El corto juicio que deja la mesa servida para la absolución de Trump

Fueron más de 70 horas de presentaciones y debate a lo largo de nueve tortuosos días. Y al final poco o nada cambió. Los republicanos en el Senado impusieron su mayoría para bloquear cualquier testimonio o evidencia adicional en el juicio contra el presidente de EE. UU., Donald Trump, dejando la mesa servida para su absolución esta semana que comienza.

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Una prueba más de lo partidista que fue todo su proceso de destitución desde el comienzo y lo mucho que estuvo atado a la carrera electoral que desemboca en las elecciones presidenciales y legislativas de este 2020.

La Cámara alta volverá a darse cita mañana para escuchar argumentos de cierre y ofrecer a los senadores la oportunidad de explicar su voto. Y el miércoles en la tarde será la votación definitiva sobre los cargos de destitución que se aprobó la Cámara en 2019.

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Mitch McConnell

El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, celebró el viernes que no se hubieran permitido más testigos en el juicio político contra Trump.

Salvo un evento cataclísmico, los 53 senadores republicanos en este órgano votarán en contra de los artículos, mientras que los 47 demócratas lo harán a favor. Muy lejos de los 67 votos (mayoría de dos tercios) que se necesitaba para removerlo y que nunca se vio como una opción realista, independientemente de la contundencia o no de las pruebas en su contra.

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Poco antes de eso, el martes, Trump pronunciará ante este mismo Congreso que lo investiga el famoso discurso sobre el Estado de la Unión, pero ya con la certeza de su triunfo en el bolsillo.

Por un instante, a lo largo de la semana, sin embargo, se pensó que el juicio podía dar un giro luego de que se revelaron apartes de un libro escrito por el exasesor de Seguridad Nacional John Bolton, en el que este sostiene que Trump, en agosto del año pasado, le dijo que planeaba bloquear la entrega de más de US$ 390 millones en ayuda a Ucrania hasta que este país se comprometiera a iniciar investigaciones contra el exvicepresidente Joe Biden, su hijo Hunter, e indagara sobre una teoría sin sustento alguno, según la cual fueron los ucranianos los que intervinieron las elecciones del 2016, y no Rusia, para favorecer a la candidata demócrata Hillary Clinton.

John Bolton

John Bolton había sido nombrado como asesor de seguridad de Trump en abril del 2018.

La revelación cayó como una bomba, pues, en cierto sentido, se convertía en la ‘prueba reina’ contra el mandatario. Que un alto funcionario de la administración Trump con conocimiento de causa y gran credibilidad entre el pensamiento conservador del país implicara a Trump de manera directa era quizá lo único que le faltaba al rosario de pruebas que los demócrata presentaron durante la fase investigativa del proceso.

Sobre todo porque contradecía uno de los argumentos centrales de la defensa del presidente, que afirmó que este nunca condicionó la asistencia a Ucrania a la investigación de sus rivales políticos.

Como mínimo, todo indicaba, era imperativo escuchar la versión de Bolton antes de tomar una decisión final. Más del 75 por ciento de los estadounidenses, según las encuestas, también creían que era necesario conocer su versión.

Pero los republicanos no dieron su brazo a torcer y, nuevamente en bloque, derrotaron esa posibilidad. Solo dos senadores, Mitt Romney (Utah) y Susan Collins (Maine), se sumaron a la oposición para exigir las nuevas pruebas. Pero no fue suficiente.

Mitt Romney

Solo los republicanos moderados Susan Collins y Mitt Romney votaron con los 47 senadores demócratas.

Las explicaciones fueron varias. Algunos, como Lamar Alexander, dijeron que si bien se había demostrado que Trump era culpable de lo que se le acusaba, esto no era lo suficientemente grave como para destituirlo. Otros, como Marco Rubio, fueron incluso más allá al indicar que destituir a Trump, independientemente de si cometió una ofensa que lo ameritaba, iba en contra del interés nacional, pues el país ya no aguanta más divisiones.

‘The Washington Post’, en su editorial de ayer, catalogó los argumentos de la mayoría como “débiles” y simples “pretextos” para justificar una decisión que no se sostiene en la evidencia.

Pero que tampoco sorprende. De acuerdo con Will Rider, estratega político de corte conservador, los republicanos en el Congreso entendieron que su camino a la victoria en noviembre está atada a la suerte de Trump.

Trump es el dueño absoluto de la base del partido, y si los congresistas quieren ganar la reelección, no tienen otro camino que apostarle a él

Para la mayoría de senadores que provienen de estados conservadores “hay mucho más por ganar defendiéndolo que dándole la espalda. Trump es el dueño absoluto de la base del partido, y si los congresistas quieren ganar la reelección, no tienen otro camino que apostarle a él”, dice Rider.

Incluso, los que representan a estados más moderados donde pesa el voto de los independientes, también parecen haber abandonado la idea de que deben apostarle al centro como estrategia para ganar.

Según Rider, antes que tratar de complacer a los del medio, la apuesta es arroparse a Trump e incentivar a la derecha. En otras palabras, el voto unánime que se viene esta semana para absolver al presidente lo que confirma es que el Partido Republicano, incluso su componente más de centro, ha decidido montarse de lleno en el barco de la reelección de Trump.

En noviembre, cuando los estadounidenses acudan a las urnas, se sabrá si esa alianza incondicional valió la pena o, como dicen los demócratas, será la causa de su debacle.

SERGIO GÓMEZ MASERI 
Corresponsal de EL TIEMPO 
WASHINGTON 
En Twitter: @sergom68

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