Sanciones de EE. UU. a Rosneft, el duro golpe de Trump a Maduro

Un escenario sombrío se cernía esta semana sobre el sector petrolero venezolano, luego de que Estados Unidos anunció las sanciones sobre la subsidiaria que emplea el gigante ruso Rosneftpara colocar crudo venezolano en el mercado, principalmente asiático, al congelarle bienes e impedirle realizar transacciones con empresas de ese país.Le puede interesar: Tres días de misión junto a más de 100 niños en Venezuela

Rosneft es una de las corporaciones más activas en Venezuela, donde ha aumentado sus actividades y se ha convertido en el gran intermediario del crudo de este país ante las sanciones impuestas por Washington a la petrolera estatal PDVSA.

La medida se extendió al presidente de la junta directiva de Rosneft Trading, Didier Casimiro, considerado “actor clave” para apuntalar al sector petrolero venezolano.
“Negociaron la venta y el transporte de petróleo venezolano”, condenó Steven Mnuchin, secretario del Tesoro estadounidense, a través de un comunicado emitido este martes.

Ante este panorama, el régimen de Nicolás Maduro decretó una “emergencia energética” en el sector petrolero, e instaló una polémica comisión para la reestructuración de PDVSA en la que mantuvo a su presidente, Manuel Quevedo, pero puso en cabeza de la junta al viceministro Tareck El Aissami, uno de los hombres más buscados por EE. UU.

Después de que han destruido la industria petrolera, poner a la gente que la ha destruido o que no tiene idea de lo que significa su complejidad (…) los resultados van a ser negativos.

Además, la integran el ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y el comandante estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional, Remigio Ceballos, es decir, personas que no manejan el tema petrolero.

“Después de que han destruido la industria petrolera nacional, poner a la gente que la ha destruido o que no tiene idea de lo que significa la complejidad de ese sector, pues realmente lo que va a ocurrir es que los resultados que ese grupo va a obtener van a ser negativos”, vaticinó el experto petrolero venezolano Humberto Calderón Berti, en entrevista con EL TIEMPO.

El otro tema inquietante es que las empresas que hagan negocios con Venezuela podrían estar sujetas a sanciones, como ya sucedió con la subsidiaria de Rosneft.

De hecho, funcionarios estadounidenses han advertido que algunas empresas podrían ser sancionadas por sus actividades relacionadas con Venezuela, entre ellas la española Repsol, la estadounidense Chevron y al conglomerado indio Reliance, aunque reservaron su advertencia más dura a Rosneft:

“Ya sea Rosneft, Reliance, Repsol o Chevron aquí en EE. UU. yo tendría cuidado respecto a sus actividades en Venezuela que apoyan directa o indirectamente a la dictadura de Maduro”. En el caso de Repsol, el encargado del Departamento de Estado para Venezuela, Elliott Abrams, dijo que la petrolera española podría tener que cambiar algunas de sus actividades en el país suramericano.

Desde su exilio en Bogotá, el diputado Carlos Paparoni, quien preside la comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, destacó que las acciones de Rosneft perdieron valor en los 120 minutos siguientes a la sanción por parte de EE. UU.

Ya sea Rosneft, Reliance, Repsol o Chevron aquí en EE. UU. yo tendría cuidado respecto a sus actividades en Venezuela que apoyan directa o indirectamente a la dictadura de Maduro.

“La dictadura le costó a Rosneft 3.500 millones de dólares en 2 horas. El crimen no paga”, trinó Paparoni.

Sin embargo, el Ministerio de Comunicación e Información venezolano difundió el viernes una nota de prensa en la que informaba que los principales inversionistas de la petrolera rusa mantenían su confianza e incrementaban sus ingresos, a pesar de las sanciones.

Reseñaban una nota de Bloomberg según la cual las ganancias de Rosneft PJSC “superaron las estimaciones, reflejando una evidente recuperación en el comercio de Moscú, luego de reportar una caída estrepitosa durante la noche del martes, tras conocerse la medida adoptada por EE. UU.”.

Nicolás Maduro

Nicolás Maduro, líder del régimen venezolano.

Una fuente financiera, que prefirió mantenerse en el anonimato, aseguró a este diario que detrás de la inyección de unos 6.000 millones de dólares a la bolsa para tratar de recuperar la empresa está la propia petrolera rusa.

Lo que se quiere evitar –insistió la fuente consultada– es que haya una “desbandada”.

Pero mientras Calderón Berti se inclina a pensar que la declaración de emergencia hecha por Maduro constituye un acto desesperado, el economista venezolano Manuel Sutherland se enfila hacia la hipótesis de que la reestructuración planteada tendría como norte un posible proceso de privatización de varias partes de PDVSA, algo que ya han adelantado agencias como Bloomberg.

“Es muy probable que se esté discutiendo eso muy por arriba y me duele pensar que ese proceso de privatización sea un proceso muy ruso, en el cual se rematen activos muy valiosos, a precios miserables”, lamentó el economista.

Para él, se estaría planeando “el negocio del siglo” con PDVSA, en el que las beneficiarias serían empresas rusas, chinas, turcas y algunas de las estadounidenses que aún trabajan en Venezuela.

“Yo no creo que ninguna empresa seria vaya a participar en esto. Ese universo va a quedar reducido a empresas chinas, rusas, iraníes, posiblemente, o empresas de maletín de los corruptos venezolanos. Pero no van a levantar la producción”, insiste Calderón Berti.

La producción de petróleo en Venezuela ha caído, a lo sumo, a 730.000 barriles diarios.
 
“No creo que la relación PDVSA-Rosneft se corte. Creo que van a seguir adelante, van a buscar nuevos mecanismos, nuevas triangulaciones, nuevas formas de vender. Es un negocio muy lucrativo para Rosneft Trading, de una escala muy pequeña, pero lucrativo”, asegura Sutherland.

Calderón Berti, quien fue presidente de PDVSA y ministro de Energía durante la denominada Cuarta República, sostiene lo que los demás también confirman: que en 20 años el chavismo se dedicó a destruir la industria petrolera. Los números hablan por sí solos: de los 2 millones de barriles que se llegaron a producir, por día, en el lago de Maracaibo, en el occidental estado Zulia, hoy en día se producen escasamente 20.000 barriles. Y la situación se extiende a todo el territorio nacional.

“En el oriente del país, las instalaciones de superficie han sido totalmente desmanteladas, se las han robado y han vendido el material, el acero que se utiliza en tuberías e instalaciones, para llevarlo a las fundiciones. Todo ante la vista gorda de las autoridades”, condena Calderón Berti.

“De manera que pensar que PDVSA es recuperable es una utopía, y mucho menos con esta gente”, enfatizó a este diario.

Sutherland refuerza el planteamiento de que PDVSA es una empresa destruida. La dibuja con graves problemas económicos arrastrados desde hace varios años, arruinada y quebrada técnicamente.

Andreína Itriago
Corresponsal de EL TIEMPO
Caracas

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