La red que fomenta el emprendimiento colombo-venezolano

Cuando llegó a Medellín, Irulú Labarca, docente universitaria venezolana con doctorado en emprendimiento y 18 años de experiencia en la creación de empresas, se estrelló contra un muro que creyó infranqueable: lo llamó ‘el código paisa para hacer negocios’. Ella, curtida y hábil comerciante en su país, se sintió de nuevo una principiante en un ecosistema que apenas empezaba a digerir.

“En mi país se negocia rápido. Directo. Acá todo es mucho más despacio, porque no se hacen pactos entre empresarios sino entre amigos. Primero se debe generar amistad y confianza. Se requiere enamorar al interlocutor, convencerlo y eso es un proceso muy lento”, recuerda hoy, cuatro años después de llegar a Colombia.

Pero Irulú convirtió esa ‘novatada’ en una oportunidad de crecimiento para sus compatriotas en este país. Actualmente en la capital de Antioquia, según Migración Colombia, hay 85.062 ciudadanos venezolanos. Y uno de cada cinco de ellos, es decir el 20 %, está desempleado, reportó en un estudio del 2019 del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).

“Muchos de quienes llegamos aquí queremos hacer empresa, pero al no conocer el terreno cometemos errores o no logramos acercarnos a nuestros objetivos. Y esta ciudad tiene un ecosistema de emprendimiento muy rico. Por eso, surgió la inquietud de crear una organización que pudiera servir de puente entre los emprendedores venezolanos, sus posibles socios estratégicos colombianos y las entidades que apoyan estas iniciativas”, cuenta.

Y así nació, en octubre de 2016, Emprecolven, una organización sin ánimo de lucro que, en palabras de sus creadores, de los que Irulú hace parte, busca que “los migrantes puedan tener un aterrizaje mucho más suave que el que nos tocó a nosotros al llegar”.

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Más horas, menos plata

Una población muy capacitada, mal remunerada, sumida en la informalidad y con serias dificultades para tener, no solo cargos acordes con su preparación, sino estables. Ese es el escenario que traza el estudio ‘Panorama laboral de los migrantes venezolanos en Colombia 2014-2019’, de la Universidad Externado de Colombia, lanzado a finales de febrero.

Señala ese documento que actualmente en Colombia hay 1’771.237 migrantes venezolanos. De ese universo, un millón es apto para trabajar. En ese grupo casi uno de cada cinco, el 18 %, tiene un título universitario, técnico o tecnológico, es decir, población con un nivel alto de capacitación.

Sin embargo, las condiciones laborales distan mucho de ser equitativas, por no decir que son totalmente injustas.

“Los venezolanos ganan menos que los colombianos, aunque trabajan más horas. Un 2 % menos si son trabajadores independientes (626.000 pesos mensuales frente a 710.000) y, aproximadamente, un 10 % menos si son asalariados (1,27 millones frente 1,39 millones)”, consigna el informe del Externado.

Y agrega que nueve de cada diez migrantes que logran ocuparse no tienen cobertura formal en seguridad social. Esto, según el documento, “hace pensar que muchos venezolanos ahora son contratados sin garantías sociales también en empresas de mayor tamaño, en principio formales”.

Pero, además, enviar una hoja de vida o aplicar a un proceso de contratación no parece ser una alternativa viable: ocho de cada diez venezolanos que buscan trabajo lo hacen a través del voz a voz o la recomendación de un conocido. Y eso también se convierte en un foco de informalidad para ellos.

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Puentes de negocios

Estas desigualdades persisten por varias razones, según el estudio: por un lado, pocos empresarios saben cuáles son los requisitos para contratar personas de otro país y, por el otro, son muchos los problemas que enfrentan estos para legalizar su estancia y tener un documento que les permita trabajar.

Esto, sumado al viacrucis burocrático en el que se transforma homologar y certificar en Colombia estudios hechos en instituciones de educación superior del exterior.

Un ejemplo de todo eso es Iraidely Mendoza. A ella, la inseguridad la expulsó de Venezuela. Sintió que llegó a su límite cuando le arrebataron todo su equipo de video y fotografía. Profesional en artes visuales y especialista en ‘marketing’ digital, decidió probar suerte en Colombia. Pero los primeros meses fueron imposibles. Por poco no puede regularizar su situación migratoria: “No tenía conocidos acá, no sabía cómo ni qué tipo de visa sacar. Me tuve que devolver varias veces a mi país, hasta que una amiga me asesoró”, explica.

Una vez logró legalizar su estadía en el país, pudo realizar algunos trabajos ‘freelance’, pero lejanos a su verdadera ambición: retomar el arte visual y crear su propia compañía. Y en medio de puertas cerradas y dificultades, logró conectarse con Emprecolven. Asistió a algunos de los talleres gratuitos y le gustó tanto el tema que decidió unirse a la iniciativa.

“Me gustó que acá se le da mucha importancia al ‘networking’, al trabajo de conexiones en pro de la inclusión entre los venezolanos y los colombianos. Se busca contactar al emprendedor con quien lo puede apoyar, financiar o comprar. Además, se puede enseñar y aprender cómo se hacen negocios y se crean lazos en este país”, dice Iraidely.

Y como parte de ese aprendizaje, pudo soltar paulatinamente los trabajos informales, hacer contactos, formar equipo y dedicar energía a su empresa de ‘marketing’ digital: Ideatorio Estudio Creativo, una iniciativa que atiende las necesidades publicitarias de empresas o marcas personales.

“Ese es nuestro objetivo en los talleres y capacitaciones: tender puentes. Enseñamos a convivir con la forma de hacer negocios en el país, a entender cómo funciona el terreno. Pero también buscamos comprender los requisitos legales, los temas de impuestos, de normas y de trámites. Luego, siempre damos un espacio para los contactos, para que haya ruedas de negocios y relaciones públicas entre los integrantes, colombianos y venezolanos, del ecosistema emprendedor”, afirma Irulú Labarca.

Luego, complementa Iraidely: “No tenemos recursos propios. Nosotros conseguimos la sala, la organizamos y hacemos la convocatoria. Trabajamos con las uñas, pero por fortuna ha funcionado”.

Hasta la fecha, Emprecolven ha logrado acercarse a 1.500 emprendedores a través de alianzas estratégicas y talleres gratuitos con el apoyo, entre otros, de la Cámara de Comercio de Medellín, Comfama, la Cámara Colombo Venezolana, Acnur, Acdi/Voca y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre otras.

Nuevas oportunidades

Las dificultades que enfrentan los profesionales de Venezuela para acceder a empleos acordes con su preparación merman su satisfacción en medio del mercado laboral colombiano. Queda la sensación de que se está desperdiciando un foco de talento que podría aportar nuevas miradas de negocios en el país.

El análisis del Externado da cuenta de que mientras los trabajadores colombianos muestran unos indicadores de satisfacción crecientes, algo totalmente opuesto sucede con los migrantes: “Durante el periodo 2018-2019, tan solo el 50,9 % de los trabajadores venezolanos consideraban estable su empleo, comparado al 66,2 % entre 2014-2015. También disminuyó la proporción de ocupados que están satisfechos con su empleo (de 83,5 % a 72,4 %), con las prestaciones recibidas (de 56,1 % a 42,9 %) y con la jornada laboral (de 83,7 % a 69,2 %). El deseo por cambiar de empleo aumentó de 29,2 % de los ocupados totales a 48,4 %”.

Para los miembros de Emprecolven, en la creación de empresa y en la innovación puede estar el motor, el detonante, para mejorar esos indicadores negativos. Pero no solo eso, también se podría potenciar el talento e insertar de forma más productiva a quienes debieron dejar su país. Se trata, según ellos, de permitir que la migración aporte todo su enorme potencial para el crecimiento económico de este país.

“Hay muchos campos apetecidos y en los que hay mucho para crecer si uno se anima a crear su propia empresa. Hemos detectado en nuestros talleres varios: uno de ellos sin duda es la gastronomía, porque tenemos paladares similares; también hay muchísimos profesionales en el sector de la peluquería, especialistas en ‘marketing online’, diseño gráfico, fotografía e informática, solo por mencionar algunas profesiones donde hay de sobra personal calificado”, enfatiza Irulú.

Si bien por ahora la organización opera en Medellín, buscará ampliar su radio de acción a través de cursos en línea. Igualmente, trabaja en la creación y definición de una ‘ruta propia del emprendedor’, que se convierta en guía práctica para avanzar paso a paso en la creación de empresas en Colombia, no solo para venezolanos, sino también para colombianos retornados y nacionales que quieran sumarse a generar emprendimiento usando el talento binacional.

Pero eso requerirá mucha constancia hacia el futuro. Como dice Irulú: “Estamos en busca de recursos, participando en muchas convocatorias. No ha sido fácil, pero todos los emprendedores sabemos que tirar la toalla está prohibido”.

* Publicación con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y Acdi/Voca

RAFAEL QUINTERO CERÓN
En Twitter: @thefugazi

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