Dos mujeres para salvar a la Unión Europea
Ursula Gertrud von der Leyen y Christine Lagarde. Alemana y francesa, respectivamente. Dos mujeres al mando de la política y la economía europeas. Los dirigentes del bloque pusieron el martes todas las piezas de la cúpula de las instituciones de la Unión Europea (UE) y entregaron los dos cargos más influyentes y con más poder por primera vez a dos mujeres: la ministra alemana de Defensa y la exministra francesa de Finanzas y actual directora del Fondo Monetario Internacional (FMI).
A la espera de confirmación del Parlamento Europeo en el caso de Von der Leyen, París y Berlín se repartieron así los dos sillones más influyentes de las estructuras europeas. Francia y Alemania no pueden decidir casi nada en Europa si no cuentan con los demás, pero su entendimiento es condición indispensable para cualquier acuerdo.
Alemania no había ocupado la presidencia de la Comisión Europea desde el mandato de Walter Hallstein, 1958-67, primer presidente de la institución. Francia ya tuvo los mandos del Banco Central Europeo en la persona de Jean-Claude Trichet entre 2003 y 2011.
Con un mandato de cinco y ocho años respectivamente, teóricamente renovable el primero y no renovable el segundo, ellas serán las responsables de conducir la UE en el cambio de década y sostenerla ante el choque que producirá el ‘brexit’ y las tensiones que generan los diversos populismos y ultraderechas. Von der Leyen y Lagarde podrían enfrentarse al ‘brexit’ (previsto para el 31 de octubre) al día siguiente, cuando asuman el cargo, el primero de noviembre.
Ursula von der Leyen, de 60 años, ministra de Defensa del Gobierno alemán, es profundamente europeísta. Nació y vivió sus primeros años en Bruselas porque su padre, Ernst Albrecht, que llegaría a ser gobernador del ‘land’ alemán de Baja Sajonia, trabajaba en un alto cargo de la Comisión Europea.
Habla su alemán materno y domina muy bien inglés y francés. Cursó estudios en la London School of Economics en los años 70. En la capital británica vivió con una identidad falsa para esconderse de la banda terrorista alemana Baader-Meinhof. También vivió cuatro años en California.
Von der Leyen apoyó a Angela Merkel cuando empezaron a llegar masivamente refugiados de Oriente Próximo a Alemania. Y predicó con el ejemplo. En su casa acogió a un joven sirio de 20 años al que la familia ayudó a aprender alemán y a integrarse en el país. “Una experiencia increíblemente enriquecedora”, dijo.
Madre de siete hijos y médica y economista de formación, dio un giro completo a las políticas sociales alemanas durante sus cuatro años de ministra de Familia entre 2005 y 2009 para, entre otras cosas, hacer que los padres se involucraran más en el cuidado de los recién nacidos otorgándoles bajas de paternidad más largas. También fue pionera en su país en políticas de conciliación familiar y en el fomento de la presencia de la mujer en el mercado laboral.
Encaró la crisis de las Fuerzas Armadas alemanas desde 2013, ya como ministra de Defensa. Ese ministerio es tradicionalmente uno de los más ingratos en el país. Tras décadas de recortes en el gasto militar, el número de tropas caía hasta los 177.000 hombres y tecnológicamente las Fuerzas Armadas necesitaban una importante inversión. Solo un tercio de los aviones de combate estaban operativos.
La próxima presidenta de la Comisión Europea fue acusada de permitir que en su ministerio se hicieran pagos irregulares. Un diputado decía esta semana al diario ‘Financial Times’ que su partida a Bruselas era una buena noticia para las Fuerzas Armadas alemanas.
Firme partidaria de la construcción política europea, se acerca a los visionarios federalistas que ven en un futuro próximo la creación de una especie de superestructura política llamada ‘Estados Unidos de Europa’, una cuasi república federal continental. Y es partidaria de empezar a crear seriamente un brazo militar para la UE, dependiente hasta ahora del paraguas estadounidense de la Otán.
La UE creó recientemente varios instrumentos prometedores, pero solo darán resultado si hay una presión política permanente al más alto nivel.
Defensa, una clave
Sven Biscop, analista del Institute Egmont de Bruselas, explicó a EL TIEMPO que “la gente de la UE que tiene relación con Defensa estará seguramente encantada de tener a una antigua ministra de Defensa como presidenta de la Comisión.
“La UE creó recientemente varios instrumentos prometedores (mayor cooperación en Defensa), pero solo darán resultado si hay una presión política permanente al más alto nivel. Von der Leyen tendrá ahí un papel crucial para hacer que funcione la Defensa europea”.
Este analista considera que “las deficiencias en las Fuerzas Armadas alemanas no se pueden achacar únicamente a Von der Leyen, son el resultado de décadas de gestión bajo gobiernos de diferentes colores”.
Von der Leyen dijo en 2011 en una entrevista a ‘Der Spiegel’: “Mi deseo es la creación de unos Estados Unidos de Europa siguiendo el modelo de Estados federales como Suiza, Alemania o Estados Unidos”. Lo veía como un objetivo político, pero también pragmático. Ese mayor tamaño daría a los europeos una ventaja competitiva importante en asuntos como regulación financiera y política económica y fiscal internacional.
Christine Lagarde (Christine Lallouette de soltera, 63 años) es hija de una pareja de profesores. Educada en colegios católicos, a los 15 años ganó el bronce en los campeonatos de Francia de natación sincronizada y llegó a ser internacional en esa especialidad. En 1974 se trasladó por primera vez a Estados Unidos gracias a una beca, donde terminó los estudios secundarios y trabajó como asistente parlamentaria del republicano William S. Cohen, quien se convertiría en secretario de Defensa de Bill Clinton. En 1977 volvió a Francia, donde se diplomó en Ciencias Políticas. En la Universidad de París obtuvo su diploma de derecho. Madre de dos treintañeros, está divorciada de Wilfried Lagarde y comparte su vida con el empresario Xavier Giocanti.
En 1981 empezó a trabajar en la Fiscalía de París y poco después se unió a uno de los mayores despachos de abogados del mundo, Baker & McKenzie, donde fue escalando durante 25 años hasta llegar a ser la presidenta de su comité ejecutivo mundial en Chicago en 1999. En 2002, ‘The Wall Street Journal’ la consideró la quinta mujer de negocios europea.
En 2005 regresó a Francia y empezó una carrera como ministra delegada de Comercio Exterior en el gobierno de Dominique de Villepin. En 2007 se convirtió en ministra de Finanzas. Un año después estalló la crisis y Lagarde empezó a ser conocida en la opinión pública mundial.
Distinguida sobre todo por su papel como directora general del FMI después de haber sido ministra de Finanzas, Lagarde tiene un hándicap que podría ser un problema para el cargo. Al contrario de lo que establecen los tratados europeos, no tiene ninguna experiencia en política monetaria.
Su pasado político puede poner en duda su independencia, algo sacrosanto según las normas que rigen la vida del Banco Central.
Desde su despacho, Lagarde deberá pilotar en los próximos ocho años la economía de la Eurozona en épocas de turbulencias cuando el bloque se acerca a otra recesión, no consigue animar la inflación hasta el 2 por ciento (el objetivo oficial del BCE) y debe lanzar en meses más compras de deuda y más política monetaria expansionista para intentar evitar una caída en la deflación.
Philippe Legrain, exasesor económico de la Comisión Europea, explica que la nominación de Lagarde “es un soplo de aire fresco en una institución dominada por varones” y cree que “Lagarde tiene lo que hace falta para tener éxito”. Este analista considera, incluso, que el BCE tiene demasiada independencia política y se pregunta si la llegada de Lagarde mejorará su relación con los gobiernos del bloque.
Herencia envenenada
Su antecesor, el italiano formado con los jesuitas Mario Draghi, le deja una herencia envenenada. El prestigio de Draghi hará que cualquier sucesora sea escrutada con lupa. Pero a la vez Draghi deja un Banco Central Europeo con las tasas al 0,0 por ciento y, posiblemente, tasas negativas después del verano.
Lagarde, jurista de formación, sin estudios de economía y ajena a los bancos centrales, tiene que demostrar que su falta de experiencia en política monetaria puede suplirla con su capacidad negociadora y rodeándose de un equipo de profesionales y expertos de alto nivel. Si algo tiene el BCE son expertos en política monetaria y estabilidad financiera. Su jefe economista será el irlandés Philip Lane.
Lagarde llega con la sombra de la corrupción. Fue investigada por abuso de poder cuando era ministra de Finanzas en 2007 y fue condenada por “negligencia” en el ‘Affaire Tapie’.
Este periodista la recuerda también, allá por 2008, explicando las respuestas a la crisis financiera durante largo rato, ya de madrugada, a un grupo de periodistas en la cafetería de la sala de prensa del Consejo Europeo, un lugar que los ministros rehúyen como la peste.
Pero anécdotas aparte, el hecho, y sin duda histórico, es que Europa apuesta por dos experimentadas y valiosas mujeres para salir avante en una encrucijada económica y geopolítica para nada fácil.
IDAFE MARTÍN PÉREZ
Para EL TIEMPO
Bruselas