Juicio a Trump dispara aún más la polarización en EE. UU.

Si algo dejó claro el histórico voto de esta semana en la Cámara de Representantes con el que se enjuicia formalmente al presidente Donald Trump es que Estados Unidos no solo está más dividido que nunca sino, probablemente, ad portas de un grado de polarización que raya en lo peligroso y que seguirá creciendo en la mediad que se acerquen las elecciones de noviembre de 2020.

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Como era previsible, los demócratas impusieron su mayoría para aprobarle dos artículos de destitución por abusar de su poder cuando presionó al gobierno de Ucrania para que iniciara investigaciones contra sus rivales políticos y obstaculizó al legislativo cuando este quiso indagar. Y era también esperado que los republicanos cerraran filas en torno a su jefe natural.

Pero lo que hace de este momento uno muy particular es el nivel de animosidad que hoy existe entre ambos partidos y que según algunos, como el congresista Chris Cannon, son solo comparables con la brecha que existió durante la guerra civil.

“El partidismo siempre ha existido. Pero hace muchas décadas que no veía un momento como este en el que se ha vuelto casi imposible trabajar con la oposición. Ya no hay rivales sino enemigos”, afirma Cannon.

Ya no hay rivales, sino enemigos

A diferencia de procesos anteriores, como el de los expresidentes Bill Clinton y Richard Nixon, en este las partes vienen manejando dos versiones de los hechos que son el cielo y la tierra. Clinton, por ejemplo, pidió perdón por su relación extramatrimonial con Mónica Lewinsky, mientras Nixon acabó por reconocer sus errores y dimitiendo en consecuencia.

Trump –y sus simpatizantes– antes que admitir que su conducta al menos fue inapropiada, la ha defendido a capa y espada y se ha mostrado desafiante a lo largo de todo el proceso.

Tal es la división que en lo único que coinciden por estos días republicanos y demócratas es que son los del otro partido quienes están destruyendo la república.
“Es una locura. En estos tiempos el simple hecho de no estar de acuerdo con su partido convierte a un legislador en paria. Durante el proceso contra Nixon y Clinton, varios votaron en contravía y nada les pasó”, sostiene Bob Barr, otro legislador que estaba en el Congreso cuando se enjuició al presidente demócrata.

Los posibles caminos hacia un juicio político contra Trump

Richard Nixon, ex presidente de los Estados Unidos (C) quien tuvo que renunciar antes de finalizar su segundo mandato en 1974.

Y lo dice por los casos de Justin Amash y Jeff Van Drew, dos legisladores que les tocó cambiarse de partido pues en el suyo el disentir se convirtió en un acto de traición.
De acuerdo con Cannon, el Congreso de hoy es también reflejo de la polarización que existe en una sociedad donde Trump es idolatrado por las bases de su partido y despreciado con rencor por la oposición.

Tan claras están cantadas las posiciones en estas épocas que la popularidad de Trump se han mantenido relativamente estable en los tres meses que van desde que se desató el escándalo ucraniano: entre un 42 y un 44 por ciento aprueba su gestión, mientras un 48 a 52 por ciento la desaprueba.

Otra diferencia con el caso de los otros expresidentes que corrieron su misma suerte: Nixon, con el tiempo, se fue hundiendo en los sondeos mientras la imagen de Clinton terminó subiendo una vez el grueso de la población aceptó que su trasgresion, si bien un error, no ameritaba su destitución.

Eso, según dice el analista político David Bonoir, tiene mucho que ver con el declive de los medios tradicionales de comunicación y el surgimiento de las redes sociales.

“La mayoría de los estadounidenses hoy habitan en burbujas en las que solo entra lo que quieren oír y no hay espacio para lo que piensa el rival», afirma Bonoir.
Pero también, dice, es un reflejo de la política de ‘dividir para reinar’ que ha’ caracterizado la presidencia de Trump, y cuya estrategia ha sido gobernar solo para su séquito y destruir a quien osa interponerse.

La clave electoral

Y lo que viene pinta peor. Por una realidad que tampoco estaba presente en las ocasiones anteriores. Clinton ya había sido reelecto cuando le elevaron cargos de destitución en 1998 y por lo tanto ya no era parte del ajedrez electoral.
Nixon, al renunciar, tampoco.

Trump, por el contrario, es el primer presidente en toda la historia que sobrevive un proceso de esta naturaleza (si el Senado lo absuelva, como se espera) y que luego participa en unas elecciones. Y eso cambia el cálculo de manera radical. No solo para él, sino para los legisladores republicanos que buscan la reelección en noviembre y cuya suerte está atada al destino del presidente.

Para los demócratas, derrotar a Trump es un propósito casi existencial y necesitan agitar a sus bases para convertir esos comicios en un referendo sobre su mandato.
En otras palabras, tras la tormenta de esta semana no llegará la calma. Más bien un huracán categoría 5 que promete arrasar con todo.

Nancy Pelosi presidenta de la Cámara de Representantes

La presidenta de la Cámara de Representantes de EE. UU., Nancy Pelosi.

Foto:

Jim Lo Scalzo / Efe

Algo de eso ya se comenzó a ver con la nueva disputa que han casado demócratas y republicanos por el juicio de destitución que debe adelantar ahora el Senado.
Los republicanos quieren un proceso expedito de solo dos semanas en el que no habría testigos y cuyo fin es usar su mayoría en esa cámara para absolver a Trump (se requieren las dos terceras partes, o 67 votos en este órgano para destituir a un mandatario y los demócratas solo tienen 47).

Pero Nancy Pelosi, la líder de este partido en la Cámara, se le ha estado atravesando en los planes y de momento tiene ‘secuestrados’ los artículos de destitución, que deben ser enviados al Senado para que se pueda iniciar el juicio.

Algunos quieren que no los tramite nunca y deje a Trump ‘enjuiciado’, pero sin la gracia de la absolución. Otros piensan que lo está haciendo para ganar tiempo y forzar el testimonio de personas claves como el exasesor se seguridad nacional John Bolton.

John Bolton

El exasesor de Trump, John Bolton.

Foto:

Joshua Roberts. Reuters

Este exasesor, que terminó peleando con Trump y se supone posee información inculpatoria contra él, está esperando a que una corte decida si el presidente estaba en su derecho cuando le prohibió colaborar con la pesquisa.

En todo caso, el Congreso entró en receso de Navidad y fin de año sin que se haya resuelto la disputa y todo indica que el 2020 arrancará con esta nueva batalla campal que se dará en medio del inicio de las elecciones primarias cuando los demócratas elegirán al gallo que enfrentará a Trump en el otoño. Una combinación que, a todas luces, se ve explosiva.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington

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