El artista disidente Ai Weiwei habla sobre China

Es muy duro con su país, China, pero también sacude a Occidente. Acusa a las autoridades de Pekín de censurar qué pasó en el epicentro del primer brote, Wuhan, hasta que fue demasiado tarde y el contagio se convirtió en una pandemia planetaria. Pero dice que en Occidente también se encubrió y se oculta la verdad. Es Ai Weiwei, el referente más icónico de la disidencia china y que siempre levanta polvareda.

La censura lo domina todo. “Sin controlar la información y encubriendo la así llamada ‘verdad’, el Estado (chino) no puede funcionar”, explica. Pero de inmediato desafía a quien quiera escucharlo. Añade que Pekín y Occidente protagonizan un juego hipócrita: ambos saben cómo actúa el otro, simulan enfrentarse –y de vez en cuando saltan las chispas–, pero la relación continúa e incluso florece. Con los mismos perjudicados de siempre: los ciudadanos.

¿Cuál es la principal lección que extrajo hasta ahora de esta pandemia global?

La lección más importante y obvia es la fragilidad de la vida misma. Es una lección obvia, pero ha sido olvidada o ignorada por demasiado tiempo. Con las avanzadas capacidades médicas actuales, los humanos tuvimos por cierto tiempo mucho menos de qué preocuparnos con respecto a enfermedades y malestares, cuando antes solían ocupar una parte enorme de la vida misma. Comprender la vida y la muerte implicaba en un tiempo una sabiduría crucial, pero gradualmente la hemos perdido. Ahora, la pandemia significó un shock, pero ha puesto a todas las sociedades, ricas o pobres, de clase alta o trabajadora, en la misma página, aunque la gente todavía no tiende a pensar de esa forma.

¿Qué vislumbra como posible escenario postcovid-19?

Si los seres humanos somos capaces de aprender alguna lección, debemos llegar a algún tipo de entendimiento universal sobre los muchos problemas esenciales que deben solucionarse antes de cualquier desarrollo económico acelerado. Necesitamos un sistema básico de alarma que imponga a todos los Estados contribuir a un flujo libre y transparente de información en asuntos de salud pública. El sistema de salud debe ser mejorado en muchos lugares, como EE. UU. y Gran Bretaña, como así también en países más pobres. Es esencial un acuerdo que priorice la vida más que la economía. Eso beneficiaría a la humanidad.

¿Sabremos alguna vez qué pasó realmente en Wuhan?

Ciertamente, China debe asumir su responsabilidad por el encubrimiento inicial de la información que impidió su difusión durante las primeras semanas posteriores al brote inicial y contribuyó a que la pandemia se expandiera globalmente. Los números de muertos y contagios son impactantes y todavía aumentan cada día. Estos son datos ciertos. Y si esta realidad no se toma por válida, entonces nada más puede discutirse. Dicho eso, no estoy culpando a China. Cada sociedad tiene su propio carácter en términos de control y manejo de la información. La misma situación ocurre en Estados Unidos y el Reino Unido. Si tuvieran mejores sistemas de detección, el impacto de esta pandemia no habría alcanzado este nivel.

Pero China…

China es un Estado autoritario y controlar la información es una táctica de supervivencia. Sin controlar la información y encubriendo la así llamada “verdad”, el Estado no puede funcionar y todos sabemos eso. Europa ha estado al tanto de esto desde el principio, pero pretende que no es así. Como China se encuentra en desventaja en muchas formas, eso resulta una ventaja para Occidente. Han obtenido una gran ventaja del patrón de control de China y seguirán buscando que continúe así.

¿Y cuál es la lección de todo esto?

No sé cuánto se puede aprender de esto. Depende de la gente. Porque los infectados y los muertos son siempre personas de a pie y son ellos los que tienen que soportar el resultado.

¿Teme que una situación como esta pandemia pueda ocurrir otra vez?

La sociedad solo aprende de sus errores. Nuestra inteligencia se basa en cuán rápido y cuán bien aprendemos del pasado y cuánto nos permite anticipar el futuro. Con este desarrollo extremo del capitalismo, realmente dudo que la cultura corporativa como sabiduría colectiva funcione en aras del bienestar de la humanidad, más que para una ganancia inmediata de las empresas. El verdadero peligro pasa por cómo nuestras sociedades, con este crecimiento vertiginoso, han sido secuestradas por los intereses privados y las ambiciones de las corporaciones. ¿Cuán bien puede todavía desenvolverse el gobierno y tener algún sentido de independencia en vez de actuar como representante de esos poderes?

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