Machado a Colombia: les digo que cuiden la democracia /Análisis de Ricardo Ávila
María Corina Machado (Caracas, 1965) lidera las encuestas para las elecciones primarias de octubre en Venezuela, que la confirmarían como líder única de la oposición en su país y candidata presidencial con miras a los comicios que tendrían lugar en 2024.
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Con una larga trayectoria en la política ha tenido fuertes enfrentamientos tanto con el desaparecido Hugo Chávez, como con su sucesor, Nicolás Maduro, siendo objeto de persecuciones y amenazas.
Convencida de que cualquier proceso inmediato debe hacerse al margen del régimen, expresa dudas sobre los intentos de Gustavo Petro de buscar una normalización en la nación vecina, tras la cumbre de países convocada en Bogotá el 25 de abril. Desde su lugar de trabajo, habló en exclusiva con EL TIEMPO, a través de una videoconferencia. Esta es la versión editada de la conversación.
¿Cuál es su evaluación de lo que sucedió en Bogotá el martes pasado?
No hay ninguna sorpresa. Para los venezolanos es evidente que en la actualidad el régimen de Maduro no tiene incentivos para negociar y ceder nada relevante para la democracia. Y creo que tampoco es un formato adecuado con la ausencia de una representación venezolana y con la presencia durante tres horas de 20 países que, como era de esperarse, no fueron capaces ni siquiera de coincidir en elementos principales.
¿Cómo analiza estos esfuerzos de Gustavo Petro en el sentido de promover una solución?
Es comprensible que para para el gobierno de Colombia, esté quien esté en la presidencia, la resolución del conflicto venezolano es fundamental. No solamente por la migración y el potencial de desarrollo económico en nuestra frontera. Para todos es evidente que los elementos asociados a la paz de Colombia, como el ELN, encuentran en Nicolás Maduro un aliado. Por lo tanto, mientras exista un sistema no solamente con vocación totalitaria, sino criminal, instalado en el poder en Venezuela, es muy difícil que puedan lograr una paz estable, real y sostenible.
¿Qué más ve?
Honestamente creo que el abordaje del presidente Petro no está orientado en lo que nosotros creemos que es el bienestar de las dos naciones. Pareciera que el interés planteado por parte de Maduro es que Petro le quite toda la presión internacional, incluyendo las sanciones económicas y las sanciones personales a los violadores de derechos humanos y corruptos, mientras Petro quiere que Maduro le facilite la integración del ELN a su concepto de paz total. Lo que pasa es que ninguna de esas cosas depende del otro. Además, no creo que a Maduro le interese lo del ELN.
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¿Por qué?
Todos sabemos que el sustento real de esa relación es un tema de orden económico asociado al narcotráfico y a las grandes oportunidades que tienen tanto el ELN como los carteles mexicanos hoy en día en territorio venezolano.
¿Qué hacer para salir de esa especie de sin salida?
Esto ha sido muy largo y la gente se cansa, sin desconocer que a muchos les duele la destrucción que está provocando este régimen, con cifras que son brutales. Estamos hablando de que en 10 años la economía de Venezuela ha caído 75%, la cuarta parte de la población vive afuera, la pensión que reciben los jubilados es de 5,22 dólares mensuales y que se necesitan 100 salarios mínimos para que una familia solamente pueda comer, algo que no tiene precedente en la historia de América Latina.
Pero ha sido tanto tiempo que hay quienes llegan la conclusión de que con Venezuela ya no hay nada que hacer y más cuando empiezan a aparecer escándalos de corrupción que involucran a actores que no son del régimen.
Y eso le conviene al régimen que quiere transmitir la idea de que son infalibles, más fuertes que nunca y que el país está entregado, por lo cual no hay la posibilidad de que surja una fuerza interna que genuinamente represente y se conecte con esa aspiración de transformación que hay en las bases.
¿Cuál es la solución?
Hemos probado todo. En Venezuela hemos tenido 15 iniciativas de diálogo, es decir que esta no es la primera. También 33 procesos electorales. Años de protestas, de represión de torturas. Hay 284 presos políticos y militares en la cárcel. También ha habido presión externa y ahora existe una nueva realidad geopolítica. Es verdad que el mundo no es el mismo, pero nosotros ni el régimen tampoco. Aquí hay un proceso de aprendizaje de lado y lado. A mí me impacta, me emociona y me conmueve una dinámica social muy profunda que entiende el 2024 como una oportunidad única, quizás la última para muchos venezolanos.
¿Por qué lo dice?
Porque lo veo. Tengo 10 años con prohibición de salida del país y seis años que no me dejan montarme ni siquiera en un vuelo doméstico, porque a las aerolíneas les han dicho que les quitan la licencia. Entonces he estado recorriendo mi país, manejando mi carro, hablando con gente de todo tipo. Y esto es distinto. Una de las cosas que estoy viendo es que las bases del chavismo donde se ha ejercido un chantaje y una extorsión al llevar el pueblo a nivel de sobrevivencia, con la bolsa de comida, con la bombona de gas, se están rebelando de una manera, para mí, inédita. Ese descontento tiene varios elementos. Los problemas de liquidez del régimen son enormes y no atribuibles a las sanciones. Estos tipos están diciendo que necesitan que les devuelvan tres mil millones de dólares, pero se acaba de descubrir que se robaron 21 mil millones de dólares en PDVSA. A los maestros que están pidiendo que les eleven su sueldo de hambre les dicen que no hay plata. Y ellos dicen, no señor. Esto no es bloqueo, es saqueo. No son sanciones, es la corrupción.
Esto ha sido muy largo y la gente se cansa, sin desconocer que a muchos les duele la destrucción que está provocando este régimen, con cifras que son brutales
Reitero, ¿qué hay que hacer?
Darle cauce a esta fuerza y una organización distinta a la que hemos tenido hasta ahora. Porque creer que vamos a un proceso electoral convencional a estas alturas es no entender. Aquí no hay fechas, no hay condiciones, todas las instituciones están bajo el total y absoluto control del régimen. Entonces hay que construir fuerza. Se necesita encausar esta energía ciudadana y crear capilaridad, con una articulación internacional alrededor de una estrategia creíble, robusta y que se ejecute con disciplina. Para lograr estas dos cosas se requiere un liderazgo de las fuerzas democráticas que tenga legitimidad y credibilidad hacia adentro y hacia afuera. Yo creo que las primarias representan esa gran oportunidad.
No es un evento cuyo objetivo es solamente un candidato unitario. Es un proceso de conexión de la sociedad, de articulación de los distintos sectores, de definir una estrategia y un equipo para la transformación de Venezuela y así lograr una transición sostenible y real hacia la democracia.
¿Qué garantiza que no vaya a suceder lo mismo que en el pasado?
Eso va a depender del grado de éxito y de fortaleza que produzca la primaria. Si esta no entusiasma la sociedad y se percibe restringida a algunos partidos políticos o controlada por el régimen a través del Consejo Nacional Electoral creo que eso va a ser una primaria poco exitosa. Sí, por el contrario, logramos que se convierta en un gran movimiento que sale de las entrañas de la sociedad venezolana, que involucre a los que estamos aquí y a los que están afuera, el resultado va a ser muy poderoso y el costo político para cualquier actor de desconocer sus resultados sería brutal.
¿Cómo proceder?
El Consejo Nacional Electoral es un tentáculo del sistema que, además, ha usado estas 33 lecciones para ir controlando el proceso y cuenta con un registro electoral que tiene más de 50 por ciento de datos cuestionables, que ha impedido que muchos venezolanos puedan efectivamente registrarse, que tiene un sistema electrónico que no es auditable y que además permite la presencia en centros de votación de personas que son del Frente Francisco de Miranda, formados en Cuba, o de las redes chavistas y de los colectivos que aterrorizan a la gente. Entonces estamos frente a una situación de un enorme reto logístico, financiero y político.
Tenemos que ser capaces de hacer unas primarias que no estén cooptadas por la tiranía. Esa posición de que no es posible organizarlas sin el régimen es absolutamente falsa. Sí se puede hacer, como el plebiscito del 16 de julio del 2017 donde participaron casi 8 millones de venezolanos dentro y fuera de Venezuela. Yo estuve involucrada en su organización y sé que es posible. Esto es más complicado obviamente, pero es un tema de voluntad política. Hay algunos actores que no quieren que esto ocurra en los términos que he descrito, sino que prefieren que el régimen intervenga. Y yo lo puedo decir a la criolla: si le das el dedo al régimen, a este régimen ¿sabes hasta dónde te arranca? Te llega al corazón.
¿Cómo evitar que se repita la historia de las últimas décadas?
Nosotros hemos tenido momentos de coordinación total de las fuerzas opositoras, algunas muy recientes, donde toda la sociedad venezolana, ha estado alineada y trabajando en distintos medios para lograr un fin que es la salida del régimen. Ahora, que al régimen le interesa fragmentar, por supuesto. Y por eso la primaria es su principal amenaza, porque permitiría aglutinar a la sociedad con una enorme legitimidad.
¿Y qué piensa hacer si usted triunfa?
Si yo gano, al día siguiente estoy tocando la puerta del presidente Petro y le pregunto cómo hacemos. Usted dice que es amigo de Maduro que, él lo escucha, que quiere acompañar la elección del 2024. ¿Cómo hacemos? Porque hay casi tres millones de venezolanos en Colombia y muchos tienen derecho a votar. Ese es el tipo de acción interna y externa que permite la primaria, para ir a luchar porque cambien los términos para hacer una elección competitiva en el 2024, que es mucho más que una fecha. Ahí sí vamos a poder hacer una gran negociación. Y conmigo pueden contar para una negociación seria y real, no para una simulación. Para eso el pueblo de Venezuela sabe que no me voy a prestar jamás.
¿Cómo ve a Colombia desde Venezuela?
Con una gran preocupación. Como lo dije en el Congreso hace unos años no habrá paz en Colombia mientras no haya libertad en Venezuela. Y la paz de Colombia no puede depender de los arreglos criminales de Maduro con el ELN, que está hoy en su posición más fuerte, gracias a que el régimen les ha ofrecido las garantías y las facilidades en territorio venezolano. Claro, que quieren negociar. Pero no quieren negociar la paz, lo que quiere negociar es la legalización de sus negocios.
¿Qué más observa?
Quiero simplemente alertar, con un enorme respeto y cariño, al pueblo de Colombia de lo que fue un proceso progresivo del chavismo de ir tomando control de las instituciones democráticas, en nombre de más democracia, para vaciarlas. Al final este no es un tema político. Nosotros quizás nos equivocamos o no lo vimos en toda su magnitud. Este es un tema que involucra toda la sociedad y yo creo que los gremios, los sindicatos, las organizaciones de base de la sociedad civil, los activistas y, desde luego, los partidos, la academia, las universidades, deben estar muy alerta y activas para defender las instituciones.
¿Ve similitudes aquí con lo que pasó allá?
Veo alertas, sin duda, y oigo alarmas. La reforma al sistema de salud colombiano que es para mí uno de los mejores, yo no sé si del mundo, pero indiscutiblemente de la región. Ustedes tienen medios de comunicación y una libertad de expresión muy activa, muy vibrante. Eso hay que cuidarlo. Chávez se propuso destruir al sector privado en Venezuela y lo hizo un momento donde tenía mucha plata. Lo acabó a través de expropiaciones, de cambios normativos y leyes que fueron asfixiando la agroindustria, la manufactura, el comercio. Entonces volvió a la sociedad dependiente del Estado y ahí, sí, es verdad que te aprietan duro. Y eso es lo que significa hoy una sociedad venezolana muriéndose de hambre.
¿Hay esperanzas?
La buena noticia para los venezolanos es que aprendimos que el socialismo es eso. Y hoy la sociedad venezolana, dice socialismo nunca más. Por eso estamos ávidos de plantear una Venezuela con una economía abierta que respete la propiedad privada, que estimule las inversiones, que genere puestos de trabajo, donde la gente sea rica y no el Estado. La de Colombia es una situación distinta porque tienen una economía vibrante, un sector privado muy diversificado. Y lo que yo simplemente les digo es que es eso hay que cuidarlo. Hay que cuidar sus instituciones, hay que cuidar sus libertades.
RICARDO ÁVILA PINTO
ANALISTA SENIOR
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
En Twitter: @ravilapinto
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