‘La corrupción va de la mano de la debilidad institucional’
En vista de la reciente detención del expresidente de Brasil Michel Temer, la corrupción entre expresidentes latinoamericanos volvió a ser el tema de la semana. Entrevistamos a una experta:
¿Qué condiciones se dan en la región para que haya tantos casos de corrupción presidencial?
La corrupción va de la mano de la debilidad institucional. En América Latina no ha discriminado entre izquierda y derecha, ha llegado a países grandes y pequeños, economías abiertas y cerradas.
Tienen en común todos los casos unas democracias vulnerables y poco control y equilibrio de las otras ramas de gobierno. Hasta ahora había existido entre los círculos políticos, e incluso entre la población, una inaceptable tolerancia y gran impunidad ante la corrupción.
Muni Jensen, analista senior de Albright Stonebridge Group.
Albright Stonebridge Group
¿Qué significa para democracias como las latinoamericanas que casi 15 exmandatarios estén tras las rejas o procesados?
Para ser justos, en casi todos los casos ha sido un solo escándalo enorme el que ha tocado todo el continente. El caso Odebrecht y la operación Lava Jato adelantada por la justicia brasileña echaron a rodar la pelota y arrasaron con gobiernos en todos los países, salvo unos casos como el de Guatemala con Otto Pérez Molina.
Pero este caso le destapó los ojos a la región sobre los oscuros vínculos entre los políticos y algunos de la clase empresarial. El hecho de que los mandatarios estén presos o investigados es una buena señal, tanto de la fuerza que ha tomado el sector judicial como de la intolerancia del público.
La consecuencia preocupante es que estos casos abren aún más la brecha de desconfianza y desconexión entre los votantes y los políticos.
El hecho de que los mandatarios estén presos o investigados es una buena señal…
¿Alguna salida?
Las propias condenas y el escándalo de Odebrecht son un elemento de disuasión. Pero es insuficiente: la fortaleza de las instituciones es clave.
Es necesaria una justicia independiente y que se colabore entre países. También, cambios en los requisitos de financiación de los partidos políticos. Y que los electores castiguen a los corruptos con su voto.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington