¿Está cerca el fin de la era de Benjamin Netanyahu en Israel?
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, el gobernante que más tiempo ha estado hasta ahora en el poder desde la fundación del Estado, electo siempre democráticamente, parece que ya no es un ‘mago’, como le decían muchos con admiración reiterada. Ha ido perdiendo fuerza.
Tras las elecciones de abril, el presidente del Estado le encomendó a él la formación del gobierno, ya que más legisladores electos lo recomendaron a él que al jefe de la oposición Beni Gantz, pero no pudo formar coalición.
Y los resultados de las elecciones del martes último dejan en claro que tampoco ahora podrá, aunque el presidente Reuven Rivlin le dé la oportunidad.
De todos modos, a juzgar por las consultas llevadas a cabo ayer por Rivlin con todos los partidos electos, tal cual lo estipula la ley, y por lo que ya anunciaron quienes se reunirán con él hoy, está claro que a Gantz lo recomiendan más diputados (57) que a Netanyahu (55).
Ninguno tiene mayoría, pero no parece probable en este momento que se pida al primer ministro actual que sea él quien forme el próximo gobierno. ¿Significa que se ha terminado la larga era Netanyahu?
No, es prematuro vaticinarlo. Pero sí ha comenzado la gran caída, aunque por ahora lo más claro es la confusión, la incertidumbre respecto a qué sucederá.
“Sinceramente, no sé qué decir, hay señales que indican que comienza el fin, pero no me apresuraría a asegurarlo”, dice a EL TIEMPO el Profesor Gideon Rath, del Instituto Israelí de Democracia y el Departamento de ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.
“Yo creo que él luchará con todas sus fuerzas e intentará utilizar todas las herramientas a su disposición para evitarlo. No escatimará recursos para escapar del juicio”.
Rath hace referencia al proceso jurídico que involucra al primer ministro, por sospechas de corrupción que él sostiene carecen de fundamento.
No obstante su insistencia al respecto que evidentemente no le ayudó a ganar más votantes que antes –no está por sobre la ley, y el 3 de octubre sus abogados tendrán una audiencia especial con el fiscal del Estado, después de la cual Avichai Mandelblit decidirá si las sospechas se convierten en cargos para imputar a Netanyahu, si las moderan o cancelan-. Simbólicamente, ese mismo día, prestará juramente el Parlamento electo el martes 17.
Yo creo que él (Netanyahu) luchará con todas sus fuerzas e intentará utilizar todas las herramientas a su disposición para evitarlo. No escatimará recursos para escapar del juicio (por corrupción).
A pesar de todas estas sombras, Netanyahu no se va tan rápido. Si se torna imposible llegar a un acuerdo para formar un gobierno de unidad nacional –que parece ser la preferencia de los votantes, de Gantz y por cierto del presidente Rivlin–, la única opción será ir a nuevas elecciones, por tercera vez en el año.
Y en ese caso, Netanyahu seguirá al frente del gobierno de transición que está en funciones desde hace ya casi 5 meses.
“Los resultados de las elecciones mostraron una debilidad en la derecha, tras 10 años de gobierno de Netanyahu”, dice el experto en Ciencias Políticas de la Universidad de Bar Ilan Gerald Steinberg. “El centro se fortalece. El intento de Netanyahu y el Likud de infundir miedo y pintar pronósticos negros para asustar a su gente obtuvo exactamente lo contrario”.
Sin embargo, entre esta descripción y el vaticinio de la salida de Netanyahu, hay una distancia.
“Netanyahu está más débil que antes indudablemente, pero aún es suficientemente fuerte para impedir que lo defenestren en su partido Likud”.
Ese es el punto clave. Si Netanyahu no estuviera, en cuestión de horas se forma un gobierno de unidad nacional entre Kajol Lavan de Gantz y el partido Likud. Habría sin duda varios puntos para debatir, pero el tema central de discordia es Netanyahu, por las sospechas de corrupción.
Gantz fue explícito a lo largo de toda la campaña: unidad con el Likud sí, no con Netanyahu. Claro que en política, también eso puede cambiar con algún matiz, pero por ahora Gantz no se mueve en absoluto en este punto, clave en su campaña.
Los escenarios inmediatos más probables incluyen a Netanyahu. No se puede descartar que haya desertores en la derecha a favor de Gantz, pero tampoco se puede descartar que el exministro de Defensa Avigdor Liberman vuelva a apoyarlo, a pesar de que lo desprecia, porque más aún desprecia a los diputados del partido árabe la Lista Conjunta, que recomendó a Gantz ante el presidente.
El Profesor Abraham Diskin de la Universidad Hebrea de Jerusalén no está seguro en absoluto que la constelación actual sea el fin de Netanyahu. “Hay diversas opciones y en varias está Netanyahu, a menos que decida retirarse”.
El analista del periódico Yediot Ahronot Nahum Barnea abre su nota del viernes describiendo una reunión imaginaria entre el presidente del Estado, los abogados de Netanyahu y el Fiscal del Estado, ofreciendo un paquete: amnistía al primer ministro, sin juicio, a cambio de su retirada de la política.
Aclara luego de la interesante descripción que esa situación no se dará jamás, porque Netanyahu, según él, considera que es diferente del resto y que él puede salvarse de todo. Es, claro está, la interpretación de Barnea.
Lo interesante es que inclusive si el Fiscal decide tras la audiencia especial mandar a Netanyahu a juicio, todo el proceso llevará largo tiempo durante el cual él puede seguir ocupando la jefatura de gobierno.
Un ministro debe dimitir apenas se lo imputa, y por cierto ya ha ocurrido, mientras que el Primer Ministro tiene obligación de hacerlo únicamente si es declarado culpable por una instancia ante la cual ya no hay apelación.
A ese momento no se llegará rápidamente.
Hay diversas opciones y en varias está Netanyahu, a menos que decida retirarse.
Cuando años atrás el otrora primer ministro Ehud Olmert era sospechoso de corrupción, pero no había aún recomendación policial de mandarlo a juicio, Netanyahu, como jefe de la oposición, lo presionó a dimitir, diciendo que en un país como Israel, con tantos desafíos, es inconcebible que el jefe de gobierno esté ocupado en investigaciones policiales hasta el cuello.
Olmert no tenía la obligación de hacerlo, pero dimitió.
La situación de Netanyahu hoy es mucho más comprometida que la de Olmert entonces, pero no parece concebir siquiera dimitir.
El fin de la era Netanyahu, a menos que surja alguna sorpresa, no necesariamente está a la vuelta de la esquina.
Jana Beris
Para EL TIEMPO
Jerusalén