¿Por qué el ‘blackface’ es considerado racista en EE. UU. y Canadá?
La polémica que causaron las imágenes que se conocieron esta semana del primer ministro canadiense, Justin Trudeau, en las que aparece con la cara pintada de negro fueron consideradas racistas y reabrieron el debate sobre una práctica que ya ha generado varios escándalos en EE. UU. y Canadá.
La revista ‘Time’ publicó el miércoles una fotografía de 2001 en la que Trudeau, entonces un profesor de 29 años en una prestigiosa escuela privada de Vancouver (Canadá), aparece disfrazado de Aladino con la piel pintada de negro.
Luego se conocieron otras imágenes del primer ministro cuando era un estudiante de secundaria en Montreal y aparece en una actuación con una peluca y la piel oscurecida interpretando ‘Day-O’, una canción popular jamaicana que popularizó Harry Belafonte a mediados del siglo XX.
Y aunque Trudeau reconoció que se trató de un acto “racista” y que sus acciones eran “totalmente inaceptables”, las críticas en su contra no pararon. Claves para entender por qué las fotos del primer ministro con la cara pintada de negro se consideran racistas en Canadá y EE. UU.
¿Qué es el blackface?
El ‘blackface’ surgió a principios de la década de 1830 y se convirtió en la forma más popular de entretenimiento en EE. UU., en el siglo XIX, según afirmaron Timothy J. Lensmire, doctor en alfabetización, cultura y enseñanza de la Universidad de Michigan, y Nathan Snaza, doctor en literatura comparada de la Universidad de Minnesota, en su investigación ‘What Teacher Education Can Learn From Blackface Minstrelsy’ (Lo que la educación docente puede aprender de los juglares de cara pintada).
De acuerdo con los autores, el ‘blackface’ comenzó como una práctica teatral organizada en torno al “préstamo explícito de elementos culturales afroamericanos, en la que hombres blancos caricaturizaban a afroamericanos por entretenimiento y lucro”. Así, artistas blancos se pintaban la cara con grasa o cera para zapatos y se dibujaban labios exagerados haciendo una caricatura de los afroamericanos.
Coincidiendo con el historiador cultural estadounidense Eric Lott, Lensmire y Snaza explican que esta práctica produjo y construyó percepciones estereotípicas que muchos hombres blancos tienen de los afroamericanos y que están marcadas por la burla, el miedo y la ridiculización.
Hoy en día se le llama ‘blackface’ al acto de pintarse la cara de negro para imitar la identidad racial de otra persona.
¿Por qué se dice que el ‘blackface’ es racista?
Según William J. Mahar, profesor emérito de la Escuela de Humanidades de Penn State Harrisburg, en Pensilvania, en su texto ‘Ethiopian Skits and Sketches: Contents and Contexts of Blackface Minstrelsy, 1840–1890 (Bocetos etíopes: contenidos y contextos de los juglares de ‘cara pintada’, 1840-1890), el propósito principal del juglar con el ‘blackface’ era la creación y perpetuación de caricaturas degradantes o retratos falsos de afroamericanos.
Los estereotipos retratados -que los afroamericanos eran de alguna manera inferiores, ignorantes, flojos e incluso animales- cimentaron actitudes racistas durante décadas.
De hecho, la mayoría de los estudios publicados desde principios de la década de 1960 enfatizan en los efectos negativos de la comedia ‘blackface’ como el desarrollo de los principales estereotipos (el campesino y obrero) que surgieron a partir de esta práctica.
El autor afirma que en la actualidad, el ‘blackface’ se desplazó de los teatros a la cotidianidad, donde personas blancas pintan sus caras para imitar la raza de otras. Además, añade que estas actitudes son racistas porque no intentan representar étnica o culturalmente al otro, sino utilizar su color de piel como disfraz.
Por su parte, el historiador panafricanista español nacido en Colombia, Antumi Toasijé, declaró a BBC que “todas estas representaciones en las que se hace burla de las personas negras y de su cuerpo, buscan reforzar la ideología racista”.
Pero entonces, ¿por qué se siguen presentando casos de ‘blackface’?
Robin Givhan, periodista y crítica de la Universidad de Princeton, argumenta en artículo ‘Blackface is white supremacy as fashion – and it’s always been in season’ (El blackface es supremacía blanca como moda – y siempre ha estado en temporada) argumenta que lo problemático de este fenómeno es que muchos de los que lo hacen en la actualidad ‘no lo ven como un acto racista’.
“El ‘blackface’, o dicho de forma más suave, maquillaje negro: es solo un disfraz. Es solo moda. Pero, ¿por qué elegir ese color? La gente lo escoge por la misma razón histórica que siempre tienen: les divierte. Se trata de una oportunidad de incursionar en la otredad y luego limpiarte el maquillaje negro y volver a ser ‘tan blanco’ con todo los beneficios que conlleva”.
¿Se han presentado otros casos de polémicas por el ‘blackface’?
Sí. El escándalo de Trudeau no es el primero de un mandatario es cuestionado por conductas racistas. Varios políticos estadounidenses se han visto envueltos en diferentes escándalos en los últimos años, al descubrirse imágenes de ‘blackface’.
De hecho, el ‘blackface’ no es exclusivo de países como Canadá y EE. UU. En España, Holanda e Indonesia también se han presentado polémicas por estas prácticas.
La BBC reportó que, en el 2014, policía local holandesa detuvo a 90 personas debido a riñas entre manifestantes a favor y en contra de la polémica figura Zwarte Piet (Pedro el negro) en la procesión de San Nicolás.
Este personaje es un ayudante de Papá Noel o Santa Claus en una festividad tradicional llamada Sinterklaas (San Nicolás), que celebran los niños holandeses el 5 de diciembre.
Críticos de la celebración afirmaron que Pedro el negro -siempre interpretado por personas de raza blanca con el rostro pintado de negro, pelucas afro y labios pintados de rojo intenso- es un estereotipo racista.
Sin embargo, la el medio británico informó que el debate dividió marcadamente a los holandeses y que muchos de ellos afirmaron que se trataba de diversión inofensiva. Además, puntualizaron que era parte de la tradición nacional. Según la cadena británica, un comité de la ONU le exigió a Países Bajos que se deshicieran del personaje, pero el gobierno holandés “desestimó” la solicitud.
Algo similar ocurrió ese mismo año en España, donde se mantiene una tradición en la que personas blancas se pintan la piel de negro para desfilar como Baltasar en la cabalgata de Reyes Mayos, un desfile típico de carrozas en la noche del 5 de enero.
La entonces alcaldesa de Madrid, Ana Botella, defendió esta costumbre tras recibir varias críticas con afirmaciones como: “Si tuviéramos un concejal negro, no habría desde luego ningún inconveniente en que tuviéramos un rey negro”.
En el 2006, una foto de otro exalcalde de esa ciudad, Alfredo Ruiz Gallardón, disfrazado del rey Baltasar también fue muy polémica.
VALENTINA LEUDO MEJÍA
Redacción internacional
EL TIEMPO