‘Impeachment’ contra Trump: dilema que demócratas tratan de sortear
Iniciar o no un proceso de destitución contra el presidente Donald Trump. Ese es el profundo dilema que hoy desvela el partido demócrata en EE. UU. y que ya está causando serias fisuras dentro de esta colectividad.
Si bien la idea viene dando vueltas desde que retomaron el control de la Cámara de Representantes en las elecciones de noviembre del año pasado, cobró fuerza esta semana, luego de que varios legisladores reclamaron públicamente el inicio de tales procedimientos y en directo desafío a Nancy Pelosi, la líder del partido en la cámara baja que hasta ahora se ha resistido a embarcarse en esta aventura.
«Cada vez un grupo mayor de nuestra colectividad considera que el ‘impeachment’ (o proceso de destitución) es inevitable», dijo John Yarmuth, presidente de la Comisión para el presupuesto, a la salida de una reunión de la jefatura demócrata en el Congreso donde se discutió el tema.
“Al presidente Bill Clinton lo intentaron destituir (los republicanos) por tener sexo. Trump está violando a todo el país y nosotros no hacemos nada”, dijo el legislador demócrata Steve Cohen.
Su frustración emana de un concepto frente al que existe consenso entre todos los demócratas del Congreso: que Trump cometió un delito –o varios– que justifican de sobra un juicio político en su contra.
Parte de esa conclusión está anclada en el informe del fiscal especial Robert Mueller sobre la interferencia de Rusia en las elecciones del 2016.
Si bien el fiscal no halló evidencia concreta de una coordinación entre la campaña de Trump y Moscú, sí reveló al menos 10 casos de posible obstrucción a la justicia. Es decir, esfuerzos de Trump para descarrilar la pesquisa que adelantaba Mueller.
Cada vez un grupo mayor de nuestra colectividad considera que el «impeachment» (o proceso de destitución) es inevitable
La teoría de William Barr, el fiscal general que nombró Trump, es que como no se demostró un delito original, la obstrucción posterior no sería criminal. Por eso no recomendó al Congreso la apertura de un proceso en su contra.
Para los demócratas y gran parte de la comunidad de abogados en el país, la obstrucción como tal es un crimen incluso si no se pudo comprobar el pecado. Y pretenden llegar al fondo del asunto reclamando el texto completo del reporte de Mueller (que hasta ahora no se les ha entregado) y entrevistando a muchos de los testigos que fueron interrogados por Mueller.
Pero Trump, que ve en esto una estrategia de los demócratas para continuar enlodando su presidencia, ha optado por bloquear cualquier colaboración con el Congreso impidiendo que funcionarios o exfuncionarios rindan testimonio.
Entre ellos el de Don McGahan, exabogado de la Casa Blanca que el martes no se presentó al Congreso por órdenes de su exjefe. Se trata de una ficha clave pues, según el reporte de Mueller, este habría confesado que el presidente le pidió mentir para desviar la investigación en su contra.
Trump, además, ha adoptado por una postura igual frente a otras pesquisas que adelanta el Congreso para conocer sus declaraciones de renta, entre otras. Y esta misma semana elevó su reto al indicar que no trabajará con la oposición en ningún otro frente mientras insistan en investigarlo.
Los demócratas ven en esto otra obstrucción a la justicia y un desafío al mandato que la Constitución le otorga al Congreso como órgano que supervisa el Ejecutivo. La alternativa que les queda es demandar el bloqueo de Trump ante las cortes, pero no es ideal, pues dicho proceso puede tardar años.
Eso o apelar al proceso de destitución, una figura que les otorga amplios poderes para investigar y exigir de manera inmediata lo que Trump hoy se resiste a darles por las buenas. Y de allí el afán de este creciente sector del partido para que se decrete el ‘impeachment’.
Al presidente Bill Clinton lo intentaron destituir (los republicanos) por tener sexo. Trump está violando a todo el país y nosotros no hacemos nada
Aunque Pelosi es consciente de ello, su apuesta es política y ha concluido que no le conviene al partido de cara a las elecciones legislativas y presidenciales del 2020. De hecho, cree que si avanzan en esa dirección podrían perder el control de la Cámara y entregarle a Trump su reelección en bandeja de plata, por varias razones.
La primera es que si bien la Cámara tiene la potestad de iniciar un procedimiento de destitución (y ella tiene los votos necesarios), es el Senado quien se encarga del juicio político. Dado que los republicanos controlan este órgano los chances de lograrlo son nulos.
Es decir, sería un ejercicio desgastante que no llegaría a buen puerto y le robaría el oxígeno al resto de la agenda legislativa que quiere promover. Un riesgo que, sin duda, tomaría si la opinión pública la estuviera respaldando. Pero en este momento, según las más recientes encuestas, ni el 40 por ciento del país quiere ese desenlace.
Pelosi, además, conoce bien la historia. El proceso de destitución que los republicanos lanzaron contra Clinton, en 1998, terminó fortaleciendo al expresidente, que culminó su mandato con un 60 por ciento de aprobación. Y es por lo general citado como la causa central en las derrotas legislativas que el partido encajó en elecciones subsiguientes.En otras palabras, Trump podría terminar siendo visto como víctima y los demócratas pagando el precio en las urnas.
De hecho hay muchos analistas en EE. UU. que creen que Trump, con su actitud, está «provocando» un proceso de destitución, pues sabe que es un escenario que le conviene.
Puede que eso nos lleve a una inevitable destitución o puede que no. Pero no estamos allí todavía
Pelosi, de momento, no ha querido morder el anzuelo. Su estrategia, y la volvió a reiterar este jueves, es seguir investigando a la espera de que quizá surja algo, una evidencia incontrovertible, que cambie la percepción que hoy tiene la opinión pública.
Algo que para sus contradictores en el partido será muy complicado si Trump insiste en la estrategia de bloqueo y no se invoca el ‘impeachment’ para acelerar las investigaciones.
«Que quede claro. La conducta del presidente, en términos de obstrucción a la justicia, es clara, está a la vista y puede conducir a una destitución. Pero es un proceso muy divisorio. Hay que presentarle la evidencia de nuestra investigación a los americanos. Puede que eso nos lleve a una inevitable destitución o puede que no. Pero no estamos allí todavía», sostuvo la curtida legisladora.
Su frase desinfló a muchos. Pero si la apuesta demócrata es derrotar a Trump en las próximas elecciones, proceder con cautela -así la realidad y el partido empujen en dirección contraria-, quizá sea la mejor aproximación.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
En Twitter: @sergom68