El uso del reconocimiento facial para los vuelos comerciales: propuesta que ahorra tiempo de espera
Una mañana reciente entraban los viajeros en torrente al aeropuerto de La Guardia, en Nueva York. Algunos lucían desmañanados mientras registraban sus maletas y se dirigían a las filas de revisión de seguridad.
Todo transcurría como de costumbre, hasta que algunos se acercaron a una fila casi vacía. Uno por uno, caminaron hasta un quiosco que tenía una iPad que les tomó una fotografía. En cuestión de segundos, la imagen de cada pasajero se cotejó con una fotografía de una base de datos del Gobierno y el viajero pasó el control de seguridad. No hubo necesidad de identificación física ni pase de abordar.
Este tamizaje mediante software de reconocimiento facial es sólo un ejemplo de cómo la tecnología biométrica, que utiliza identificadores físicos únicos de los individuos, como su rostro o sus huellas dactilares, promete transformar el transporte aéreo.
Este año podría ser el “punto de inflexión” para el uso generalizado de la biometría en los viajes aéreos, dijo Henry Harteveldt, analista de la industria en Atmosphere Research. Es posible que rituales como la revisión de seguridad, la entrega de equipaje y el embarque pronto requieran sólo el rostro, “lo que ayudará a reducir los tiempos de espera y el estrés”, dijo.
En Estados Unidos, las principales aerolíneas han invertido cada vez más en tecnología de reconocimiento facial, al igual que las agencias gubernamentales a cargo de la seguridad de la aviación. En otros lugares, un creciente número de aeropuertos internacionales están instalando puertas electrónicas con capacidad biométrica y quioscos de autoservicio en inmigración y aduanas.
Eso podría significar una mayor seguridad y un procesamiento más veloz para los pasajeros, dicen los expertos. Pero también plantea preocupaciones en materia de privacidad y ética.
Morgan Klaus Scheuerman, investigador de la Universidad de Colorado que estudia la ética de la inteligencia artificial y la identidad digital, dijo que han surgido muchas preguntas sobre el uso de la biometría en los aeropuertos: ¿Cómo se entrenan y evalúan los sistemas? ¿Se consideraría la exclusión voluntaria como una señal de alerta? ¿Qué pasa si sus documentos no coinciden con su apariencia actual?
Melissa Conley, ejecutiva de la Administración de Seguridad en el Transporte de Estados Unidos, dijo que la tecnología biométrica es mejor que los agentes humanos para cotejar rostros rápidamente. “Las máquinas no se cansan”, dijo.
El reconocimiento facial reduce en más de un minuto la entrega de equipaje y reduce la interacción de seguridad de 25 segundos a unos 10 segundos, dijo Greg Forbes de Delta Air Lines, que está probando un programa biométrico en La Guardia y otros cuatro aeropuertos de Estados Unidos.
El ahorro de tiempo se acumula, lo que hace que la fila sea notablemente más rápida, añadió.
Otras aerolíneas han iniciado experimentos similares.
Un informe reciente de SITA, proveedor mundial de tecnología de informática, dice que se espera que el 70 por ciento de las aerolíneas mundiales use algún tipo de identificación biométrica para el 2026, y el 90 por ciento de los aeropuertos está invirtiendo en esta tecnología.
Ya han aterrizado experimentos más completos en algunos aeropuertos fuera de EE. UU. Este año, el aeropuerto Changi de Singapur tiene la intención de eliminar el pasaporte para las salidas; todos los pasajeros, independientemente de su nacionalidad, podrán utilizar este sistema. En el aeropuerto de Frankfurt, Alemania, los pasajeros ahora pueden usar sus rostros desde el momento del check-in hasta el embarque. El aeropuerto está instalando tecnología biométrica en sus dos terminales.
En el Aeropuerto Internacional Capital de Beijing, el aeropuerto más transitado del País, los viajeros pueden utilizar el reconocimiento facial durante todo su viaje, incluso para pagar artículos en las tiendas libres de impuestos.
Pero los detractores creen que la conveniencia de la tecnología no supera el alto potencial de abuso —desde vigilancia ilimitada hasta efectos indeseados como perpetuar la discriminación racial y de género.
En una tarde reciente en el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de NY, Brad Mossholder, de 45 años, utilizó la fila de identificación digital de Delta para pasar rápidamente el control de seguridad y saltarse una docena de viajeros en un carril adyacente. Volaba a San Diego, California, y, como viajero frecuente de negocios, ya había utilizado el reconocimiento facial. El proceso es más rápido y sencillo, dijo Mossholder, y no le preocupaba la privacidad.
“Honestamente, mi foto está en LinkedIn y en un millón de sitios de redes sociales”, dijo. “Si realmente quisieras ver una foto mía, podrías hacerlo”.
Por: CHRISTINE CHUNG