Paz de Trump con los talibanes, un acuerdo en clave electoral
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, recibe a menudo críticas por su impulsividad en la política extranjera, pero el acuerdo entre Washington y los talibanes para poner fin a la guerra de Afganistán le permitirá cumplir con una promesa electoral clave.
“El crédito va para el presidente”, dijo un alto funcionario a la prensa este mes, antes del anuncio el viernes de una tregua parcial, planes para subsiguientes conversaciones de paz interafganas y el retiro de las tropas estadounidenses.
En Estados Unidos, después de casi dos décadas sangrientas que no estuvieron ni cerca de derrotar a los talibanes, exponiendo a las tropas a bajas en apariencia inútiles, existe un fuerte apoyo a la salida del país asiático.
Un posible fin a la guerra que comenzó en 2001 podría ocurrir a pesar de –en vez gracias a– Trump, dicen los críticos, en alusión a la muchas veces errática política del mandatario. Pero el presidente y sus seguidores utilizarán la paz afgana en la campaña rumbo a las elecciones presidenciales de noviembre asegurando que se ha cumplido con una promesa clave de la campaña sobre retirarse de conflictos extranjeros.(Amplíe la información: EE. UU. firmará acuerdo de paz con los talibanes el 29 de febrero)
Incluso cuando no es genuino, el presidente llamará a esto una victoria y retirará algunas tropas de Estados Unidos para mostrar que es un ganador y sus votantes aplaudirán
“Incluso cuando no es genuino, el presidente llamará a esto una victoria y retirará algunas tropas de Estados Unidos para mostrar que es un ganador y sus votantes aplaudirán”, dijo Robert Guttman, de la Johns Hopkins University.
Tal como lo hace en su país, el millonario republicano ha intentado alterar o directamente romper el statu quo en el escenario internacional.
Ha desdeñado las profundas alianzas de Estados Unidos con Europa y la Otán y ha elogiado a rivales y enemigos en Rusia y China. Y con el mismo descaro que aplicaba a sus negocios inmobiliarios, ha intentado cerrar acuerdos diplomáticos que sus predecesores consideraban como imposibles, con resultados dispares.
Aparentemente, Trump creyó que su toque personal podía desbloquear el conflicto con Corea del Norte, pero luego de tres reuniones con el líder Kim Jong-un, casi no ha logrado mover la aguja.
Con Irán, pensó que una campaña de ‘máxima presión’, que incluyó sanciones económicas paralizantes, el abandono del pacto nuclear y el asesinato de su líder militar más influyente, podría empujar a la república islámica a una mesa de negociación. Pero en esos casos también el conflicto sigue sin resolverse.
La promesa de poner fin a las “guerras estúpidas, interminables”, también ha enfrentado dificultades. Una pequeña retirada de tropas de Siria, que finalmente permanecieron en la zona, a la postre benefició al gobierno sirio y a Moscú, su principal respaldo.
En Irán, por otra parte, Trump llegó a decir que había enviado bombarderos, pero detuvo el ataque a último momento. Quizá en Afganistán, finalmente, pueda haber dado en el blanco.
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El anuncio de un acuerdo por el secretario de Estado, Mike Pompeo, y los talibanes representa un mojón. A la tregua de una semana seguirá la firma, el próximo 29 de febrero, en Doha (Catar), de un acuerdo con las condiciones de un proceso de paz amplio y el retiro de las tropas estadounidenses. Pero la naturaleza impredecible de Trump deja margen para un potencial descalabro que eche a perder estos planes.
Para Guttman, con Trump “nunca hay total certeza ni nada ciento por ciento verdadero”. Pero resultará una buena historia para contar en la campaña por la reelección.
AFP
WASHINGTON