‘Pranes’, mujeres que mandan la parada en las cárceles de Venezuela

Un nuevo estudio titulado “Situación de las mujeres privadas de libertad en Venezuela», de la ONG Una Ventana para la Libertad, expone cómo las mujeres dentro de las cárceles han comenzado a asumir roles de liderazgo criminal, como una forma de sobrevivir dentro de prisión y de obtener dinero de otras reclusas a cambio de protección.

La figura de «pran» hace referencia al uso de un argot no cotidiano, el cual es utilizado comúnmente en las cárceles y prisiones del Estado Venezolano, para referirse a los lideres negativos que mantienen el control de un penal, ya sea una cárcel, prisión o sitio de reclusión de un grupo de reos.

Tradicionalmente solo los hombres han ocupado estas figuras de «pranes», debido al estremecedor perfil con el que debe cumplir quien asuma el puesto.

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Fuentes extraoficianles aseguran que la palabra pran significa: P de preso, R de rematado, A de asesino y N de nato. Es decir, «Pran es aquel se encuentra en un penal recluido y preso, ha sido o es rematado, y más espeluznante aún es un asesino nato, es decir, nació siendo un asesino, lo que quiere decir que no tiene escrúpulos ni sentimiento de moral al momento de ejecutar o quitarle la vida a otra persona», asegura el sitio web Significados.com.

La mujer fue enviada a la cárcel de San Diego

La figura de mujeres pranes ha sido identificada en tres prisiones de Venezuela.

Foto:

John Montaño- EL TIEMPO

La misma Oenegé reveló el caso de Alicia (nombre falso), de 28 años de edad, quien estuvo seis años presa por homicidio y tenencia de droga en el anexo femenino de la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua. La exreclusa contó cómo su familia gastaba dinero para su protección semanal, lo que en ese submundo es conocido como la «causa» que se le paga a los pranes, pero en el caso de la familia de Córdoba le pagaban a una pran llamada «La Gruesa».

«Mis familiares pagaron hasta dos millones de bolívares cada viernes que debían depositar en la cuenta particular de esa reclusa. El pago incluía protección para no ser golpeada, privilegios para poder estar en la cocina y, además, quienes hacen este pago tienen el beneficio de que los funcionarios de la Guardia Nacional se mantengan alejados de las internas», relató la mujer a la Oenegé.

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Además, Alicia reveló otros detalles sobre su estadía en la cárcel: «Al año de caer presa mis hermanos y mi madre dejaron de visitarme. Mi mamá cayó enferma. El dinero comenzó a fallar, así que me gané una paliza brutal. No me violaron porque dos compañeras se metieron a defenderme, esa vez eran los funcionarios de la Guardia Nacional que querían dinero a cambio de no abusar de mí. Tras recuperarme, debía pagar mi deuda. Así que por tres meses fui como una especie de un «escudero» para la presa conocida como «la gruesa». Limpiaba su celda, atendía a sus amigas y manejaba la logística de algunas fiestas. Un buen día sólo me quería morir y sencillamente decidí no hacer nada más. Ese día llegó una visita con Defensa Pública y empezó a ser estudiado mi caso. Estuve detenida seis años por unos delitos que no cometí. Mi familia se fue del país y yo trabajo en lo que aprendí en la cárcel: a cocinar y limpiar».

3 mil mujeres presas en Venezuela

Por su parte Insight the Crime, fundación dedicada al estudio de la principal amenaza a la seguridad nacional y ciudadana en Latinoamérica y el Caribe, reveló que «la figura de mujeres pranes ha sido identificada en tres prisiones de Venezuela: la sede principal del Cuerpos de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas, en Mérida; en el retén de Cabimas, en Zulia; y en el anexo femenino de la cárcel de Tocorón, en el estado Aragua».

Además, la investigación, que fue realizada en 15 estados de Venezuela, determinó que la principal causa de ingreso de mujeres a las prisiones es el tráfico de drogas, la segunda es la extorsión y, en tercer lugar, las mujeres son apresadas por complicidad en los delitos que cometen sus parejas.

El estudio calcula que en el país hay un aproximado de 3.000 mujeres presas, lo cual representa seis por ciento de la población penitenciaria. Además hace énfasis en las deplorables condiciones de reclusión de las mujeres en los calabozos de las delegaciones policiales venezolanas, que son centros de reclusión preventiva donde las detenidas solo deben permanecer 48 horas, pero frecuentemente pasan allí hasta tres años.

Mientras antes las mujeres eran cómplices en delitos o eran mulas en el narcotráfico, en la actualidad vemos a las mujeres delincuentes con funciones de liderazgo

InSight Crime analiza que «la falta de condiciones óptimas en los centros de detención preventiva, el déficit de funcionarios para custodiar a estas reclusas, son una constante en los centros de Venezuela, y esto se ha convertido en una amenaza para la seguridad ciudadana, pues esta población tiene más probabilidades de delinquir desde la prisión, de fugarse y de volver a cometer crímenes aún más violentos».

Así mismo, «los problemas estructurales del sistema carcelario de Venezuela se han agudizado y afectan por igual a mujeres y hombres. Al retardo procesal, al hacinamiento, así como también a los problemas de insalubridad en los recintos carcelarios se suma un sistema penitenciario paralelo, que son los calabozos policiales. Esta realidad favorece la estructura criminal de los pranes que operan impunemente».

“El pranato femenino es parte del caos que se vive en las prisiones, donde las mujeres han tomado el poder para dirigir bandas y mafias que operan desde los centros penitenciarios. En los calabozos policiales es donde más hemos visto este fenómeno. Mientras antes las mujeres eran cómplices en delitos o eran mulas en el narcotráfico, en la actualidad vemos a las mujeres delincuentes con funciones de liderazgo. En el único lugar en donde se ha logrado la igualdad de género es en las cárceles”, explicó a Insght the Crime Magally Huggings, coordinadora de la investigación.

Redacción APP

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