El barco que lleva cirugías gratis a comunidades vulnerables del mundo

A la fila de cientos de personas que anhelaban subir la escalera del Africa Mercy, anclado en el puerto de Toamasina (Madagascar), llegó Sambany, un hombre que sostenía con sus manos un tumor de casi ocho kilos que le colgaba del cuello y no le permitía levantar la cabeza.

Estaba descalzo. Caminó dos días para llegar a un pueblo con vía pavimentada. Allí vendió sus zapatos para tomar un bus que tardaba cuatro horas en llevarlo a la costa, donde, decían, había un barco enorme en el que operaban gratis a quien lo necesitara.

Su imagen permanece indeleble en la memoria de Donald Stephens, fundador de Mercy Ships. En los últimos 42 años, esta ONG estadounidense ha llevado servicios de salud gratuitos a más de 70 países, mediante buques hospital.

Stephens, de 75 años, recuerda que Sambany lucía muy cansado. Decía sentirse muerto por la forma en que lo trataba su comunidad. Se burlaban de él, pero le temían. Creían que tenía el ‘mal de ojo’, por lo que si alguien recibía su mirada, podría terminar igual que él.

Cuando intentaron examinarlo, Sambany se movió hacia atrás. Los doctores creyeron que el tumor era muy doloroso, pero él respondió: “No, no lo es. Es que ninguna persona me ha tocado en más de diez años”.

“Para la mayoría de nosotros no es posible imaginar lo que significa ser un marginado en esta parte del mundo, porque tenemos una visión occidental de la salud (…). La cirugía, definitivamente, le cambió la vida”, recuerda Stephens.

Como aquel hombre, más de 100.000 personas han recibido intervenciones quirúrgicas gratuitas a bordo de la flota de Mercy Ships.

El Africa Mercy, el único barco que presta servicios en la actualidad, es el buque hospital más grande del mundo. En él viajan casi 400 voluntarios, de 50 nacionalidades diferentes, que prestan sus servicios como cirujanos, médicos, enfermeros, maestros, cocineros y tripulantes, durante diez meses en cada país al que llegan. Cualquiera puede ser voluntario, y cualquiera puede recibir atención.EL TIEMPO conoció la historia de Stephens y Mercy Ships en el lanzamiento de la fundación de la naviera MSC Cruises, uno de los aliados estratégicos de la ONG. Unas semanas después, habló con él por videollamada, cuando descansaba por unos días en su casa de Texas.

¿Cómo era su vida antes de Mercy Ships?

Crecí en las montañas occidentales de Colorado, en una comunidad agrícola. Colorado se convirtió en estado 100 años después de la fundación de Estados Unidos, entonces es muy rural. Es hermoso. Pero está muy lejos del océano, a más de 1.500 kilómetros. El puerto más cercano para mí era el de Galveston, Texas. Luego de conocer a mi esposa, Deyon, y de estudiar teología, salimos de EE. UU. hacia Suiza para estudiar francés y alemán.

¿Y por qué decidió estudiar teología?

Creo que lo tenía en mi corazón desde niño. Sentía que Dios tenía un plan para mí, y todo lo que yo quería hacer era estudiar teología. Sin embargo, no quise ser pastor o sacerdote, porque mi forma de entender la teología es seguir el modelo de Jesús, y esto marcó el nacimiento de Mercy Ships.

Mercy Ships, la ONG que lleva barcos hospital a los más pobres.

Donald Stephens, fundador de Mercy Ships.

Foto:

Cortesía: (c) Mercy Ships

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Bajo una cabellera blanca y ondulada, Donald Stephens recuerda que la primera señal que le envió la vida llegó en su adolescencia, cuando leyó una entrevista en la revista Life que hablaba de Hope, un barco hospital de la marina de EE. UU. donado por el gobierno de Dwight Eisenhower a un proyecto de caridad. En 11 viajes, el barco prestó servicios de salud y capacitación gratuitos a países de América del Sur y Asia.

Luego vino la tormenta. En 1964, Donald y Deyon estaban en Bahamas con un grupo de 120 jóvenes cuando la mayor tormenta de los últimos cien años arrasó la región. Aunque el grupo de la pareja pudo refugiarse en un hangar, fueron testigos de la destrucción de viviendas y las miles de muertes que el fenómeno natural había provocado.

En medio de los grupos de oración formados por los afectados, los Stephens escucharon a alguien orar por un barco que mostrara ‘el amor de Dios en medio del desastre’.

En 1976, John Paul, el tercero de sus hijos, nació con necesidades especiales. JP, como le dicen sus padres, los hizo conscientes de lo difícil que sería su cuidado si no tuvieran un buen acceso a la salud.

Y la última ‘señal’ llegó en 1977: gracias a una amiga, los Stephens conocieron en Calcuta (India) a la madre Teresa, quien les mostró la labor de las Hermanas de la Misericordia con personas discapacitadas y llevó a Donald a pensar que él, como ellas, podía ser “los ojos, los oídos, las manos y el corazón de otros que no tenían voz”, como su hijo John Paul.

“Yo creo que nadie está preparado para tener un hijo con necesidades especiales”, reflexiona Stephens, “pero nosotros creemos que John Paul nos fue dado, como la reunión con la madre Teresa de Calcuta y la tormenta en Bahamas, para centrarnos en el deseo y la perseverancia de ver convertido en realidad el sueño de nuestro barco hospital”, asegura.

¿Cómo fue la primera vez que Mercy Ships llegó a una comunidad?

Las primeras cirugías fueron en Lázaro Cárdenas, Michoacán (México), en 1988. En esa ciudad había dos hospitales: uno para gente con buenas finanzas y otro para los pobres, y este último había sido devastado unos años antes por un terremoto. Entonces, nosotros decidimos llevar el Anastasis, nuestro primer barco, con el objetivo de reconstruir el hospital y hacer cirugías gratuitas.

Las primeras fueron a cuatro niños ciegos, tres varones y una mujer. Todos habían nacido con catarata y aunque, quizá, podían ver un poco de luz, nunca habían visto sus propios rostros, ni el de sus padres. Su papá, el señor Téllez, había escuchado del barco por la radio y los había traído en una canoa para buscar una cirugía.

Estar allí cuando los niños vieron por primera vez cambió mi vida. No tengo palabras para describirlo. Vi a la madre jugando con uno de los niños, en el agua, junto al buque. Yo no hablo español, así que no podía entender del todo, pero ella le estaba explicando que el agua era de color azul. Escuchar a esta madre hablando con su hijo la primera vez que él pudo ver, no solo a ella, sino al agua, es una historia que siempre les cuento a mis hijos.

Si empezaron en México, y en el continente americano hay tantas necesidades, ¿por qué terminaron trabajando en África?

De los 7.700 millones de personas que tiene la tierra, las mil millones menos favorecidas son el foco de Mercy Ships. Y el 97 por ciento de los más pobres del mundo viven en África.

Es la zona del mundo con más necesidades y menos oportunidades de acceso a la salud. Tienen un nivel muy alto de mortalidad: la expectativa de vida para los hombres allá es de 50 años, mientras para las mujeres está entre los 59 o 60. Muchos bebés mueren al nacer y muchos niños, antes de los 5 años. Por eso nuestro foco está allí.

Y en esas comunidades tan carentes de servicios, ¿cómo es su relación con los gobiernos?

Algunos de los gobiernos de los países donde servimos son cuestionables, pero nosotros creemos que no debemos involucrarnos en política. Nuestra labor es servir a la gente, así que serviremos, incluso, en las naciones donde el jefe de Estado no tenga buena reputación.

Y, claro, eso puede ser realmente cuestionable, pero no somos una organización política. Estamos allí para ayudar a los pobres. De hecho, normalmente nos asociamos con los Estados porque necesitamos de su apoyo para estar en el puerto y para que nos proporcionen agua, seguridad y comunicación con las personas que más necesitan la ayuda.

Mercy Ships, la ONG que lleva barcos hospital a los más pobres.

Además de los servicios gratuitos, Mercy Ships tiene un proyecto de restauración de hospitales. Entonces, cuando el barco zarpa de un puerto, la comunidad no pierde el acceso a la salud.

Foto:

Cortesía: (c) Mercy Ships

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Donald Stephens está convencido de que el cambio que genera Mercy Ships es eterno. Tras la operación, las comunidades dejan de ver el tumor, la malformación o la discapacidad, y vuelven a ver a la persona. “Cuando operas a un niño, todo su pueblo cambia. Es mucho más que solo un individuo”, asegura Stephens.

Para sostenerse, la ONG recibe donaciones de grandes empresas como la farmacéutica Abbott, la naviera MSC, la tecnológica Microsoft y la multinacional Johnson & Johnson.

Pero también recibe aportes de personas que, a través de la página de internet, pagan una cuota mensual, o el valor de una cirugía, o compran una camiseta o una joya simbólica.

Cuando el Africa Mercy zarpa de un puerto, no abandona a la comunidad. Durante los diez meses que permanece, la tripulación invita a los médicos locales a tratar y operar a bordo para que se capaciten. Además, la ONG tiene un proyecto de restauración de hospitales. Entonces, cuando el barco se va, el pueblo tiene mejor personal médico, mejor infraestructura y mayor acceso a la salud.

No en vano, su labor ha recibido el reconocimiento de importantes personajes como Jimmy Carter, George Bush, Nelson Mandela y el premio nobel de Paz Desmond Tutu. Pero Stephens considera que el crédito no es suyo, porque todo lo que hace Mercy Ships está encaminado a “seguir el legado de más de 2.000 años de Jesucristo”.

Mercy Ships, la ONG que lleva barcos hospital a los más pobres.

A bordo del buque Africa Mercy viajan casi 400 voluntarios de 50 países.

Foto:

Cortesía: (c) Mercy Ships

Si su labor está basada en las creencias cristianas, ¿los voluntarios tienen que ser creyentes?

No, nosotros aceptamos a cualquier persona, mientras no sea hostil. Todos son bienvenidos a venir a servir con nosotros. ¿Por qué? Porque Jesús les dio la bienvenida a todos a seguirlo, y, como ya lo he dicho, en el centro de lo que hacemos está seguir el modelo de Jesús. De hecho, mi mayor temor es que perdamos eso, y que nos convirtamos en una organización tan grande que olvidemos el propósito central por el que existimos.

¿Cree que eso sea posible?

Bueno, yo soy un fiel creyente de las Sagradas Escrituras, así que siempre que estudio la historia del pueblo de Israel me sorprendo de cómo Dios los bendijo y cómo solo en una o dos décadas comenzaron a olvidar su amor.

Entonces, ¿es posible? Sí, pero estamos haciendo todo lo posible para evitar eso, o, al menos, para posponerlo el mayor tiempo posible. Yo no soy responsable de la próxima generación (ríe), solo soy responsable de la mía.

¿Qué le falta al sueño de Mercy Ships para ser realidad?

Mi mayor sueño es recibir el nuevo barco. Nuestros anteriores barcos fueron comprados para ser convertidos en buques hospital. Pero esta es la primera vez, en 42 años, en la que construimos nuestro propio barco hospital. Y va a estar todo listo, con todo a bordo, el 14 de septiembre de este año en Tianjin (China). Ese es el mayor sueño que he tenido y será realidad muy pronto.

NATALIA ROMERO PEÑUELA
Escuela de Periodismo Multimedia EL TIEMPO
Redacción Internacional

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