‘Madama Butterfly’: de las óperas más reconocidas de la historia, ahora sin prejuicios

CINCINNATI, Ohio — El elenco y el equipo técnico de la producción reciente de la Ópera de Cincinnati de “Madama Butterfly” de Puccini —en su mayoría artistas asiáticos y asiático-estadounidenses— reimaginaron la ópera clásica, poniendo de cabeza los estereotipos sobre las mujeres y la cultura japonesa. La actualizaron con vestuario y escenarios parcialmente inspirados en el anime, eliminaron del libreto las imprecisiones históricas y reformularon gran parte de la obra como una fantasía de videojuegos.
“Se siente un poco como un experimento mayor”, dijo Matthew Ozawa, el director, cuyo padre es japonés y su madre es blanca. “Es muy emotivo”.
“Madama Butterfly”, estrenada en 1904 (y ambientada en esa época), trata sobre una geisha despechada de 15 años de Nagasaki que es abandonada por un teniente de la Marina de EU después de embarazarla. La ópera tiene mucho tiempo de ser criticada por su retrato de las mujeres asiáticas como exóticas y sumisas, y por el maquillaje exagerado y el vestuario estereotipado en algunas producciones.
Ahora, después de años de presión, muchas compañías están reelaborando la ópera y dando a artistas de ascendencia asiática un papel central en reformular su mensaje e historia.
Directores con raíces asiáticas encabezan cuatro grandes producciones este año en Estados Unidos. La versión reciente de la Ópera de San Francisco, dirigida por Amon Miyamoto, exploró el sufrimiento y la discriminación que experimenta un personaje birracial. El Boston Lyric Opera está ambientando parte de su próxima producción en un club nocturno del Barrio Chino de San Francisco en la década de 1940.
La Royal Opera House de Londres también actualizó recientemente su producción, eliminando el maquillaje blanco, las pelucas y los peinados estilo samurái.
En Cincinnati, la ópera inicia con un hombre blanco solitario de unos 20 años que se pone un casco de realidad virtual para adentrarse en una fantasía sobre Japón, asumiendo el personaje del teniente estadounidense B.F. Pinkerton.
En ciertos momentos, los personajes se congelan, como cuando Pinkerton dice algo ofensivo o el coro hace gestos estereotípicos. “Vemos estos momentos que se remontan a lo que sería la tradición y entonces la borramos”, dijo Ozawa.
Los artistas detrás de las producciones nuevas dicen que quieren preservar el espíritu de la obra de Puccini y hacerla accesible a un público más amplio. Mientras que rehacer la ópera ha sido liberador para muchos de ellos, la reacción del público ha sido mixta.
En Nueva Orleans, mucha gente aplaudió la reciente producción de Aria Umezawa y dijo que era refrescante ver a una mujer fuerte al centro de la ópera. Pero algunos criticaron el final. En lugar de suicidarse, el personaje principal arroja a un lado una daga que le entregaron, toma a su hijo en brazos y sale tempestuosamente del escenario.
“El que ella no muriera le robó patetismo a la historia”, escribió un asistente a la ópera en una encuesta realizada por la Ópera de Nueva Orleans. “No necesito una Butterfly empoderada”.
Ozawa dijo que decepcionar a la comunidad japonesa si su producción no era un éxito lo tenía nervioso. Pero en la noche del estreno, sus temores se calmaron cuando estallaron vítores después del telón final.
“Puede haber cierta incomodidad en nuestra historia, pero el cambio sólo puede ocurrir si hay incomodidad”, dijo.
JAVIER C. HERNÁNDEZ. THE NEW YORK TIMES
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