El estrés aumenta la polarización política: Elizabeth Stanley
¿Sabía que prácticas como el yoga y la meditación forman parte de los rigurosos entrenamientos que reciben los militares de la fuerza más poderosa del mundo, la estadounidense?
Los miembros del ejército pasan horas en entrenamientos físicos muy difíciles y enfrentando las más exigentes y duras condiciones, pero se ha demostrado que el bienestar emocional y mental es crucial para que los miembros de estos grupos puedan llevar a cabo sus misiones y enfrentarse de manera efectiva a las situaciones de alto estrés o a las experiencias traumáticas que supone su trabajo.
De hecho, no saber manejar situaciones de estrés o experiencias traumáticas puede ser un enorme factor de riesgo en temas como la seguridad nacional y la política exterior. Eso argumenta la doctora Elizabeth Stanley, creadora de una técnica que busca entrenar la mente para alcanzar el bienestar emocional. Su técnica es conocida como Entrenamiento Mental Basado en la Atención Plena (MMFT, por su sigla en inglés) y su eficacia ha sido comprobada tanto por los militares del ejército estadounidense como por bomberos, médicos de salas de emergencias y hasta maestros de jóvenes adolescentes.
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La doctora Stanley tiene experiencia de primera mano en este tema. Trabajó en el ejército estadounidense como oficial de Inteligencia en Asia, Europa y en la península Balcánica. Además, Stanley es profesora en la Universidad de Georgetown, en Estados Unidos, y es autora de dos galardonados libros. El más reciente se titula Ampliando la ventana: entrenando la mente y el cuerpo para triunfar durante momentos de estrés y recuperarse del trauma.
A continuación Elizabeth Stanley nos cuenta en qué consiste su técnica y cómo puede resultar de gran utilidad, incluso para personas como usted y como yo.
Usted trabaja con organizaciones militares y, allí, ha introducido todo tipo de técnicas para mejorar la resiliencia, para mejorar la salud mental. Háblenos de eso.
Desde la guerra de la independencia estadounidense siempre ha habido un Stanley en el ejército de EE. UU. Mi abuelo luchó en la Segunda Guerra Mundial y en la guerra de Corea, mi papá luchó en la guerra de Vietnam, y yo fui oficial de inteligencia en Corea, Alemania y Bosnia. Cada una de estas generaciones de Stanley sufrieron trauma a causa de su servicio militar. Así que, de algún modo, sentía que debía desarrollar un programa para fortalecer las condiciones mentales.
Cada una de estas generaciones de Stanley sufrieron trauma a causa de su servicio militar. Así que, de algún modo, sentía que debía desarrollar un programa para fortalecer las condiciones
mentales
Ese programa se conoce como MMFT (M-Fit) y es un curso de ocho semanas que ayuda a personas que trabajan en ambientes de estrés extremo a regular su cuerpo y su mente de manera que puedan tomar las mejores decisiones. Y en el caso de los militares, para que el uso de la fuerza sea el último recurso.
Usted usa con frecuencia los conceptos de estrés y trauma. ¿Qué es eso?
El estrés es la respuesta que generan nuestro cuerpo y nuestra mente cada vez que el cerebro de supervivencia percibe una situación amenazante o desafiante. Cuando hablo de cerebro de supervivencia me refiero a esa parte que controla las emociones y nuestra capacidad de recuperación. El trauma ocurre cuando nos encontramos en esa situación amenazante o desafiante y nuestro cerebro de supervivencia nos hace sentir impotentes, indefensos y sin ningún tipo de control sobre la situación.
¿Y qué es eso que llaman el desorden de estrés postraumático?
El estrés postraumático sucede cuando el cerebro de supervivencia no se ha recuperado luego de sufrir de estrés crónico o de trauma, y desarrollamos síntomas de desregulación. Estos síntomas pueden ser cognitivos, como los problemas con la memoria. Pueden ser emocionales, como la depresión o la ansiedad. Pueden ser físicos, como el insomnio o las enfermedades gastrointestinales. Y pueden ser de comportamiento: por ejemplo, el desarrollo de hábitos que nos mantengan en ese estado de estrés activo, como el consumo excesivo del cigarrillo o alcohol, o la búsqueda de situaciones que generen adrenalina.
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En su libro describe un accidente que usted tuvo, que en el fondo sintetiza todos estos conceptos…
Así es. Fue cuando estaba terminando mi tesis para la Universidad de Harvard, después de haber sido militar. Ya venía acumulando estrés desde mi infancia, y cuando estaba en la milicia tuve experiencias traumáticas, incluida una experiencia cercana a la muerte en Bosnia. Tenía síntomas de desregulación, pero no sabía que se trataba de eso.
Un día me senté frente a la computadora, y no había terminado ni la primera oración cuando vomité encima del teclado. No entendía qué estaba pasando, pero debía terminar mi tesis. Entonces compré un teclado nuevo y seguí escribiendo. Ahora entiendo que mi cerebro de supervivencia me estaba diciendo: ‘¡Ya basta! Necesitas descansar’. Pero en ese momento estaba tan condicionada a seguir esforzándome que no estaba escuchando.
Uno de los planteamientos interesantes que usted hace es conectar la polarización política que estamos viviendo en estos tiempos con el elevado nivel de estrés. ¿De qué se trata eso?
Estamos viendo mucha inseguridad y ambigüedad en el planeta en este momento y, como resultado, las personas están más estresadas y traumatizadas. Cuando estamos desregulados emocionalmente, nuestro cerebro de supervivencia nos controla. Esa parte de nuestro cerebro está entonces menos propensa a llegar a acuerdos, percibe todo en términos de nosotros contra ellos y es más probable que procese información neutral o incluso positiva con un sesgo negativo.
Los políticos en muchos países le están hablando a los cerebros de supervivencia, y no podremos llegar a soluciones y a acuerdos mutuos mientras esta parte de nuestro cerebro se siga sintiendo insegura.
Y una de esas técnicas que usted menciona es lo que llama ensanchar la ventana. ¿Qué es eso?
Sí, es una metáfora que utilizo para hablar sobre la ventana de tolerancia a la agitación por estrés que cada uno de nosotros tiene. Y comienza a conectarse en el tercer trimestre de la gestación, mientras todavía estamos en el útero, y la conectamos a lo largo de nuestras vidas. Inicialmente está conectada en interacción con nuestro entorno social, con nuestros padres y otros cuidadores.
De hecho, muchas personas tienen ventanas estrechas desde la infancia porque sus padres pueden tener estrés o traumas no resueltos y luego se transmite intergeneracionalmente. Y también podemos reducirlo a través de eventos de trauma por choque o simplemente estrés crónico diario sin recuperación. Cuanto más estrecha sea nuestra ventana, es más probable que dependamos de todos estos mecanismos de afrontamiento de los que hemos estado hablando, y es más probable que tengamos síntomas físicos o mentales.
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¿Y cuáles son las ventajas de lograr ampliar esa ventana?
Cuando nuestra ventana es amplia, tenemos la capacidad de experimentar mucha excitación por el estrés y, aun así, mantener nuestras funciones cerebrales pensantes en línea, para que podamos tener una buena conciencia situacional y tomar decisiones, incluso durante el estrés. Cuando nuestra ventana es amplia, también somos más tolerantes con la incertidumbre y la ambigüedad y, finalmente, tenemos la mejor capacidad para relacionarnos con otras personas, de modo que podamos ofrecer y obtener apoyo durante situaciones estresantes.
Si uno de nuestros lectores está muy estresado y quiere hacer algo al respecto, ¿qué puede hacer?
Lo primero es dormir más. Cuando dormimos nuestra mente descansa, se recupera, y nuestro cerebro de supervivencia se siente seguro. El ejercicio también ayuda a regular el estrés porque lo libera. Y hay muchas actividades básicas que ayudan a que el cerebro de supervivencia se sienta seguro.
Por ejemplo, dirigir nuestra atención, cuando estamos sentados, hacia el contacto de nuestros glúteos con la silla tiene un gran efecto sobre nuestro cuerpo y mente. Suena extraño, pero estar conscientes de nuestros alrededores hace que nuestro cerebro de supervivencia se sienta seguro y estable, de modo que nos ayuda a hacer parte de esa recuperación necesaria.
¿Y qué le diría a quienes argumentan que no tienen tiempo para seguir esas recomendaciones?
Todo ser humano experimenta estrés y trauma, y el estrés y el trauma son continuos. Caer en ese continuismo tiene mucho que ver con si nuestro cerebro de supervivencia se siente empoderado o impotente. En cualquier situación siempre existe la posibilidad de elegir, incluso en cosas para las que debemos luchar. Y cada vez que podemos acceder a la elección estamos ayudando a alejar nuestros cerebros de lo traumático.
En cualquier situación siempre existe la posibilidad de elegir, incluso en cosas para las que debemos luchar
Nuestros cerebros de supervivencia impactan el estrés, el trauma y las emociones, por lo que una de las mejores cosas que podemos hacer es tener relaciones muy fuertes con las personas que transmiten emociones positivas con nosotros y que se regulan a sí mismas.
Lidiar con la pobreza y la inseguridad del día a día es realmente difícil para los cerebros de supervivencia, pero incluso así cada uno de nosotros puede entrenarse para sentirse más seguro, y lo mejor es que estas técnicas no cuestan dinero. Dormir más, hacer ejercicio, aprender dónde y cómo dirigir la atención son cosas gratuitas. Se trata de tener acceso a la información, y luego tener el compromiso de practicar, hacer que se vuelvan parte de los hábitos diarios, porque lo que sea que estemos haciendo de manera repetida tiene un gran efecto en nuestra mente y cuerpo.
MOISÉS NAÍM
Especial para EL TIEMPO