le quita capacidad para estar en una solución negociada del conflicto. ¿Usted qué le habría recomendado al presidente Duque? ¿Que tomara el liderazgo o que se pusiera a la retaguardia?

Lo primero, el Grupo de Lima se constituyó hace algo más de dos años, o sea, viene desde la época del presidente Santos. Pero además, lo que pase en Venezuela tiene enormes efectos sobre Colombia por todo lo que sabemos, no solamente por una frontera muy activa, como lo vimos en estos días, sino también por una enorme complementariedad; de hecho, ahí está el enorme número de venezolanos que hoy en día se han venido a vivir a Colombia. De tal manera que yo considero que el presidente Duque ha sido en esto muy valiente, y yo creo que ha tomado la iniciativa que le correspondía para un país como Colombia, que tiene tantos intereses jugados aquí frente a lo que pase en Venezuela.

MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

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