¿Por qué los subsidios energéticos están causando disputas entre franceses y alemanes?

Las diplomacias francesa y alemana juegan esta semana un baile que puede marcar el futuro de gran parte de la política industrial y energética europea y que será clave para sectores como el del acero (y con él el de las automotrices), el químico y las futuras grandes plantas industriales de producción de baterías para autos y otros medios de transporte y para producir semiconductores.

¿Se debe poder subsidiar, dentro de la Unión Europea y de acuerdo a su normativa de Competencia, los precios de la electricidad para los consumidores industriales? El choque es de fondo porque de su solución saldrá lo que Europa haga para intentar conservar esas industrias. El acuerdo podría estar en que se permitiera subsidiar solo a los industrias intensivas en consumo eléctrico a cambio de no hacerlo a las demás, pero ese acuerdo está todavía muy lejos.

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El debate arrancó con el estallido de la pandemia y se alargó con la crisis energética europea provocada por la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022. Una de las medidas que se tomaron desde la Comisión Europea para sostener las economías europeas fue la de permitir subsidios masivos a las industrias que hasta entonces la normativa europea prohibía de forma generalizada y que solo eran autorizados en casos excepcionales y tras el visto bueno de la poderosa Dirección General de Competencia de la Comisión Europea.

Ucrania

Debido a la guerra, la Comisión Europea permitió los subsidios masivos a las industrias que hasta entonces la normativa europea prohibía de forma generalizada.

Ese período excepcional acaba legalmente el próximo 31 de diciembre y en la Comisión nadie parece tener la intención de extenderlo. Los gobiernos no podrán seguir en 2024 con los subsidios sin ir a pedir permiso a Bruselas caso por caso. Ese cierre del período excepcional genera esa bronca entre París y Berlín.

El Gobierno francés quiere que se permita mantener de forma permanente subsidios a la electricidad generada en sus centrales nucleares y quiere que así aparezca en la reforma del mercado eléctrico europeo que la vicepresidenta española Teresa Ribera intenta pactar entre los 27 Estados miembro de la Unión Europea. España ostenta la presidencia semestral del Consejo de la Unión Europea.

Francia quiere que se permita subsidiar “la construcción de nuevas plantas nucleares y la renovación de las existentes”.

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Bruselas teme que una guerra de subsidios a la energía que consume la industria tengan efectos de distorsión del mercado interno europeo

Los alemanes se niegan. Temen, cuentan fuentes comunitarias, que los subsidios a la nuclear francesa hagan que esa electricidad subvencionada atraiga a sus industrias. Los franceses llevan años defendiendo su sector nuclear, el mayor de Europa y segundo del mundo, pero los alemanes se preguntan por qué necesitan subsidios si la nuclear es supuestamente tan barata como dice París.

La diplomacia francesa está usando todas las palancas a su alcance. En las próximas semanas los ministros de Economía y Finanzas de los 27 Estados miembro de la Unión Europea deben elegir a la próxima presidenta del Banco Europeo de Inversiones.

Las dos candidaturas principales son las de la ministra española de Economía Nadia Calviño y la de la comisaria europea de Competencia, la danesa Margrete Vestager. París asegura que su voto será para quien se comprometa a que el Banco Europeo de Inversiones financie proyectos nucleares, algo que rechaza Berlín.

Alemania

Planta de energía nuclear (imagen de referencia).

Tampoco es que Alemania no quiera subsidios de ninguna manera y abogue por la libre competencia total. El Gobierno de coalición germano (socialdemócratas, ecologistas y liberales) prepara un plan para fijar el kilovatio hora para la industria en un máximo de cinco céntimos de euro. Es algo que sin acuerdo de la Comisión Europea no podrá hacer. Es una medida, como recuerda el digital de Bruselas Politico, que distorsionaría el mercado interno europeo porque las empresas alemanes tendrían una ventaja competitiva que las de otros países del bloque no tendrían porque sus gobiernos no tienen tanto margen para darles ayudas económicas.

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Si Alemania se queja de que una Francia que subsidie su energía nuclear podría quitarle industria intensiva en electricidad, esos subsidios alemanes podrían arrastrar a territorio alemán a industrias de otros países europeos. La industria alemana y dos tercios del Gobierno (socialdemócratas y ecologistas) quieren que la energía se subsidie muy barata a la industria al menos hasta 2030. Los liberales dicen que eso sería dar una señal equivocada en momentos de transición energética y que es una solución que frenará la emergencia de soluciones industriales que consuman menos recursos.

Bruselas teme que una guerra de subsidios a la energía que consumen la industria tengan esos efectos de distorsión del mercado interno europeo y que además genere conflictos comerciales con terceros países que podrían aprobar otros subsidios si consideran que las empresas con subsidios alemanes o franceses compiten dopadas.

Otro factor negativo sería que el resto de países europeos verían menos interés en defender el mercado interno europeo, que ha sido beneficiario económicamente para todos durante décadas.

Von der Leyen

Bruselas teme que una guerra de subsidios a la energía que consume la industria tenga esos efectos de distorsión del mercado interno europeo.

Foto:

Bloomberg

Los subsidios a la energía que usan las industrias son además ilegales en su mayor parte según la Organización Mundial del Comercio, argumento que la Unión Europea ha usado en el pasado para denunciar a China cuando hacía lo mismo y para imponerle aranceles suplementarios a sus exportaciones a Europa de productos como acero o aluminio.

La otra gran bronca europea se produce contra Estados Unidos, cuyos planes industriales suman ya más de 1,6 billones de dólares y que ve cómo empiezan a funcionar con la apertura en su territorio de plantas de grandes empresas europeas como Volkswagen, Siemens, Engie, BASF o BMW.

IDAFE MARTÍN PÉREZ
PARA EL TIEMPO
BRUSELAS

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