Los cubanos de nuevo viven en cámara lenta por crisis energética
Ernesto Mirabal prácticamente no durmió. Este taxista cubano debió hacer una fila de casi cinco horas en una gasolinera, en momentos en que la falta de combustible fuerza a la isla socialista a vivir, una vez más, en cámara lenta.
“Llegué sobre las 11 y pico y eché gasolina a las cuatro, porque a las siete tenía servicio (un cliente)”, cuenta Mirabal, de 48 años. “Ahora tengo gasolina para hoy y mañana, pero pasado mañana tengo que volver a la odisea”, añade, y destaca que entre sus colegas reina un ambiente “de mucho estrés y mucha incertidumbre”.
Desde que el presidente Miguel Díaz-Canel pidió el 11 de septiembre “austeridad y ahorro” de combustible, debido a las sanciones de Estados Unidos contra las navieras que transportan el petróleo venezolano, vientos de pánico soplan para una población que corrió a abastecerse de carburantes.
La situación es tan complicada que Díaz-Canel pidió “desempolvar” las medidas aplicadas durante el denominado ‘período especial’ de los años 90, cuando una severa crisis económica provocó estragos en la población tras la caída de la Unión Soviética.
Ahora tengo gasolina para hoy y mañana, pero pasado mañana tengo que volver a la odisea (…) Tenemos mucho estrés y mucha incertidumbre.
En aquel entonces fueron impactadas las redes de transporte urbano e interurbano, y hubo constantes y largos apagones eléctricos que se sumaron a la escasez de alimentos y otros bienes.
De ahí que los cubanos recuerden con escalofríos esa época que provocó migraciones masivas y dolorosas separaciones de familias.
No obstante, el líder expresó que “no están al inicio de otro ‘periodo especial’, y que la actual crisis es una “situación coyuntural” provocada por el recrudecimiento del embargo de EE. UU. y las restricciones de la administración Trump.
Cuba produce petróleo suficiente para cubrir un 40 por ciento de sus necesidades (principalmente generar electricidad en plantas térmicas), según datos del Gobierno, y el resto lo recibe prácticamente en su totalidad de Venezuela a precios subsidiados, ya que el régimen de Nicolás Maduro es su principal socio y amigo.
En Cuba, que conectó la 3G (internet móvil) en diciembre, las redes sociales están funcionando a toda máquina. Las imágenes de filas interminables en las estaciones de servicio se multiplican en Twitter y Facebook, y se crearon grupos de WhatsApp en torno a la pregunta de moda: “¿Dónde hay combustible?”.Algunas de las medidas son idénticas a las que se tomaron hace 25 años: el transporte público se redujo al mínimo, mientras agentes de la policía detienen a los autos estatales para obligarlos a llevar pasajeros.
En los campos de caña de azúcar, principal producto de exportación, miles de bueyes reemplazarán las máquinas. En las empresas y administraciones públicas se reducen horarios, está prohibido encender los equipos de climatización y hay cortes de electricidad en algunas horas del día.
Se utilizará carbón vegetal, leña y aserrín para cocinar en entidades gastronómicas, comedores obreros, centros de elaboración y pequeñas industrias.
Algunos empleados están en paro técnico y otros trabajan desde casa. Asimismo, se redujo la frecuencia de recolección de basura en La Habana, situación que complica la lucha contra el dengue, según reconoció el Ministerio de Salud.
Ante la escasez de combustible los cubanos intentan sobreabastecerse.
Eliana Aponte
En las universidades, la situación es cada vez más difícil: han tenido que reajustar los horarios, reducir el tiempo de las clases e incluso cerrar facultades uno o dos días a la semana.
En el caso de la Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría (Cujae), la principal del país en ingenierías y arquitectura, cerrará sus puertas los lunes y martes, por lo que solo habrá clases 3 días.
Mientras, en la Universidad de La Habana (UH), la más prestigiosa de Cuba, se han suspendido las clases los viernes, en el resto de los días laborables se ha acortado su duración y las facultades se cierran a las 3 de la tarde en lugar de las 6, como era habitual. En otras universidades, las medidas son similares para reducir el consumo de electricidad y combustible.
Para el economista Omar Everleny, la situación de pánico por el combustible tiene una explicación simple: “Las personas piensan que se va a complicar después más, a pesar de lo que están diciendo las autoridades”, que prometieron regresar a la normalidad en octubre.
“La gente piensa que se va a acabar y entonces todo el mundo está tratando de acaparar el mayor combustible posible”, añade Everleny. En las gasolineras, muchos conductores se reabastecen y llenan bidones, a pesar de los carteles que prohíben esta práctica. “Si vas a hacer una cola (fila) de tres cuadras, vas a comprar cuatro, cinco veces lo que comprabas antes”, explica.
Frente a la crisis, el Gobierno multiplica los mensajes tranquilizadores. Díaz-Canel pide “pensar como país”, con reiterados llamados a la unidad. “El imperialismo no nos amargará la vida ni nos quitará el sueño. Enfrentamos esta situación, sistematizamos medidas de ahorro, nos prepararemos, crecemos y venceremos”, trinó.
El imperialismo no nos amargará la vida ni nos quitará el sueño. Enfrentamos esta situación, sistematizamos medidas de ahorro, nos prepararemos, crecemos y venceremos.
Sin embargo, el horizonte económico parece sombrío. “Si tienes paralizado el país, ¿de dónde vas a lograr el crecimiento?”, se pregunta Everleny, y recuerda que las cifras del turismo en el primer semestre mostraron un descenso de los visitantes europeos, a las que pronto se sumarán las de los estadounidenses, que desde junio tienen prohibido viajar a la isla en cruceros.
Everleny considera que la escasez actual revela “una crisis de divisas” del país, incapaz de comprar petróleo fuera de Venezuela, donde tiene facilidades de pago a cambio del envío de miles de médicos. Y respecto a la prometida vuelta a la normalidad en octubre, señala que “es volver a un periodo de bajo crecimiento e incertidumbre”.
Por eso, el Gobierno arreció sus denuncias y sus quejas, porque según sus cálculos, la isla registró más de 4.000 millones de dólares en pérdidas en un solo año como consecuencia del embargo financiero y comercial que le aplica EE. UU., según los cálculos divulgados por su canciller, Bruno Rodríguez.
Bruno Rodríguez, canciller cubano, dice que Trump es el presidente de EE. UU. que más ha apretado el bloqueo.
Reuters
El daño a la economía cubana ascendió concretamente a 4.343 millones de dólares entre abril de 2018 y marzo de 2019, período que no recoge el más reciente endurecimiento del embargo con nuevas medidas de la administración de Trump desde abril, informó el ministro.
Cuba asegura que Donald Trump superó a sus 10 antecesores y es el presidente de EE. UU. que más ha apretado el lazo del bloqueo para asfixiar a la isla.
Se puede “afirmar categóricamente que medidas de la naturaleza que se están aplicando, con la saña, intensidad y agresividad y el alcance extraterritorial con que se están produciendo, son inéditas”, afirmó Rodríguez.
REDACCIÓN INTERNACIONAL
*Con agencias