Venezuela recibe 1 millón de hostias donadas por Diócesis de Cúcuta

La iglesia católica de Venezuela recibió un millón de hostias donadas por la Diócesis de la ciudad colombiana fronteriza de Cúcuta para atender a los feligreses durante la Semana Santa, indicó el martes un portavoz.

Ante la escasez de productos básicos como harina para la fabricación de hostias en algunas regiones de Venezuela, la Diócesis de Cúcuta auxilia a su vecina de San Cristóbal, cercana a la frontera, remitiendo las pequeñas hojuelas blancas, explicó el obispo Mario Moronta, al frente de la jurisdicción religiosa en esa región.

El religioso dijo que la donación de hostias ya se había realizado el año pasado para la misma fecha y por las mismas razones. Desde Cúcuta también enviaron 50 litros de vino para las ceremonias.

La donación llegó el 13 de abril y fue distribuida en 90 iglesias de la Diócesis de San Cristóbal, dijo la oficina de prensa de esa jurisdicción religiosa.

La «Diócesis de Cúcuta y otras diócesis colombianas envían ayudas, desde insumos médicos que tenemos que conseguir para personas», agregó Moronta. Moronta dijo que solicitaron el permiso a las autoridades venezolanas para pasar las hostias a San Cristóbal, luego de que el gobierno del presidente Nicolás Maduro ordenara en febrero el cierre total de los pasos hacia el vecino país.

El obispo no dio detalles del trámite ante las autoridades. «Ojalá quienes tienen que tomar la decisión de abrir la frontera lo hagan, primero porque es un derecho humano (…). Si la frontera estuviera abierta, más ayuda pudiera entrar», agregó.

El gobierno de Maduro dice que las fallas en el abastecimiento de comida se deben a una «guerra económica» de Estados Unidos y los empresarios para desestabilizar su gestión.

Pero economistas y opositores sostienen que los problemas son por el modelo estatal de controles de casi dos décadas.

Debido a los largos cortes de luz y la escasez de transporte, los horarios de las misas y otros ritos que se realizan en algunas parroquias se han adelantado para evitar que los feligreses caminen por las noches de regreso a sus casas, dijo Moronta. «Da pena ajena que aquí no se tenga esa capacidad de producir lo necesario» como las hostias, dijo el sacerdote Iván Jaimes, de la Parroquia Divino Redentor, en San Cristóbal.

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