Ucrania: crónica de una guerra anunciada que está lejos de ver un final

“Mi nombre es Sabrina Tavernise, corresponsal del New York Times. Es 21 de febrero. Estoy en Kiev, Ucrania, y son alrededor de las 11:20 de la noche. Hace aproximadamente una hora, recibimos información de algunos colegas de que probablemente habrá un ataque esta noche en Kiev y en otras ciudades de Ucrania. Estamos reuniendo todas nuestras cosas».

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«Miro una bolsa vacía en la que estoy a punto de poner un montón de cosas: botellas de agua, un pequeño artilugio que enciende una computadora con la batería de un carro, un faro… El plan es entrar en los baños de este hotel. Si hay un bombardeo, es el lugar más seguro. Miro por la ventana esta hermosa ciudad, empezó a llover y hace bruma. Se me hace realmente difícil imaginar que podría haber daños importantes en este lugar que alberga a millones de personas”.

El lunes 21 de febrero de 2022, tres días antes de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, lanzó la ofensiva contra su vecino Ucrania, la periodista estadounidense Sabrina Tavernise, que escribe para The New York Times, publicaba en su diario de trabajo el advenimiento de lo peor: una nueva guerra.

Putin insistía en desconocer la ratificación de Ucrania como país y, empecinado en recuperar los territorios de la antigua Unión Soviética, el jueves 24 de febrero, el mandatario que más tiempo ha gobernado Rusia luego de la caída de la URSS se dirigió a la nación, pero no como presidente, sino “como un ciudadano de Ucrania”.

Cola para tener un poco de agua en Kiev. Inflación y desabastecimientos en el resto del mundo.

“Durante ocho años, interminablemente largos ocho años, hemos hecho todo lo posible para resolver la situación por medios pacíficos y políticos. Todo ha sido en vano (…) He decidido llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo es proteger a las personas que han sido objeto de intimidación y genocidio por parte del régimen de Kiev. Y para ello lucharemos por la desmilitarización y desnazificación de Ucrania, así como por llevar ante la justicia a quienes cometieron numerosos y sangrientos crímenes contra civiles”.

Con estas palabras, seguidas no solo por los rusos sino por el mundo entero, Putin le dio inicio al peor conflicto que se libra en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial.

«Hoy nos hemos despertado en un mundo diferente», advertía la ministra alemana de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, mientras que su par en la Unión Europea, Josep Borrell, hablaba de la «hora más aciaga para el planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial». Ninguno de los dos se equivocó.

El inicio del horror

A las 5 de la mañana del último jueves de febrero de 2022, amigos y seres queridos en Kiev se llamaban unos a otros, miraban sus teléfonos y tomaban una decisión de vida o muerte: ¿quedarse o huir?

Muchos guardaron lo que pudieron y se decidieron a dejar para siempre sus casas, otros tantos optaron por protegerse entre los sótanos de los bloques de apartamentos, mientras que algunos más acudieron a zonas de acogida.

Tan solo dos horas después, ante sus ojos se hizo evidente la dimensión del enorme ataque militar ruso. Las ambiciones de Putin resultaban ir mucho más allá de la región del Donbás, cuyos territorios separatistas reconoció a principios de esa semana, y abarcaban prácticamente todo el país.

Guerra en Ucrania: esta es la cronología de lo ocurrido tras la invasión rusa | El TiempoLa invasión rusa de Ucrania dejó miles de muertos y tuvo repercusiones en todo el mundo, desde su inicio hace más de once meses, hasta el anuncio este jueves de la entrega de tanques pesados occidentales para apoyar la resistencia de Kiev.

Devastación tras los primeros ataques en Ucrania.

Fuerzas rusas transportadas por helicóptero atacaron el aeropuerto militar de Gostomel, en las puertas de la capital ucraniana. En el noreste, hubo violentos combates en Járkov, donde se lanzaron paracaidistas rusos.

«No pensé que ocurriría esto mientras estuviese viva», afirmó a la agencia AFP Olena Kurilo, de 52 años, con el rostro cubierto de vendas a raíz de heridas provocadas por un ataque.

He decidido llevar a cabo una operación militar especial. Su objetivo es proteger a las personas que han sido objeto de intimidación y genocidio por parte del régimen de Kiev

La ciudad portuaria de Mariúpol, en el Mar de Azov; la ciudad de Járkov, con 1,4 millones de habitantes; la de Odesa y la de Jersón, en el Mar Negro; las ciudades y pueblos controlados por Ucrania en el la línea del frente del Donbás… Todas estaban siendo pulverizadas y bombardeadas.

“La primera foto difundida por las agencias fue la del metal deformado. Un metal potente con dinamita y velocidad que volvió torcido e inútil lo que antes estaba recto y funcionaba. Me fue entonces posible imaginar todo el dolor y llanto venido de aquello que parece no tener más que materia y forma”, describía el poeta portugués Gonçalo M. Tavares para el Jornal Expresso aquel 24 en que todo se volvió gris y corrosivo.

Al final de este primer día de guerra, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, deploró la muerte de «137 héroes» en combate y decretó la movilización militar presentando a su país como el «escudo de Europa» frente a Rusia.

Un año de la invasión rusa en Ucrania.

Foto:

Getty Images

Adoptando el papel de comandante en jefe con vestimenta militar, el exhumorista de 44 años prometió quedarse en la capital con su Gobierno dando rienda suelta a un poderoso movimiento de resistencia militar.

Con el pasar de los días, en las imágenes aparecieron cuerpos humanos. Ya no se trataba solamente de metal doblado o de cemento derruido.

Para el 3 de marzo, los rusos se apoderaron de Jersón (sur) e intentaron rodear Kiev, pero se toparon con una feroz resistencia. Tras su retirada, se descubrieron decenas de cadáveres de civiles en Bucha y otras localidades cercanas. La Corte Penal Internacional (CPI) abrió una investigación.

Decenas de cuerpos con las manos atadas a la espalda en plena calle, un peluche ensangrentado en la estación de Kramatorsk, una sala de maternidad bombardeada en Mariúpol, el llanto acongojado en los ojos de un pequeño que se despedía de sus padres antes de salir del país en tren, atiborraron internet. Y, sin embargo, ninguno de estos retratos es lo suficientemente impactante como para equipararse al horror que esta guerra ha causado a millones de personas en el mundo.

Según el comisario de Justicia en la Comisión Europea, Didier Reynders, se han denunciado casi 65.000 presuntos crímenes de guerra, mientras que a las tropas rusas se les imputan ejecuciones, violaciones, torturas y secuestro de niños (más de 16.000 enviados a Rusia o a territorios bajo su control, según Kiev). Investigadores de la ONU las acusaron en septiembre de perpetrar crímenes de guerra «a gran escala». Del otro lado, a Ucrania se le ha acusado de cometer crímenes de guerra contra prisioneros rusos, pero sin comparación con los hechos imputados a Moscú.

Edificios arrasados, fábricas paradas e infraestructuras destruidas son ahora la realidad del sur y este de Ucrania, donde se concentran los combates desde que Moscú fracasó en su intento de tomar Kiev. El costo económico para Ucrania fue enorme: su PIB se contrajo un 35 por ciento en 2022, según el Banco Mundial.

Militares ucranianos en Donetsk, en febrero de 2023

Foto:

Oleg Petrasyuk / Efe

Un golpe a gran escala

La Escuela de Economía de Kiev (KSE) cifró los daños que ha dejado un año de guerra en 138.000 millones de dólares y las pérdidas para la agricultura en más de 34.000 millones. La Unesco contabiliza más de 3.000 escuelas y 239 sitios culturales afectados. Desde septiembre, Moscú ataca sistemáticamente las infraestructuras energéticas. En diciembre, casi la mitad estaban dañadas, sumiendo a los ucranianos en la oscuridad y el frío.

Y pese a que en los países occidentales llovieron las condenas, además de que el presidente estadounidense, Joe Biden, anunció un arsenal de sanciones económicas y financieras para convertir al líder del Kremlin en «un paria internacional”. Con el pasar de los meses, tanto la Unión Europea como otras potencias no han logrado que sus “castigos económicos” frenen a Moscú.

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Por el contrario, las bolsas europeas perdieron hasta 5 por ciento y los precios de las materias primas se dispararon. Se mantiene el temor por posibles rupturas de suministro de gas y petróleo, de los cuales Rusia es uno de los principales productores y la inestabilidad sobre las exportaciones rusas y ucranianas llevaron el precio del trigo a un nivel inédito.

Cuerpos de civiles encontrados en una calle de Bucha, cerca de Kiev, el 2 de abril de 2022, luego de que el ejército ruso se retiró.

Foto:

Ronaldo Schemidt / AFP

Un conflicto de vieja data

“Para entender esta disputa hay que rebobinar la cinta hasta la Revolución rusa de 1917, cuando los bolcheviques se alzaron contra el último zar, Nicolás II, y su régimen feudalista. Cinco años de revuelta nacional concluyó con la instauración del comunismo y el nacimiento de la Unión Soviética. Era un Estado federal, y como tal, crearon y fusionaron múltiples repúblicas socialistas. En 1922, una de ellas nació como República Popular Ucraniana”, explica el periodista de Ethic Jorge Ratia.

Ya para la Segunda Guerra Mundial, los ganadores se repartieron los territorios conquistados por los nazis y Stalin se quedó con un trozo de la Polonia hitleriana que integró en la joven República Popular Ucraniana. Para 1954, el líder ruso Nikita Kruschov finalmente anexionó Crimea –una península al norte del Mar Negro- a Ucrania, aunque bajo el dominio soviético.

Sin embargo, los rusos se arrepintieron de la concesión a partir de la desintegración de la URSS en 1991, ya que Ucrania se proclamó país independiente llevándose Crimea. Pero, ante el desgaste, ambos países se mantuvieron en relativa paz hasta 2012.

Es muy poco probable que Ucrania pueda eliminar las fuerzas de ocupación este año

Ese año, Ucrania coqueteó con la posibilidad de adherirse a la Unión Europea, cosa que no fue del agrado del Kremlin. Para 2013, cuando el acuerdo de ingreso parecía cuestión de papeleo, el entonces presidente ucraniano Víktor Yanukóvich se arrepintió repentinamente debido a supuestas presiones rusas. Aquel acontecimiento fue la semilla del caos.

“Miles de ciudadanos salieron a la calle para pedir explicaciones y retomar el contacto con Europa. Las protestas se tornaron violentas y acabaron con unos 2.000 heridos y 100 muertos. Estos disturbios recibieron el nombre de Euromaidán. Yanukóvich huyó de Ucrania sin previo aviso”, comenta Ratia.

Ante el caos, Putin, con el apoyo de grupos armados prorrusos, declararon la independencia de Crimea. Para 2014, la península celebró un referéndum ilegal para decidir si se anexionaba a Rusia. Y ganó el “sí”.

De forma paralela, un referéndum proclamó la independencia de dos localidades: Donetsk y Lugansk, dando lugar a la conocida guerra del Donbás, todavía vigente. La ONU contabiliza más de 13.000 muertos, 3.000 de ellos civiles.

Vista de las labores de rescate tras los bombardeos en Ucrania.

Foto:

SERGEI CHUZAVKOV / AFP

¿Para dónde va la guerra?

A un año de iniciada, la guerra ha dejado al menos 42.300 personas muertas, 56.700 heridos, más de 15.000 personas desaparecidas, 8 millones de personas forzadas a abandonar Ucrania y más de 5 millones de desplazados internos.

Líderes políticos, analistas y periodistas coinciden en que, como van las cosas, el conflicto en suelo ucraniano no terminará en 2023 y que, como sugirió el general estadounidense Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, es “muy poco probable” que Ucrania pueda eliminar las fuerzas de ocupación este año.

Por el contrario, dado que a Putin se le escapó su intención de lograr una victoria relámpago, y sin tener a la vista que alguno de los bandos esté dispuesto a una solución basada en el ‘statu quo’, el conflicto no solo no terminará pronto, sino que su intensidad aumentará.

Putin solo está interesado en la victoria total, tal como él la define, y, habiendo invertido tanto en la guerra, no cederá a ningún acuerdo que no sea este

«Este conflicto no muestra signos de estar cerca del final», afirma Jon Alterman, del grupo de reflexión estadounidense Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). «Cada parte siente que el tiempo está de su lado y que llegar a un acuerdo ahora es un error», agrega.

En eso coincide Gustav Gressel, investigador sénior del centro de pensamiento Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR por su sigla en inglés). “En cualquier caso, hay un escenario a descartar: un punto muerto en el conflicto. Putin solo está interesado en la victoria total, tal como él la define, y, habiendo invertido tanto en la guerra, no cederá a ningún acuerdo que no sea este. Pueden ocurrir pausas operativas, en las que ambas partes se reagrupan y se reabastecen. Pero seguirán siendo pausas, no estados finales. La obstinación de Putin es evidente en la forma en que ha impedido efectivamente cualquier negociación seria al presentar condiciones previas, que son totalmente inaceptables para Kiev”, destaca el experto.

De ahí que el cambio dramático de este segundo año de conflicto sea justamente que Washington y los demás aliados occidentales de Ucrania se convencieron de que el pueblo comandado por Zelenski no debe perder y que, por lo tanto, deben ayudarlos a ganar, aun cuando eso implique forjar el escenario para que una guerra regular se libre en las llanuras europeas.

Remueven el helicóptero siniestrado en Ucrania.

En abril pasado, columnas de vehículos militares ucranianos de la época soviética atravesaban el país hacia el Donbás. Los soldados ucranianos pedían entonces armas occidentales para repeler a los rusos, un llamado que encontró respuesta.

El centro de reflexión alemán Kiel Institute calculó en unos 40.465 millones de dólares las promesas occidentales de ayuda militar a Kiev. Los lanzacohetes estadounidenses Himars, cuyo alcance de 80 kilómetros es superior al de los equipos rusos, ayudaron a Ucrania a registrar importantes avances para octubre. En enero, Occidente decidió suministrar tanques de combate a Kiev, rompiendo un primer tabú.

Al anuncio alemán de enviar los poderosos tanques Leopard 2A6 a suelo ucraniano, se suman los ya anunciados Challenger 2 británicos y unos 30 Abrams estadounidenses; solo hace falta que decidan enviar helicópteros, misiles de largo alcance y aviones de combate.

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Pero, para los expertos, eso no significa que la guerra termine con una contundente derrota rusa. Según Liana Fix, del centro de reflexión estadounidense Consejo de Relaciones Exteriores, «el escenario más probable es que los avances ucranianos conduzcan a una victoria ‘suficientemente buena'», seguida de «continuos combates en algunos territorios», mientras Rusia intenta mantener Crimea.

El escenario más probable es que los avances ucranianos conduzcan a una victoria ‘suficientemente buena

Dimitri Minic, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (Ifri), afirma que el tipo de armas que Ucrania consiga de sus aliados occidentales será decisivo. La artillería de largo alcance podría permitirle «romper el ciclo ataque-contraataque-defensa, debilitar la capacidad de Rusia para recuperarse y obtener una victoria decisiva», estima.

Para el experto, una victoria «estratégica» para Kiev podría consistir en «dividir en dos el despliegue del ejército ruso en Ucrania a través de Zaporiyia» (sureste). Pero incluso cuando Ucrania infligió una dura derrota al ejército ruso al reconquistar Jersón (sur), Moscú no se rindió.

«Los rusos harán cualquier cosa, incluso movilizarse sin límite y empobrecer a todo su país si es necesario, para mantener los territorios ocupados y continuar sus conquistas», advierte Minic.

Aunque dice que «es demasiado pronto», Alterman imagina varios escenarios: desde Moscú «consolidando algunas conquistas» hasta «una transición de liderazgo en Rusia que ponga fin a la guerra», pasando por «algún tipo de tregua».

Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania.

El peor de los escenarios

Otra incertidumbre se posa sobre las armas nucleares y su posible papel en la próxima fase de la guerra. Rusia lanzó una amenaza poco disimulada sobre el uso de armas atómicas al principio del conflicto. Aunque fue un «bluf», según Fix, este escenario podría convertirse en una «posibilidad muy seria» si Ucrania consigue recuperar Crimea.+

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Si se llega a ese punto, la disidencia interna en Rusia podría estallar debido al temor de una guerra nuclear y porque el uso de armas nucleares podría percibirse como revelador de la debilidad de Putin, según el experto. Además, se considera que el mandatario ruso enfrenta presiones dentro de su país, pero por parte de una facción de línea más dura liderada por Yevgueny Prigozhin, fundador de la milicia Wagner.

De ahí que, las próximas citas electorales podrían tener una enorme influencia en el futuro de la guerra, entre ellas las elecciones legislativas en Ucrania en octubre y la presidencial de Estados Unidos en 2024. Para este año, el apoyo estadounidense está asegurado, pero la aprobación por el Congreso de un nuevo programa de ayuda a Ucrania no es seguro.

Quien intente obstaculizarnos, y más aún crear amenazas para nuestro país, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata

Algunos gobiernos aliados en Europa podrían enfrentarse al cansancio de los votantes y a la oposición política contra la guerra, si se prolonga. «Será más difícil explicar por qué continúa esta guerra», según Fix, para quien Ucrania se ve obligada a registrar «importantes avances».

Ente tanto, ningún bando parece querer negociar realmente por ahora. Zelenski presentó un plan de paz de 10 puntos que incluye el reconocimiento por parte de Rusia de la integridad territorial de Ucrania y la retirada de sus tropas. Para el experto del Ifri, Rusia podría aceptar «temporalmente» la independencia de Ucrania e incluso un poder pro-Unión Europea y pro-Otán en Kiev, pero «a cambio de un reconocimiento de las conquistas rusas en Ucrania». Sin embargo, esta es una línea roja que Kiev nunca cruzará.

Lo que sí resuena aún, y con fuerza, es el eco de las palabras pronunciadas por Vladimir Putin aquel 24 de febrero: “Quien intente obstaculizarnos, y más aún crear amenazas para nuestro país, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y acarreará consecuencias que nunca han experimentado en su historia. Estamos listos para cualquier desarrollo de los acontecimientos. Espero que me escuchen”.

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STEPHANY ECHAVARRÍA
EDITORA INTERNACIONAL
EL TIEMPO
En Twitter: @stephechavarria

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