‘Para la paz duradera, afrodescendientes e indígenas tienen que estar en el centro’
Desirée Cormier Smith asumió en junio de 2022 como la primera representante especial de Estados Unidos para la Equidad y la Justicia Racial. Con su puesto, Washington busca poner en el centro de su política exterior la lucha por los derechos de las comunidades étnico-raciales e indígenas.
Cormier, quien hizo parte de la delegación estadounidense para la toma de posesión del presidente Gustavo Petro en agosto de 2022, visitó Colombia por segunda vez. En esta ocasión, por invitación de la vicepresidenta Francia Márquez con motivo de los actos de conmemoración del Día Internacional de la Mujer Afrodescendiente. EL TIEMPO habló con ella en su paso por Colombia.
Usted es la primera Representante para la Equidad y la Justicia Racial. ¿Por qué Washington no solo le apuesta a un cargo como éste, sino que lo convierte en una prioridad de su política exterior?
Forma parte del compromiso de la administración Biden-Harris de promover la equidad y la justicia racial y de situar los derechos humanos en el centro de nuestra política exterior. En su primer día en el cargo, el presidente Biden firmó una orden ejecutiva para promover la equidad racial y el apoyo a las comunidades desfavorecidas, reconociendo que para las comunidades de color, incluidas las comunidades negras, latinas, asiático-americanas y nativo-americanas, han existido barreras persistentes para acceder a las oportunidades y para alcanzar nuestro pleno potencial.
Ese compromiso no se limita a nuestras fronteras. Se trata de un problema global. Como dijo el comisionado de Derechos Humanos de la ONU: ningún país del mundo está libre de racismo. Así que mientras tratamos de abordar estos retos a nivel nacional, tiene sentido que nos comprometamos y trabajemos con nuestros socios.
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Ha pasado ya un año desde que asumió el cargo. ¿Qué balance hace?
Ha sido un año bastante movido. De hecho, mi primer viaje a Colombia fue el primero en este cargo. Inmediatamente después fui a Ginebra para codirigir la delegación de Estados Unidos ante el Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial, y fue muy importante para mí formar parte de ese proceso, porque aunque mi función se centra en el trabajo global contra el racismo, la credibilidad que tengo para hacer este trabajo depende de cómo estemos luchando contra el racismo sistémico en Estados Unidos. A partir de ahí he viajado a prácticamente todas las regiones del mundo.
Una agenda intensa…
Ha sido un gran honor y un privilegio hacer este trabajo. Es el más gratificante que he tenido pero también el más duro, porque la negación sistemática de los derechos humanos, la persistente marginación, la estigmatización de las personas simplemente por su raza o etnia -cosas que están fuera de su control- es increíblemente desgarradora. Pero, lo que me da esperanza es la resistencia de estas comunidades. Incluso en circunstancias increíblemente difíciles siguen luchando por su dignidad, por sus derechos y por la justicia.
En una entrevista con L.A Times le decían que el racismo está incrustado en las políticas y programas de Estados Unidos y que, en ese sentido, resulta difícil enseñarle al mundo sobre equidad racial. ¿Cómo ve usted los avances en esta materia en su país?
Estados Unidos no es perfecto. Nunca hemos pretendido serlo. La discriminación y el racismo siguen existiendo en Estados Unidos. No es mi opinión, es un hecho. Pero no estoy aquí para amonestar o sermonear a otros gobiernos sobre las realidades del racismo sistémico en su país. He abordado este trabajo con gran humildad porque en Estados Unidos nos queda mucho por hacer, pero también hemos recorrido un camino muy largo.
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Camino que usted misma ha experimentado…
Yo soy descendiente de personas esclavizadas. Mi abuelo fue la primera persona negra en su escuela y yo soy la primera persona, la primera generación de mi familia, que nace con plenos derechos. Así que reconocemos los progresos que hemos hecho, pero también reconocemos que nos queda mucho camino por recorrer. Afronto este trabajo como una oportunidad para colaborar con otros países que se enfrentan a estos retos y con comunidades que luchan por sus derechos. No se trata de que intente enseñar a otros países. Se trata de reconocer la naturaleza global de este problema compartido y de hacer todo lo posible para intentar encontrar soluciones globales.
¿Cómo abordar la discriminación y xenofobia que sufre la población migrante en América Latina?
La xenofobia es un problema enorme y no es exclusivo de América Latina. Desgraciadamente, es una realidad en todo el mundo, similar al racismo. Me rompe el corazón que la gente sea discriminada, estigmatizada, deshumanizada, simplemente por su origen étnico. No son cosas que podamos controlar. La premisa fundamental de la Declaración Universal de los Derechos Humanos es que todos los seres humanos nacen libres e iguales y con dignidad y derechos. Eso no debería ser discutible.
Pero lo triste es que sabemos que esa no es todavía la realidad para muchas personas y, debido a sus experiencias, los migrantes tienden a ser particularmente vulnerables. Pero he tenido el honor de participar y reunirme con ellos y escuchar no sólo los desafíos que están enfrentando, sino también cómo podemos apoyar mejor sus esfuerzos por la dignidad básica y los derechos básicos.
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Los afrodescendientes y los pueblos indígenas tienden a estar sobrerrepresentados en los niveles más bajos de la economía
¿Cómo evaluaría a Colombia en términos de equidad y justicia racial?
Como dije, ningún país del mundo está libre de racismo. Tampoco Colombia. Cuando vine aquí por primera vez y en esta, mi segunda vez aquí, se siente muy familiar. Al igual que en Estados Unidos, debido a nuestras historias similares con la colonización y el comercio transatlántico de esclavos, vemos retos y barreras persistentes que han impedido, en particular a las comunidades negras y a las comunidades indígenas, alcanzar su pleno potencial.
La desafortunada realidad es que los afrodescendientes y los pueblos indígenas tienden a estar sobrerrepresentados en los niveles más bajos de la economía, a tener mayores índices de pobreza, a tener tasas más altas de inseguridad alimentaria, mayores índices de problemas de salud y desigualdades sanitarias. Y eso no se debe a que haya algo innato en los afrodescendientes o en los pueblos nativos o indígenas que les haga más susceptibles a las enfermedades o que les haga menos capaces de ganar salarios dignos. Son retos estructurales y veo algunas similitudes aquí.
En ese sentido, ¿cómo están trabajando Colombia y Estados Unidos juntos en la construcción de países con justicia racial y étnica?
Ha sido un honor y un privilegio colaborar con nuestros socios colombianos, incluida la vicepresidenta Francia Márquez, para identificar los retos e identificar posibles mejores prácticas compartidas. Podemos aprender mucho unos de otros para intentar crear sociedades más justas e igualitarias en las que cada colombiano, cada estadounidense, independientemente de su raza o etnia, pueda desarrollar todo su potencial y en las que la raza o etnia con la que se nace no determinen la esperanza de vida.
Podemos aprender mucho unos de otros para intentar crear sociedades más justas e igualitarias
Tenemos mucho trabajo que hacer y no va a ser rápido y no va a ser fácil, pero estamos comprometidos a trabajar juntos. Llevamos más de 200 años de sólidas relaciones entre Estados Unidos y Colombia, y eso no va a cambiar. Veo este tema, la equidad racial y la justicia, como una extensión de nuestras alianzas que ya han existido en la lucha contra el cambio climático, en la salud, en la educación… porque todas estas cosas tienen un impacto diferente y desproporcionado en las personas de ascendencia africana, en los pueblos indígenas. Así que esto es una extensión de nuestro trabajo. Infundir esa lente de equidad racial en ese trabajo.
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Estados Unidos ha sido un aliado en la implementación de los acuerdos de paz, incluido el capítulo Étnico…
Nos sentimos increíblemente orgullosos de ser el primer acompañante internacional del capítulo étnico de los Acuerdos de Paz. El secretario Blinken vino a Colombia para la ceremonia de firma con la vicepresidenta Márquez en octubre del año pasado y seguimos trabajando estrechamente con su equipo en la construcción de esa asociación y en la identificación de áreas para una estrecha colaboración. También nos aseguramos de trabajar con las comunidades afectadas. Sabemos que las comunidades afrodescendientes e indígenas han sido las más afectadas por la violencia y el narcotráfico aquí en Colombia. Así que para que haya una paz duradera, tienen que estar en el centro de esas conversaciones.
Grateful for another incredible trip to beautiful Colombia! I’m leaving inspired by all the women of African descent I met during this trip, all working in our respective countries across sectors to make racial and gender equality a reality. Gracias @FranciaMarquezM for for… pic.twitter.com/tbG6faM4Og
— Special Representative Desirée Cormier Smith (@US_SRREJ) July 27, 2023
¿Ven suficiente participación de las comunidades negras e indígenas en la implementación del acuerdo de paz?
Creo que bajo el liderazgo de la vicepresidenta Márquez ha sido increíble ver no sólo el entusiasmo por su liderazgo, sino también la participación. Hemos visto comunidades afrodescendientes y comunidades indígenas comprometidas en formas que no son normales para la política y la gobernanza aquí en Colombia. Ocurre lo mismo en mi propio país. Teniendo un presidente como el presidente Petro, teniendo un presidente como Biden, que ambos fueron elegidos por coaliciones multirraciales y con la promesa de construir democracias más justas, más igualitarias, multirraciales, que funcionen para todos los ciudadanos. Y para que eso sea cierto, tiene que haber una participación robusta.
Usted fue a Stanford y a otras universidades en EE. UU. gracias a la acción afirmativa, que la Corte anuló hace poco. ¿Qué implica esta anulación?
Esa decisión del Tribunal Supremo fue, personalmente, muy devastadora. Mi historia no sería posible sin la acción afirmativa. Y no es porque de alguna manera esté menos cualificada o sea menos inteligente que una estudiante blanca privilegiada. Es sólo porque, debido a nuestra historia, no tuve el mismo acceso a oportunidades, no tuve acceso a tutores privados. Ni siquiera habría sido capaz de pagar para aplicar a instituciones como Stanford y Harvard si no fuera por las exenciones financieras. Por eso, temo el impacto que esto podría tener en la composición del cuerpo estudiantil de nuestras universidades.
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Todos estamos decepcionados por la decisión, pero estamos decididos a no hacer que signifique que retrocedamos
¿Por qué es importante?
Porque sabemos que una universidad, un título universitario, en EE. UU. es un gran peldaño para el progreso económico que sólo es posible gracias a la acción afirmativa que disminuye esas barreras que durante demasiado tiempo han mantenido persistentemente a los negros, a los latinos y a otras comunidades marginadas fuera del acceso a oportunidades. Todos estamos decepcionados por la decisión, pero estamos decididos a no hacer que signifique que retrocedamos en el progreso.
Hay muchas decisiones recientes de la Corte que han sido consideradas como un retroceso en materia de derechos civiles. Decisiones como la del aborto y la sentencia Roe vs. Wade. ¿Ve un retroceso en esta materia?
Entiendo por qué desde afuera podría parecer así, pero no estoy de acuerdo con esa afirmación porque descuenta todo el duro trabajo de nuestra sociedad civil y de nuestro poder ejecutivo, liderado por el presidente Biden y la vicepresidente Harris, que está comprometido a defender los derechos civiles y comprometido a crear de nuevo una América que funcione para todos. Fuimos fundados sobre la premisa de que debería haber justicia y libertad para todos. Sabemos que nunca hemos cumplido esa promesa. Pero nunca nos hemos alejado de ella. Y eso es lo que me da esperanza.
¿Con qué impresión se va de Colombia?
Me voy de Colombia muy llena. Estoy inspirada. Estoy esperanzada y también más firme en mi compromiso, porque pude ver a todas estas increíbles mujeres negras de todo el mundo trabajando por un mundo que sea más justo y más igualitario para que todos puedan vivir con dignidad y desarrollar todo su potencial. También fue reconfortante saber que no estoy sola en esto. El trabajo puede parecer abrumador y desalentador, pero saber que hay otros seres humanos dinámicos y brillantes que trabajan por el mismo objetivo es realmente reconfortante y tranquilizador y me da energía para seguir adelante.
ANGIE NATALY RUIZ HURTADO
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO