La incertidumbre que deja en Bolivia la polémica victoria de Evo
Después de una semana de las elecciones presidenciales, Bolivia vive un clima de incertidumbre política.
Todo por causa de los resultados del proceso electoral que dieron como ganador en la primera vuelta al presidente Evo Morales frente al opositor Carlos Mesa, en un proceso cuestionado por sus irregularidades y frente al que hay llamados internacionales para una auditoría e incluso para una segunda vuelta.
Escrutado el 99,9 por ciento de los votos, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) afirmó que Morales obtuvo un 47,07 por ciento de los sufragios, mientras que Mesa se quedó con un 36,51.
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Para evitar el balotaje, Morales necesitaba el 40 por ciento y diez puntos de diferencia sobre su contrincante.
Desde el comienzo, el escrutinio estuvo plagado de dudas. El TSE suspendió el conteo el domingo, cuando se había escrutado el 84 por ciento de los votos y la diferencia entre los dos candidatos era de siete puntos. Pero al día siguiente, cuando se reactivó el proceso y el porcentaje del conteo estaba sobre el 95 por ciento, Evo superaba casi por diez puntos a Mesa. Y aunque el conteo no había terminado, el presidente se declaró ganador.
La Misión de Observación electoral de la OEA recomendó que, por la estrecha diferencia, se llevara a cabo una segunda vuelta. Ante la presión, Bolivia pidió una auditoría a ese organismo, que aceptó de inmediato y solicitó que los resultados sean vinculantes, algo con lo que el gobierno boliviano no se ha comprometido.
A la petición de una revisión de los resultados se sumaron la la ONU, la Unión Europea, Colombia, Argentina, Brasil y EE. UU. Incluso, los últimos cinco afirmaron que si el proceso carece transparencia debería darse un balotaje.
El candidato opositor Carlos Mesa ha participado en las protestas contra el resultado de las elecciones.
David Mercado. Reuters
Pero Evo defiende los resultados de la elección y dice tener las puertas abiertas para la auditoría. “Convocamos a organismos, opositores, a partidos, a ir municipio por municipio, voto por voto”, dijo el viernes, al pedir que se respete la Constitución boliviana.
Mientras tanto, en las calles de varias ciudades, como Santa Cruz, se mantenían las protestas en contra suya y del proceso electoral calificado como “fraudulento” por parte de la oposición.
La pregunta ahora es si el presidente boliviano dará su brazo a torcer ante la presión internacional.
En un panorama ideal, coinciden los analistas bolivianos, Evo debería ceder y aceptar una segunda vuelta o, al menos, una revisión “minuciosa” de los resultados.
Esto le permitirá mantener una buena relación con aquellos que ahora presionan por la transparencia de los comicios. El problema, le dijo a EL TIEMPO María Teresa Zegada, socióloga y profesora de la Universidad de San Simón, es que esa no es la intención de Morales.
“El Gobierno ha tratado de no ir a una segunda vuelta y va a tratar de consolidar ese resultado sin medir el costo social y humano que esto pueda tener”, aseguró.
Por su parte, Marcelo Arequipa, politólogo y profesor de la Universidad de San Andrés, afirmó que a eso se suma la contradicción constante en el oficialismo y la oposición.
Se quiere defender la legislación boliviana, dijo, sin tener en cuenta que “no existe algo que avale con rango de ley una auditoría internacional en un proceso electoral (…) Esto no es posible en el marco de nuestras leyes, y (de aplicarse la medida) sería, más bien, una iniciativa política desde el Ejecutivo”, afirmó y reiteró que debería aplicarse un “pacto político” entre Morales y Mesa.
Arequipa aseguró que si Evo se mantiene en el poder podría tener un gobierno, pero este sería débil. “Ninguna de sus decisiones va a estar amparada por la legitimidad”, dijo el experto, que además advirtió de un escenario volátil.
Simpatizantes de Carlos Mesa queman papeletas electorales encontradas en una calle de La Paz.
“Si mezclamos la variable política que tenemos con los problemas sociales y con una posible desaceleración de la economía en Bolivia, esto podría llevar al país a un periodo de convulsión muy fuerte”, señaló.
Además, los analistas concuerdan en que el presidente boliviano también tendría que enfrentarse al fortalecimiento de los movimientos de protesta. De acuerdo con Arequipa, esto puede derivar en la creación de una nueva propuesta política desde las ciudades y una “fisura interna” dentro de la izquierda boliviana.
“La presión interna de los manifestantes y opositores, incluso más que la internacional, lo va a terminar llevando pronto a aceptar la anulación de los resultados electorales, para ir a una nueva elección”, afirmó a este medio el analista político boliviano y opositor Eduardo Gamarra. Si no lo hace, dijo el experto, “en el futuro, lo van a sacar a patadas”.
En el campo internacional, según los analistas, Morales tampoco la tendrá fácil, pues si no cede tendrá inconvenientes económicos. “Dudo que la comunidad internacional esté presta a establecer líneas de crédito o apoyar a Bolivia teniendo presente este conflicto político”, aseguró Arequipa.
Ante la tensión, Zegada señaló que el país aún está a tiempo de encontrar una “salida institucional que pueda apaciguar la crisis en la sociedad (…) Y así, gane quien gane, (los bolivianos) quedemos con la tranquilidad de que nuestro voto fue respetado (…). Si no hay esa certeza, es muy difícil lo que se viene para el país”, aseguró.
Natalia Romero Peñuela
Escuela de Periodismo Multimedia
EL TIEMPO