Reino Unido, hacia una nueva era que no estará exenta de traumatismos
Ya quedaron para la historia las borrascas de celebraciones, confrontaciones y hasta los llantos por cuenta del ‘brexit‘, el apelativo aplicado a la salida del Reino Unido de la Unión Europea, tras 47 años de membresía. Ahora, los británicos se tendrán que enfrentar a la realidad de no ser más parte del bloques político, económico y comercial más importante del mundo.
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“Volvimos a ser una isla”, decía el viernes en la noche uno de los británicos que no quería la separación.
Desde el viernes pasado, las islas británicas quedaron “libres del yugo de Bruselas” y comienza “una nueva era”, según palabras del propio primer ministro, Boris Johnson, quien lideró la campaña del ‘brexit’ desde el mismo referéndum de junio del 2016.
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El nuevo comienzo se augura tan tortuoso como el mismo proceso del ‘brexit’, que comenzó hace casi cuatro años, y que provocó la más la más grave crisis constitucional que ha vivido el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial, además de costarles el cargo a dos gobernantes conservadores, David Cameron, quien llamó al referéndum inicial, y a Theresa May, quien encabezó los primeros tres años de negociación, sufriendo severos reveses que la obligaron a renunciar a mediados del 2019, pasando la batuta al actual primer ministro.
Este es “un momento de verdadera renovación y cambio nacional”, proclamó Johnson, confiado en el cheque en blanco que le dieron los británicos en las elecciones generales de diciembre pasado, donde consiguió la mayoría parlamentaria para aprobar el acuerdo de salida pactado con las autoridades europeas.
Tras el ‘guayabo’ de la celebración, la realidad podría ser menos festiva para los más de 66,8 millones de británicos, que viven en los cuatro países que conforman el Reino Unido: Inglaterra, Escocia, País de Gales e Irlanda del Norte. Ya la sombra separatista, según expertos, se extiende por territorios escoceses y norirlandeses, donde ganó el voto por permanecer dentro de Europa.
En ambos casos, se habla de posibles referéndums independentistas que podrían afectar la integridad del Reino Unido. Más del 51 por ciento de los escoceses quiere la independencia británica, según datos de esta semana publicados por la famosa encuestadora YouGov.
De azul a vinotinto
Por lo pronto, el país entró en un período de transición de once meses, en los cuales seguirá obedeciendo las normas de la UE y tendrá que seguir pagando al organismo europeo su cuota anual de 20 mil millones de libras esterlinas (unos 38,1 mil millones de dólares), más el pago por el ‘divorcio’ por un monto de más de 45 mil millones de dólares.
De aquí al 31 de diciembre del 2020, fecha fijada para cerrar los negocios entre las partes, habrá aspectos que seguirán siendo iguales para los británicos como conducir en el continente, llevar a su mascota al extranjero y usar su Tarjeta sanitaria europea. También seguirá vigente, al menos por estos meses, el libre tránsito del espacio aéreo, la cooperación policial, entre otros aspectos.
Reino Unido será libre del yugo de Bruselas
Pero después de ese lapso, los británicos tendrían que cambiar su actual pasaporte europeo azul por uno del Reino Unido color vinotinto, y tendrían que pedir visa para residir en Europa y viceversa.
Por lo pronto, el Reino Unido se quedó sin una voz democrática en la UE. Ya no ondea la bandera británica en la sede de la UE en Bruselas, y las sillas de sus eurodiputados quedaron desocupadas. De hecho, al ver desmontar las insignias británicas, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, reconoció su tristeza por la partida del “viejo amigo”.
Mientras tanto, los equipos técnicos de Londres y Bruselas trabajarán en más de 600 páginas de acuerdo, que fije los parámetros de la ruptura de los lazos del Reino Unido con los otros 27 países miembros del bloque europeo.
“La escala de la tarea es enorme. Si observa cuánto tiempo han tomado otras negociaciones comerciales, son básicamente un par de años (hasta que se acuerde un acuerdo completo), especialmente si está buscando algo muy completo”, dice Georgina Wright, del grupo de expertos del Instituto para el Gobierno con sede en Westminster.
Múltiples figuras importantes de la UE han insistido en que un acuerdo llevará mucho más tiempo que los once meses permitidos por el período de transición.
Johnson no está de acuerdo con esto e insiste en que es “épicamente probable” que se pueda negociar algún tipo de acuerdo para fin de año. Eso está por verse.
Otro aspecto del que hace alarde el primer ministro, tiene que ver con que el Reino Unido podrá comenzar a hablar con países de todo el mundo sobre el establecimiento de nuevas reglas para comprar y vender bienes y servicios.
El caso más complicado será Estados Unidos, donde dominarán cuestiones como las normas alimentarias, los productos farmacéuticos, los impuestos a las empresas tecnológicas y las tarifas de vehículos.
El golpe al bolsillo
Por lo pronto, el golpe más duro tal vez podría resentir el bolsillo de los británicos, con pronósticos de caída del ingreso real de más de 3 mil dólares al año y un eventual aumento del desempleo de un 2-3 por ciento, desde su nivel actual de solo 5,1. Esto representaría alrededor de 950.000 pérdidas de empleos, por la reubicación de muchas industrias hacia Alemania y Francia, según prevén expertos de Price Waterhouse and Coopers (PWC), los cuales estiman que la economía británica tendrá un crecimiento modesto del uno por ciento este año.
Un tema del que no se habla mucho, pero que puede golpear directamente a los ciudadanos, es la cancelación de programas de ayuda de la Unión Europea, del que dependen muchos británicos, sobre todo en áreas agrícolas, desarrollo comunitario y de vías, cuyo monto está por el orden de 20 mil millones de dólares anuales.
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Según cifras del Parlamento, los dos canales de financiación más importantes para el Reino Unido son los Fondos Estructurales y de Inversión Europeos (ESI) y el Fondo Europeo de Garantía Agrícola. Para el período de financiación actual (2014-20), al Reino Unido se le habían asignado 17.200 millones de euros y 22.500 millones de euros a través de estos fondos, respectivamente.
La esperanza es que lo que se ‘ahorre’ el país saliendo de la UE sirva para cubrir esos compromisos. Habrá que ver si las arcas británicas dan para tanto.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
Corresponsal de EL TIEMPO
Londres
En Twitter: @mavicristancho