Jefe de Defensa de EE. UU. rechaza uso militar para frenar protestas

El secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, rompió este miércoles con el presidente Donald Trump al señalar que no comparte la idea de desplegar a militares para controlar las marchas que se han desatado en todo el país tras el homicidio de un afroamericano a manos de un policía blanco.

De acuerdo con Esper, esa medida debe ser solo el último recurso y en casos de extrema emergencia. Algo que a su juicio no está sucediendo.

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«Tal opción de usar fuerzas militares activas en tareas policiales solo debería ser empleada como último recurso y solo en la las graves y precarias situaciones. Y no estamos ante una situación semejante en este momento. No apoyo que se invoque el Acto de Insurrección«, dijo Esper durante una rueda de prensa en el Pentágono.

Este lunes, Trump amenazó con enviar los militares a las calles si los gobernadores no lograban poner orden en sus estados tras varios días de marchas que por momentos se han tornado violentas y conducido a saqueos de establecimientos comerciales e incendios de edificios y automóviles.

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Trump indicó que estaría dispuesto a invocar el Acto de Insurrección de 1807, una ley de las épocas de la Guerra Civil que le permite al presidente desplegar las fuerzas armadas en el territorio nacional cuando se ha presentado una insurrección o se esté obstaculizando el cumplimiento de las leyes del país.

Su declaración generó gran controversia en un país que rara vez ha utilizado a los militares para controlar casos de protesta social. Y si bien el presidente cuenta con esa potestad, el Acto de Insurrección solo se ha empleado en una ocasión en la historia reciente.

Eso fue en 1992 para controlar las violentas protestas que se desataron en Los Ángeles tras la absolución de cuatro policías blancos que habían sido acusados de propinar una brutal golpiza al afroamericano Rodney King. Y solo luego de que el gobernador del estado de California lo solicitara.

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Manifestaciones en EE. UU.

Trump propuso el despliegue de militares invocando el acto de insurrección.

La única otra ocasión que se recuerda sucedió en el 2005 tras los estragos que causó en varios estados del sur el paso del huracán Katrina pero para ayudar con las labores de rescate y mantener el orden.

La ruptura de Esper con Trump le añade aún más drama a la caótica semana que se ha vivido en EE. UU. tras el asesinato de George Floyd. Y le añade leña a la hoguera que prendió el presidente este lunes cuando utilizó a la fuerza pública para remover a los manifestantes que protestaban de manera pacífica frente a la Casa Blanca. Tras la orden, Trump salió caminado de su residencia para tomarse una fotografía frente a una iglesia contigua que sufrió un incendio la noche anterior.

Este martes en la noche marcó el octavo día consecutivos de protestas. Y si bien se presentaron algunos disturbios en Nueva York y otras ciudades, las marchas fueron más medidas que en las jornadas anteriores.

Esper, por otro lado, también se refirió en duros términos a la muerte de Floyd y al racismo en EE. UU. Según Esper, quien fue oficial de infantería y combatió en la guerra de Golfo Pérsico en 1990, la muerte del afroamericano fue un crimen horrible y pidió el máximo rigor de la ley para los responsables.

«El racismo es algo real en Estados Unidos y todos debemos hacer lo posible por reconocerlo, confrontarlo y erradicarlo», dijo el funcionario. El secretario de defensa fue confirmado en su cargo en julio del 2019 para reemplazar al general Jim Mattis, que renunció en diciembre del 2018.

En los últimos meses han circulado rumores de que Trump está inconforme con Esper, pues no  ha mostrado la devoción que exige de sus funcionarios. Este miércoles se especulaba que tendría los días contados y que el presidente estaba furioso por el desafío público.

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Pero también trascendió que estaba bajo gran presión de un sector del departamento de Defensa que no está de acuerdo con el manejo que Trump le ha dado a la crisis actual y que se oponen a que utilice a las fuerzas armadas con objetivos políticos.

Por otra parte, los expertos creen que destituirlo podría no ser una buena movida pues acentuaría la percepción de que el país están en crisis y a solo cinco meses de las elecciones presidenciales.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington

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