Así llegó Reino Unido a ser el segundo país más afectado por el virus
Una estrategia fallida y una lentitud en la reacción podrían haber hecho que hoy el Reino Unido detenta el triste récord como el país con más muertes por coronavirus en Europa, y el segundo en el mundo después de Estados Unidos.
Las cifras hablan por sí solas. Desde el 13 marzo hasta la fecha, los británicos han visto morir a más de 32.000 personas, en un país que no registraba tantos fallecimientos en un período tan corto desde la Segunda Guerra Mundial.
En medio de la lluvia de críticas por el escalofriante récord de fallecidos, el primer ministro Boris Johnson, anunció este domingo un plan por aliviar gradualmente las medidas de cuarentena, para evitar la propagación de la pandemia de la covid-19, que han mantenido paralizada la economía británica, durante casi siete semanas.
El primer ministro británico, Boris Johnson.
Johnson fue cauteloso y reconoció que sería “un desastre económico” suavizar el confinamiento abruptamente, lo que podría desencadenar una segunda ola más fuerte de la pandemia.
Durante una alocución televisada de quince minutos, el gobernante anunció una hoja de ruta para salir de la crisis. La idea es regresar a la normalidad paulatinamente, siempre bajo monitoreo de la situación por etapas. Aspira que para comienzos de junio se reabran escuelas y comercios.
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“Gracias por todo lo que ustedes están haciendo”, dijo Johnson a sus connacionales a quienes advirtió que “no nos podemos arriesgar a un segundo pico, que sobrepase la capacidad del NHS (Sistema Nacional de Salud)”, el sistema público de salud británico.
Sin dar mayores detalles, habló de un sistema de alerta para clasificar el nivel de amenaza de coronavirus en las islas británicas. Se usaría un método de un rastreo por radar de casos de contagio y que alertaría a quienes hayan estado en contacto por una aplicación en teléfonos inteligentes
Además, dijo que se utilizará una escala del “uno al cinco para alertar sobre las zonas más vulnerables al virus”.
Johnson delineó las nuevas recomendaciones oficiales que regirán solo en Inglaterra y no en el resto de los países del Reino Unido. La estrategia oficial pide que la población que regrese a su trabajo si no puede hacer teletrabajo, que limite el contacto con otra gente, que mantenga la llamada distancia social de 2 metros (cuando se pueda) y lavarse las manos regularmente.
El primer ministro, Boris Johnson.
Al mismo tiempo, lanzó un nuevo lema que sustituye el actual de “quedarse en casa, proteger el NHS, salvar vidas» por uno que reza: “Mantenerse alerta, controla el virus, salva vidas».
Contrariamente, la orden de «quedarse en casa» seguirá vigente en Escocia, Gales e Irlanda del Norte después de que los líderes de las tres naciones delegadas dijeron que Johnson no los había consultado sobre el nuevo mensaje.
El nuevo lema de Johnson también fue rechazado por la oposición, que lo consideró “ambiguo” y hasta peligroso, en momentos en que las muertes por coronavirus no parecen dar mayores signos de amainar.
Tanto sectores políticos, científicos y sociales han pedido una investigación oficial sobre la responsabilidad del primer ministro británico, a quien acusan de haber desestimado inicialmente la gravedad de la pandemia, haber actuado tarde y sin la firmeza que se requería para evitar la propagación del virus.
Reclamo parlamentario
Ya el nuevo jefe de la oposición del partido Laborista, Keir Starmer, aprovechó el pasado martes, en su primera sesión ante la Cámara de los Comunes, para reclamarle a Johnson: “¿Cómo se llegó a esto”, le increpó Starmer a un primer ministro que trataba de convencer de los éxitos alcanzado por su gobierno para contener la pandemia, ante menos de cincuenta diputados presentes en el semivacío Palacio de Westminster, donde hasta hace menos de dos meses se congregaban 650 miembros electos del Parlamento.
“La comparación internacional es una basura”, replicó Johnson, quien asistía a su primera sesión parlamentaria, tras recuperarse de coronavirus, que lo tuvo al borde de la muerte, como él mismo ha reconocido oficialmente.
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“Pero las comparaciones las hacen ustedes mismos”, le replicó Starmer, al hacer mano de los propios datos oficiales de las diferencias globales, que se muestran en las conferencias de prensa del gobierno.
A Johnson se le ha cuestionado su tardía respuesta frente a la pandemia. De hecho, se le recrimina que hubiese seguido atendiendo sesiones parlamentarias en el Palacio de Westminster, en pleno centro londinense, hasta el 25 de marzo, apenas dos días antes de que reconociera públicamente que estaba contagiado con el virus.
Del rebaño y la escasez
También se critica al carismático y excéntrico primer ministro por su respaldo a la llamada teoría “salvaguarda de rebaño”, que postula permitir que algunos se contagien para ir generando autodefensas. Johnson se ha atrevió a decir que la solución era lavarse las manos y “seguir con los negocios de la manera usual”.
En ese punto, el mandatario se vio obligado a revisar su estrategia el 17 de marzo, luego de recibir un reporte del Imperial College of London que advertía esta teoría podría provocar la muerte de más de 60 mil personas en el primer semestre del año.
Los analistas también han puesto en la mesa que el alto número de contagios y muertes por coronavirus se ha debido a la escasez de material de protección personal, como guantes, mascarillas y delantales. A esa falla se le atribuye la muerte de unos 5 mil médicos, enfermeras, y trabajares ‘esenciales’ como choferes de buses, personal de limpieza, además de cerca de 4 mil adultos mayores en ancianatos de todo el país.
La otra razón que podría haber influido en la alta mortalidad en el Reino Unido por coronavirus en estos dos meses tiene que ver con la reducida capacidad para diagnosticar el virus y saber con exactitud cuántas personas han sido contagiadas. Ante esto, la orden era solo realizar pruebas a personas que mostraran síntomas graves, de lo contrario la recomendación ha sido que las personas que crean que tienen coronavirus se auto aíslen y solo vayan al hospital en caso de gravedad.
El ministro de Salud, Matt Hancock, anunció en marzo que se comprarían 3.5 millones de pruebas de anticuerpos a China a fines de marzo y prometió que «se pondrían en línea muy pronto». Quince días después, se hizo evidente que las pruebas no funcionaban.
A pesar de ese error, Hancock prometió que a fines de abril se realizarían 100.000 pruebas de hisopos, que detectan la presencia del virus, todos los días. El objetivo que se logró momentáneamente.
El otro tema que parece influir en la alta mortalidad por coronavirus es la densidad geográfica, sobre todo en Londres, una de las ciudades más cosmopolitas y multiculturales donde viven casi 9 millones de habitantes. Se estima que hay unas 275 personas por kilómetro cuadrado, situación que genera más posibilidades de contagio.
De hecho, entre más se han visto afectos son las minorías étnicas, especialmente de origen asiático y latinoamericanos.
MARÍA VICTORIA CRISTANCHO
PARA EL TIEMPO
LONDRES