¿Cómo influye la pandemia en las grandes guerras del mundo?

Según la universidad Johns Hopkins, el contagio del coronavirus ha llegado a 188 países. La situación del avance del virus varía de un país a otro y cada institución de salud local trata de hacer los análisis más precisos sobre cuántos casos nuevos hay y cuáles son los riesgos que tienen las comunidades.

Sin embargo, en naciones que están sumidas en guerras y conflictos bélicos, las poblaciones enfrentan un especial reto para encontrar atención especial en caso de contagio. Organismos internacionales han advertido que en estos países los grupos armados están aprovechando la pandemia para profundizar y agudizar el conflicto.

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A principios de abril, la ONU hizo un llamado para pedir el cese de la violencia por todo el mundo para ayudar a frenar el avance de la covid-19 y evitar que se agudice el drama de los civiles que viven alrededor de estos conflictos.

Es el caso de países como Yemen, Siria y Afganistán, donde persisten enfrentamientos que obligan a miles de personas a desplazarse diariamente y a exponerse a focos de contagio.

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Los desplazados desamparados en Yemen

Una crónica de la agencia AFP retrata el drama de Nassima Ahmed, una madre de cuatro niños con los que vive en una tienda de campaña improvisada en el campamento de desplazados internos de Waara, en la región occidental de Yemen, quien afirma no disponer de recursos para hacer frente al nuevo coronavirus.

El conflicto de cinco años entre el gobierno, reconocido por la comunidad internacional y apoyado por Arabia Saudita, y los rebeldes hutíes, apoyados por Irán, sumió a millones de yemeníes en la peor crisis humanitaria del mundo, según la Organización de las Naciones Unidas.

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A la violencia de los combates, el riesgo de hambruna y la epidemia de cólera, se añade ahora la amenaza de la covid-19, que podría provocar una catástrofe humanitaria, según las oenegés.

«Hay que almacenar comida en caso de confinamiento. Pero no tenemos nada«, explica a la AFP Nassima Ahmed, sentada junto a sus cuatro hijos instalados en pequeños colchones, bajo lonas blancas sostenidas por trozos de madera.

Pido a todos los que continúan enfrentándose y matando que se retiren y den una oportunidad a la paz.

El campamento de Waara, controlado por el gobierno, alberga a unas 600 familias y está situado en Khokha, a unos 130 km al sur de la estratégica ciudad meridional de Hodeida, en manos de los rebeldes y escenario de intensos combates, antes de un alto el fuego acordado en 2018.

«Yo tengo miedo. Tengo mucho miedo por mis hijos, sobre todo porque el virus es mortal«, añade Nassima, cuyo temor es compartido por los 3,3 millones de desplazados que se amontonan en campamentos que carecen de agua, donde es imposible cualquier distanciamiento físico y donde la asistencia sanitaria es escasa.

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A principios de abril se habló de se anunció un alto al fuego, pero en algunas zonas continúan los bombardeos. A principios de la segunda semana de mayo hubo 10 muertos en combates entre separatistas saudíes y el aliados del gobierno en Yemen.

Las oenegés temen una catástrofe si el virus se propaga, ya que Yemen cuenta con un sistema de salud precario y 24 millones de personas (más de dos tercios de la población), necesitan asistencia humanitaria, según la ONU.

Ataque con dron en Yemen

Enfrentamientos en Yemen. (Foto archivo)

Foto:

Nabil Hasan / AFP

En Siria aprovechan la pandemia para atacar a civiles

La Alta Comisaria de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, acusó a principios de mayo a las partes en conflicto en Siria, entre ellos el Estado Islámico, de aprovechar la pandemia del nuevo coronavirus para perpetrar ataques contra civiles.

«Diversos actores del conflicto en Siria, el Estado Islámico incluido, parecen aprovechar el hecho de que la atención del mundo se centra en la pandemia de la covid-19 para reagruparse y ejercer actos violentos contra la población«, denunció Bachelet en un comunicado en el que dice temer «una bomba de efecto retardado que no puede ser ignorada».

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La ONU ha registrado 33 ataques con artefactos explosivos desde principios de marzo, 26 de ellos en zonas residenciales y siete en mercados. Casi todos en puntos del norte y el este del país, zonas controladas por el ejército turco o las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), dominadas por los kurdos.

La mayoría de estos ataques no fueron reivindicados. El 28 de abril, 51 personas, 29 de ellas civiles, murieron en un atentado con un camión-cisterna cargado de explosivos en un mercado en Afrin, una ciudad del norte del país controlada por el ejército turco y sus apoyos sirios, según el comunicado de Bachelet.

La guerra en Siria estalló en 2011 y dejó hasta ahora un trágico saldo de más de 380.000 muertos y varios millones de desplazados.

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«Incontables familias se han visto traumatizadas, muchas ciudades, pueblos y casas están destruidos», lamentó Bachelet, uniéndose al llamado del secretario general de la ONU Antonio Guterres, para que se declare un alto el fuego.

«Pido a todos los que continúan enfrentándose, matando y forzando la huida de los sirios, que se retiren y den una oportunidad a la paz», pidió Bachelet.

Ataque en Siria

Los enfrentamientos en Siria pese a que organizaciones pidieron cesar los enfrentamientos.

Afganistán y el riesgo de contagio entre los prisioneros

Afganistán y los talibanes negociaron la liberación de prisioneros como un gesto para promover los diálogos de paz, en el cual también está involucrado Estados Unidos. Ante la escalada del coronavirus en los centros penitenciarios, la petición se hizo aún más necesaria.

Aunque el enviado de Estados Unidos declaró que se ha avanzado en el diálogo entre las partes para efectuar el retiro de tropas de Afganistán, en Kabul, la capital, se registró en los últimos días un sangriento ataque a un hospital de maternidad. Lo que se enmarca en recrudecimiento de la violencia en plena pandemia, mientras se adelantan los diálogos de paz.

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Los hombres armados que atacaron una unidad de maternidad gestionada por Médicos Sin Fronteras (MSF), en Kabul, «vinieron para matar a las madres», declaró la oenegé en un comunicado.

«Está claro que este ataque estaba dirigido contra una maternidad con el objetivo de matar a las madres a sangre fría», denunció MSF, en un comunicado publicado el jueves por la noche, en alusión al ataque perpetrado el martes que causó 24 muertos -incluyendo bebés, mujeres y enfermeras- y al menos 20 heridos.

«Entraron en las habitaciones de la maternidad, disparando contra las mujeres que estaban en sus camas. Era algo metódico. Las paredes quedaron acribilladas de balazos, había sangre en el suelo», indicó MSF, citando a Fréderic Bonnot, responsable de los programas de la oenegé en Afganistán.

Incluso, este martes, el gobierno afgano dijo que repelió una ofensiva talibán. Lo que demuestra que, pese al contagio del coronavirus, los conflictos no han dado tregua.
Las fuerzas de seguridad afganas anunciaron el martes haber repelido una ofensiva de los talibanes contra Kunduz, estratégica ciudad del norte de Afganistán, que en el pasado los insurgentes llegaron a controlar brevemente.

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«Hacia la 01H00 de la madrugada los talibanes atacaron la ciudad de Kunduz desde varias direcciones», indicó el ministerio afgano de Defensa en un comunicado.

«Los ataques fueron repelidos y nuestros puestos de avanzada se reinstalaron», dijo Hadi Jamal, portavoz del ejército afgano para el norte del país.

INTERNACIONAL
*CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS

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