Prohibir cruceros, la estrategia con la que EE. UU. aprieta a Cuba
La presencia de grandes cruceros de bandera estadounidense en los puertos de Cuba fue una constante durante tres años y 33 días. Duró hasta que el miércoles pasado, Donald Trump, sin advertencia alguna, les negó los permisos para hacer escalas en la isla. Metió en el paquete los yates, los aviones privados y corporativos, además de eliminar las licencias para los viajes educativos grupales conocidos como ‘pueblo a pueblo’.
Para ello escuchó a asesores congresistas anticastristas duros como Marcos Rubio, aplicando los capítulos III y IV de la Ley Helms Burton, aprobada en 1996, pero cuya entrada en vigor se dejó en suspenso.
Las medidas responden a un reforzamiento del embargo y fueron rechazadas en una declaración del gobierno de Miguel Díaz-Canel, que denuncia el “extremo inescrupuloso” de proponer a Cuba “traicionar” a Nicolás Maduro, lo que “no es negociable”, a “cambio de promesas de negociación o alivio de las medidas criminales que componen el bloqueo económico”, cuyos daños para la economía cubana cifra el gobierno, en 2018, en más de “134.000 millones de dólares a precios corrientes”.
Cuba no se dejará amedrentar ni distraer de las tareas esenciales y urgentes del desarrollo de nuestra economía y la construcción del socialismo: Gobierno
«Cuba no se dejará amedrentar ni distraer de las tareas esenciales y urgentes del desarrollo de nuestra economía y la construcción del socialismo. Estrechamente unidos, seremos capaces de enfrentar las adversidades más desafiantes. No podrán asfixiarnos”, concluye el texto.
La realidad es que tras la alegría popular desatada con el anuncio de diciembre del 2014 de Raúl Castro y Barack Obama de normalización que se concretó en verano del 2015 en el restablecimiento pleno de relaciones diplomáticas un año después, la larga mano de la Casa Blanca ha vuelto a activar el congelador.
Muchos republicanos, como Rubio, plantean que “apretando” al gobierno de Díaz-Canel en el turismo, que, junto con la exportación de servicios médicos, es el puntal de la economía, lograrán vencer la resistencia de 60 años.
Al respecto, la embajada de Cuba en Haití afirmó que las compañías de crucero son las de más ganancias, estimadas en 761 millones de dólares brutos entre 2017 y 2019.
En la práctica, todos sufren las consecuencias. Los primeros damnificados son los 800.000 cruceristas gringos que tenían reservas para descender en terminales cubanas. Por poco se libraron los 142.000 estadounidenses que visitaron el país caribeño de enero a mayo de este año.
Los grandes hoteles también han sido afectados, pues su ocupación no pasa del 50 por ciento, y en ocasiones menos; igualmente, los cuentapropistas –arrendadores, paladares, taxistas de coches antiguos, vendedores de artesanías y quienes trabajan en buques–, pues a menos turismo, menos trabajo e ingresos.
El senador Rubio escribió en Twitter que las sanciones contra hoteles que operan bajo la fórmula de empresa mixta están pensadas para que los turistas se alojen en casas particulares y no en las grandes instalaciones de “todo incluido”.
Su homólogo demócrata Patrick Leahy, uno de los senadores abanderados de los beneficios del acercamiento, denunció que las “restricciones de los viajes no solo son estúpidas. Son bochornosas. Van a lastimar a muchos estadounidenses y a mucha gente buena en Cuba. Absolutamente no hay forma de negar esto”.
Los supuestos beneficiarios tampoco ven las ventajas de las medidas. Jorge Félix Rodríguez, que alquila a extranjeros desde hace años una habitación de su casa, asegura a EL TIEMPO que “esta nueva sanción perjudica, y mucho, a los cubanos que hemos invertido para tener una vida más fácil. La baja de turismo al final sigue perjudicando al pueblo porque el gobierno sigue ahí. La administración Trump aboga mucho por la democracia, pero tratando de ahogar la economía cubana para perjudicar al Estado, nos perjudica a los ciudadanos”.
Esta nueva sanción perjudica, y mucho, a los cubanos que hemos invertido para tener una vida más fácil. La baja de turismo al final sigue perjudicando al pueblo porque el gobierno sigue ahí.
El oficialismo, por su parte, cierra filas invocando la unidad ante las pretensiones de derrocar la revolución.
Los críticos, de su lado, se lamentan de que el bloqueo vuelva a ser excusa para que la administración justifique la preocupante escasez.
Rusia y la Unión Europea han manifestado su apoyo al gobierno de Díaz-Canel y su intención de no abandonar a sus empresarios, que viven con temor esta pinza que invoca medidas de ataques extraterritoriales.
Como recuerda Marydeby, el cerco estadounidense ha convertido a Cuba de nuevo en “la fruta prohibida” para los norteamericanos. El daño está hecho, pero los nacionalistas confían en compensarlo con el turismo de otras regiones.
MILAGROS LÓPEZ DE GUEREÑO
Corresponsal de EL TIEMPO
La Habana