¿Cómo la sequía está afectando a la Amazonia?
El tanque de agua dulce más grande del planeta está en problemas. La selva amazónica, por donde fluye una quinta parte del agua dulce del mundo, se ha estado resintiendo de una poderosa sequía que no muestra señales de ceder.
La sequía, probablemente agravada por el calentamiento global y la deforestación, ha desatado grandes incendios forestales que han vuelto peligroso al aire para millones de personas, incluyendo las comunidades indígenas, al mismo tiempo que ha secado importantes ríos.
Un río importante alcanzó su nivel más bajo jamás documentado el 16 de octubre, mientras que otros se han acercado a récords, asfixiando a delfines rosados en peligro de extinción, cerrando una importante planta hidroeléctrica y aislando a decenas de miles en comunidades remotas.
“Ahora solo hay tierra donde solía estar el río”, dijo Ruth Martins, de 50 años, una líder de Boca do Mamirauá, una pequeña comunidad ribereña.
Las condiciones secas están acelerando la destrucción de la selva tropical más grande y con mayor biodiversidad del mundo, donde algunas partes han comenzado a transformarse de ecosistemas húmedos que almacenan enormes cantidades de gases que atrapan el calor a ecosistemas más secos que liberan esos gases a la atmósfera —un doble revés para la lucha global contra el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
“Esta es una catástrofe de consecuencias perdurables”, dijo Luciana Vanni Gatti, científica en el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales de Brasil. “Mientras más pérdida de bosques tengamos, menos resiliencia tiene”.
Estudios recientes han demostrado que el cambio climático, la deforestación y los incendios han dificultado que la Amazonia se recupere de graves sequías.
Gatti advirtió que lo peor aún podría estar por llegar. Se anticipa que la temporada de lluvias comience pronto. Si la sequía que comenzó en junio persiste, sería la primera vez que condiciones tan extremas se afianzaran en el periodo más seco de la Amazonia y continuaran en su periodo más húmedo.
En Tefé, un municipio rural en el noroeste de la Amazonia, los residentes han estado remando en canoas por estrechos arroyos que alguna vez fueron ríos. Unas 158 aldeas ribereñas de la región quedaron aisladas, dijo Edivilson Braga, coordinador del servicio de defensa civil local. Agregó que las autoridades han entregado miles de canastas básicas de comida, muchas de ellas vía helicópteros, a miles de familias.
Ayan Santos Fleischmann, hidrólogo del Instituto Mamirauá, una organización de investigación con sede en Tefé, dijo que la Amazonia enfrenta ahora “desastres simultáneos”: escasez de precipitaciones, calor abrasador y temperaturas altísimas del agua.
“Y lo que más nos asusta es lo que nos espera”, afirmó.
En toda la Amazonia, pozos y arroyos se han secado, dejando a las comunidades sin agua potable. Algunos residentes beben, cocinan y se bañan en agua contaminada.
“Esta agua está enfermando a los niños; está enfermando a los mayores”, afirmó Braga.
A las autoridades de salubridad también les preocupa que los charcos de agua estancada y sobrecalentada puedan ser criaderos de mosquitos portadores de malaria y dengue.
La sequía ha afectado a innumerables especies animales. En el cálido Lago Tefé, desde el 23 de septiembre han aparecido los cadáveres de más de 150 delfines rosados de río, dijo Fleischmann.
Gran parte de la destrucción del área ha sido causada por la mayor vulnerabilidad del bosque más seco a los incendios que normalmente inician los agricultores y otras personas que desmontan la tierra. Incendios forestales han consumido más de 46 mil kilómetros cuadrados de la Amazonia este año. El humo de los incendios forestales volvió el aire tan peligroso en Manaos, una ciudad de 2 millones de habitantes, que recientemente se convirtió en una de las ciudades más contaminadas del planeta, reporta el proyecto Índice Mundial de Calidad del Aire.
Según los expertos, la falta de lluvia se debe en gran medida a dos patrones climáticos. Desde el oeste, El Niño, que calienta las aguas del Pacífico cerca del Ecuador, ha ido ganando fuerza. Desde el suroeste, las altas temperaturas en las aguas del Atlántico norte han acelerado el flujo de aire hacia la Amazonia, impidiendo la formación de nubes de lluvia.
La sequía de los ríos también es un duro golpe para la economía de la región. Las barcazas que transportan maíz con destino a China y otros países se vieron obligadas a reducir su carga a la mitad a lo largo de un importante río el mes pasado porque el agua era demasiado poco profunda y la erosión del lecho de un río provocó el colapso de un puerto.
“Simplemente estamos orando para que llueva”, dijo Martins, la líder comunitaria.
Por: ANA IONOVA y MANUELA ANDREONI
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