Idea de Trump de comprar la isla de Groenlandia no es tan disparatada

El mejor chiste del Día de los Inocentes pero fuera de temporada, idea absurda, descabellada, irrespetuosa, ofensiva, imperial.

Así han calificado muchos analistas, políticos, académicos y ciudadanos el deseo expresado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de comprar Groenlandia, un territorio semiautónomo perteneciente a Dinamarca, un pequeño y rico país del norte de Europa.

Sin embargo, a pesar de que esta idea del mandatario estadounidense es inconveniente políticamente, en la práctica no tiene nada de descabellada y, en cambio, abrió un viejo debate sobre el control del Ártico –en el que también están involucrados Rusia y China–, así como sobre las transacciones entre los Estados soberanos, que han sido más frecuentes de lo que parece en los últimos siglos.

Sobre este último aspecto hay que señalar que Estados Unidos es experto en el tema.
Ademas de comprarle el estado de Luisiana a Francia, el de Florida a España, el de Alaska a Rusia y una parte del sudoeste a México, EE. UU. estuvo a punto de comprar Groenlandia e Islandia en la década de 1860.

Algunos analistas consideran que la idea de Washington era rodear a Canadá de territorio estadounidense y así persuadirlo de unírsele. No obstante, el momento para cautivar a Canadá pasó rápidamente y EE. UU. reconoció la soberanía de Dinamarca sobre Groenlandia en 1917, luego de comprarle las Islas Vírgenes, entonces una colonia danesa.

Igualmente, en 1898, EE. UU. compró Filipinas a España por 20 millones de dólares e instaló un gobierno militar, aunque 36 años después aprobó la ley de independencia y en 1946, tras una invasión japonesa y su posterior desalojo, reconoció formalmente su independencia.

Con el caso de la zona del canal de Panamá sucedió un hecho similar, comenta a EL TIEMPO el experto en Derecho Internacional Enrique Gaviria Liévano. “Para la construcción del canal por parte de una firma estadounidense era necesario desde ese país apoyar el movimiento independentista panameño, y luego se comprobó que hubo trabas para que las tropas, que ordenó Bogotá, llegaran a tiempo para controlar la insurrección. Fue así como Washington reconoció la independencia de Panamá en 24 horas, un hecho inédito”, dice.

Donald Trump

El presidente de EE. UU., Donald Trump.

Alrededor de la independencia panameña hubo un pago a Colombia de 25 millones de dólares que se manejó como una compensación. El analista dice que lo grave no era tanto “la suma, sino la humillación”.

Tercer intento

De todas maneras, ya EE. UU. había intentado comprar Groenlandia, pues el Gobierno danés ignoró una oferta de 1946, aunque entonces la isla era hogar de apenas 600 daneses. Luego resultó que EE. UU. no necesitaba comprarla. La formación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otán) –de la cual Dinamarca es fundador– y un acuerdo de defensa bilateral de 1951 le permitieron a EE. UU. establecer la presencia militar que necesitaba en Groenlandia.

Ahora EE. UU. utiliza su base Thule como parte de un sistema de alerta temprana en caso de un ataque nuclear ruso.

Es necesario respetar la soberanía de Dinamarca ante el ejercicio de exceso de poder de Trump que cree que puede apoderarse de territorios en el mundo

Pero el valor estratégico de Groenlandia ha vuelto a aumentar.

Ricos recursos

Además, el calentamiento global y el rápido derretimiento del hielo de Groenlandia facilitan el acceso a los vastos recursos naturales de la isla considerada la más grande del mundo (entendiendo que Australia es la parte continental de Oceanía). Petróleo, gas, oro, diamantes, uranio, zinc y plomo, entre otros, están bajo sus 2,1 millones de kilómetros cuadrados.

Así, EE. UU. tiene mejores razones para codiciar Groenlandia que la vanidad de Trump o todos los campos de golf que podría construir allí a medida que el hielo se derrite.

Sin embargo, desde otra óptica, algunos dicen que Trump lanzó la idea de la compra de Groenlandia para desviar la atención de cuestiones internas.

Primera Ministra de Dinamarca Mette Frederiksen

La primera Ministra de Dinamarca, Mette Frederiksen, quien despertó la furia del presidente de EE. UU., Donald Trump, pues consideró absurda la propuesta de comprar Groenlandia.

Para el académico y experto en geopolítica Gerney Ríos, la idea de Trump “busca controlar a América, parte de Europa y Asia y advierte que Rusia ya lo ha intentado antes”, aunque señala que “esto sería inconveniente para el equilibrio mundial, pero muy conveniente para EE. UU.”.

Gaviria Liévano también asegura que “es necesario respetar la soberanía de Dinamarca” ante “el ejercicio de exceso de poder de Trump que cree que puede apoderarse de territorios en el mundo”.

Sin embargo, una fórmula para proteger los intereses de EE. UU. en el Ártico consistiría en que Trump trabaje constructivamente con sus aliados europeos, incluidos Dinamarca y Noruega. Tal cooperación tendría más sentido a nivel económico que una expansión territorial.

Holman Rodríguez Martínez * Con Bloomberg
Redacción Internacional
En Twitter @holmanrodriguez

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