¿Qué puede pasar con el embajador Francisco Santos?
Gran polémica desató en el país la divulgación de una conversación privada entre el embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos, y la nueva canciller, Claudia Blum, en la que el diplomático se refiere en duros términos al Departamento de Estado y critica, junto a su nueva jefa, al ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, y al exministro en esta misma cartera Guillermo Botero.
Desde entonces se especula sobre si Santos podrá seguir representando efectivamente a Colombia tras haber cuestionado en esos términos a una de las instituciones más importantes de EE. UU.
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En la grabación, que fue obtenida mientras ambos charlaban en un salón reservado del hotel Mandarín Oriental, en Washington, Santos le dice a Blum que el Departamento de Estado está “destruido, no existe”, en alusión al poco peso que tiene en la administración del presidente Donald Trump, y hasta lo compara con una ONG.
Santos le estaba dando a Blum –que acababa de ser nombrada canciller, dos días antes– un panorama del ambiente político que existe en Washington y de los temas que, a su juicio, son los más relevantes en las relaciones bilaterales entre ambos países.
No hay duda, y en eso coincide la mayoría, de que las palabras que usó el embajador resultaron muy destempladas, a pesar de que no estaban dirigidas para el consumo público sino que eran más bien parte de una conversación franca y coloquial entre dos funcionarios del mismo equipo.
Dicho eso, la descripción que hace Santos del Departamento de Estado es muy cercana a la realidad y es la que maneja casi todo el cuerpo diplomático que trabaja en Washington.
Desde que Donald Trump llegó a la Casa Blanca en enero de 2017 esta dependencia ha ido perdiendo relevancia. De hecho, Trump desconfía de ella porque siente –y lo ha dicho en público– que muchos de sus integrantes han intentado sabotear su agenda en política exterior.
Carlos Holmes Trujillo y Mike Pompeo en Estados Unidos.
Reuters
Aunque el secretario de Estado, Mike Pompeo, es cercano a Trump, la política –al menos para América Latina– se construye ahora en el Consejo Nacional de Seguridad, donde el Departamento de Estado por lo general es ignorado.
Se trata de un cambio drástico, pues, como dice Santos, en el pasado la puerta de entrada al gobierno de EE. UU. era el Departamento de Estado.
Muchos diplomáticos han expresado esa misma frustración, pues la ruptura de los canales tradicionales para el establecimiento de relaciones bilaterales los ha dejado a la deriva.
Y el poco acceso que tienen a los círculos del “nuevo poder” se hace a través de personas que son cercanas o amigas de Trump.
A tal punto que funcionarios del Departamento de Estado han reconocido esa disfuncionalidad de manera pública. Se sabe, por ejemplo, que al menos un 30 a 40 por ciento de altos oficiales han renunciado, y sus cargos permanecen vacantes.
Este ambiente, de hecho, ha sido expuesto con lujo de detalles durante las audiencias públicas que hace la Cámara como parte de la investigación con fines de destitución que se realiza contra Trump.
En ellas, funcionarios del más alto nivel, como George Kent, encargado de los temas de Europa en esta dependencia, y el exembajador en Colombia Michael McKinley, testificaron sobre la baja moral que existe en el Departamento de Estado, y una diplomacia paralela que están encabezando amigos de Trump (como Rudy Giuliani) y que va en contra de los lineamientos clásicos de la política exterior del país.
Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano, cree que si bien
Decisión de Duque
“El presidente Duque es el que debe decidir si el embajador puede seguir siendo efectivo en su cargo tras lo que dijo sobre el Departamento de Estado. Pero la verdad, lo que dijo no es un secreto. Ha sido ampliamente reportado por muchos medios. O es un secreto a voces. Claro, las palabras no fueron las más apropiadas y, pues, el hecho de que salieran al público complica un poco más la cosa. Pero no me parece que sea un tema insuperable. Creo que se pueden dar explicaciones y seguir adelante”, afirmó Shifter.
Pero una cosa es la posibilidad de que siga siendo efectivo en su labor ante Washington y otra, la dinámica en el gobierno Duque.
Este es el salón donde se produjo la charla entre Claudia Blum y Francisco Santos
Archivo Particular
Secreta o no, en la conversación se oye cómo descalifica el trabajo del excanciller Trujillo, a quien acusa de no haber hecho nada, salvo política, en estos 15 meses.
Algo grave, pues se trata de una de las personas de más confianza del presidente, que acaba de asumir la difícil tarea del Ministerio de Defensa y al que deja mal parado.
Al criticar a Trujillo y al exministro Botero también cuestiona las mismas políticas del Gobierno, entre ellas las que se han usado hacia Venezuela.
Si bien cortarle la cabeza a Santos podría ser un camino, eso también traería consecuencias, ya que otra destitución podría agudizar la situación en la que ya se encuentra el Presidente.
En buena parte, la suerte del embajador, que se reúne este lunes con el presidente Duque, depende de la reacción –pública o privada– del Gobierno de EE. UU.
Pero, hasta el momento, y a pesar de múltiples solicitudes, el Departamento de Estado se ha negado a responder de manera directa, salvo para decir que es un asunto que deben resolver los colombianos.
Por supuesto, la permanecía de Santos también está amarrada a un tema de gobernabilidad en el gabinete del propio Duque y otras consideraciones políticas.
Temas que sin duda estarán sobre la mesa cuando se reúnan mañana en la Casa de Nariño.
SERGIO GÓMEZ MASERI
CORRESPONSAL DE EL TIEMPO
WASHINGTON
@sergom68