Pedro Sánchez arranca su gobierno en España bajo el torbellino catalán

El separatismo catalán fijó el tono principal en el hemiciclo del Congreso de los Diputados este lunes, cuando se dio el banderazo para el comienzo de la presidencia en firme de Pedro Sánchez.

Tras un acuerdo previo, 49 diputados separatistas se ausentaron de la sesión de apertura solemne, como desplante a la monarquía.

En un manifiesto público afirmaron que “la monarquía española y su máximo exponente, el rey de España, no nos representan”.

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Agregaron que “la sociedad catalana, vasca y gallega rechazan mayoritariamente la figura de una institución anacrónica heredera del franquismo”.

Con la apertura de las Cortes -el Congreso-, y ante la presencia del rey Felipe II, España inició de esta manera una nueva etapa política. Se trata de un mecanismo habitual del régimen parlamentario, cuya actividad formal empieza con la sesión que inaugura el periodo legislativo.

Mientras ello sucedía, el Rey, acompañado por la familia real, invocaba la unidad de España y la vuelta a un espíritu de concordia: “España no puede ser de unos contra otros. España debe ser de todos y para todos”. Felipe II fue aplaudido durante casi cinco minutos.

Aplauso con la izquierda

La otra nota sorprendente de la sesión fue el aplauso al discurso del Rey por parte de Pablo Iglesias, líder del partido Unidas Podemos, organización política de extrema izquierda y de corte republicano.

Las cámaras de los noticieros muestran escenas de años pasados en los que la mayoría de los diputados aplaudían al Rey, mientras Iglesias se abstenía. El gesto ha sido interpretado como una respuesta a la presencia de su partido en el nuevo gobierno, en el que él mismo ejercerá una de las vicepresidencias.

Unidas Podemos contribuyó al acuerdo que permitió la investidura de Sánchez y no quedaba bien asumir un tono diferente al del presidente del país.

La ausencia de los separatistas catalanes señala la presión que estos ejercen sobre la nueva administración. Sus partidos también fueron definitivos para asegurarle la presidencia al Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y su desconocimiento de la monarquía pone en jaque al nuevo gobierno.

Pedro Sánchez

De i. a d., Pedro Sanchez, la Ministra de Presidencia y Relaciones con el Parlamento Carmen Calvo, el vicepresidente, Pablo Iglesias y el Viceprimer Ministro de Asuntos Económicos, Nadia Calvino.

Mientras el presidente trata de establecer una mesa de diálogo con los independentistas, sus representantes se alejan aún más del sistema monárquico que rige a España.

Rifirrafe entre independentistas

La situación vivida en la sesión del Congreso refleja, además, la tensión resultante en los últimos días con respecto a Cataluña. El presidente de esta comunidad autónoma, Quim Torra, no se siente respaldado por completo en su administración, tiene en contra a la justicia y se vio obligado, por todo ello, a anunciar la convocatoria a nuevas elecciones regionales.

Sobre el presidente separatista pesa una condena de inhabilitación por desobediencia en las elecciones nacionales del 10 de noviembre, que le ha hecho perder la calidad de diputado y por tanto de presidente de Cataluña.

A esto se suma que el Tribunal de Justicia de esa región haya abierto una nueva investigación penal a Torra por hacer caso omiso a la prohibición de exhibir pancartas de apoyo a los políticos independentistas presos el día de elecciones.

Tendrá que abandonar el cargo presidencial y se limitó a decir que se trata de «una causa más guiada por la venganza y la ideología, que aleja cada vez más a la justicia española de los estándares europeos».

La convocatoria a un nuevo proceso electoral en Cataluña también comienza a generar reacciones. La portavoz de Ciudadanos, Inés Arrimada, propone una coalición con el Partido Popular -de derecha- para contrarrestar las aspiraciones independentistas.

Al tiempo que suceden los episodios judiciales, este jueves Torra y Sánchez se reunirán en Barcelona para tratar el conflicto catalán. Ello se dará en el marco de escaso entendimiento entre los propios separatistas. Esquerra Republicana de Catalunya y Junts per Catalunya -las dos grandes fuerzas separatistas- rompieron sus acuerdos en días pasados por discrepancias en la orientación del problema catalán y en el tratamiento de varios asuntos regionales.

Se inicia así un nuevo periodo legislativo marcado por el impulso independentista catalán, donde la oposición arremeterá contra Sánchez y sus acuerdos de gobernabilidad. El presidente tendrá que mantener el malabarismo político y evitar que se rompan las cuerdas tensas.

Juanita Samper Ospina
Corresponsal de EL TIEMPO
Madrid

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