‘Cuando enfrenté a los hombres y me fui de mi pueblo, empezó mi lucha’: Xóchitl Gálvez

“La historia es así. Yo nací en el valle del Mezquital, en la región indígena Otomí o Ñähñu. A lo largo de mi vida me he tenido que enfrentar a muchos hombres, empezando por mi papá. Soy hija de un padre violento, con problemas de alcoholismo y en situación de pobreza. La verdad, es que, de donde vengo, había cero oportunidades para las mujeres. Teníamos que conformarnos con casarnos a los 14 años y vivir en condición de pobreza. Yo me atreví a irme del pueblo. Ahí empezó mi lucha social”, dice, a sus 61 años, la candidata opositora a la presidencia de México, Bertha Xóchitl Gálvez Ruiz, luego de llegar, de sorpresa, a un encuentro con medios de América Latina en su sede de campaña en Ciudad de México.

No hay duda de que lo que está en juego en esta elección presidencial es la democracia y las libertades.

“Gracias, muchas gracias. Qué gusto recibirles. Llegamos ayer de Morelos casi a la medianoche, pero estábamos aquí listos hoy para empezar el día”, arranca a decir la exsenadora que, pese a su currrículum, hasta hace pocos meses era prácticamente una desconocida para la gran mayoría de mexicanos.

Su traje de lino blanco contrasta con una camisa rosa –color de su campaña- en la que se tejen infinitas X blancas, en alusión a su nombre y a los ‘xochilovers’, como le llama a la fuerza ciudadana que junto con los tres partidos tradicionales la tienen en la contienda presidencial. El rosa también pinta sus labios, pómulos y párpados.

(No deje de leer: ¿Cuáles son las diferencias y parecidos que existen entre México y Colombia?)

Un color que en México también se asocia con la llamada “marea rosa” que ha salido a las calles, y lo hará de nuevo el próximo 19 de mayo, para exigir votaciones limpias y respeto a la democracia, la justicia y la libertad.

Simpatizantes de Xóchitl Gálvez

Foto:AFP

México, que con una calificación de 5,14 ocupa el lugar 90 de 167 países evaluados dentro del Índice de Democracia 2023, elaborado por The Economist Intelligence Unit (EIU), quedó dentro de la categoría de regímenes híbridos y obtuvo la puntuación más baja desde el 2006, cuando se comenzó a realizar el estudio. El EIU advirtió que el país enfrenta desafíos particulares en ámbitos como el funcionamiento del gobierno y la participación política.

No hay duda de que lo que está en juego en esta elección presidencial es la democracia y las libertades. Si bien no significa que si llegara a ganar Claudia Sheinbaum nos vamos a convertir en una dictadura, lo que hemos visto en este último sexenio es una erosión de distintos aspectos de nuestra democracia, algo que se puede agudizar con las reformas constitucionales que pretende seguir en marcha tras heredar de este gobierno y que estarían perfilando a México como una autocracia”, dice Cristian Castaño, director de la Asociación civil Centro de Estudios Estratégicos de México.

(Además: El Senado mexicano aprueba la reforma a la Ley de Amparo)

Simpatizantes de Xóchitl Gálvez comparten con la candidata.

Foto:AFP

Una presidenta para la historia

Sheinbaum y Gálvez protagonizarán el próximo de 2 de junio un proceso electoral histórico, no solo porque llegará por primera vez al poder una mujer –el candidato Jorge Álvarez no llega al 10 por ciento de intención de voto- sino porque de manera inédita se elegirán 628 escaños de las dos cámaras del Congreso y más de 20.700 cargos en todos los estados. Además, serán las elecciones más violentas, al menos en la historia moderna del país.

Según advirtió un informe de la consultora de riesgo político y conflictividad Integralia, desde que arrancó la campaña electoral se han registrado 161 asesinatos, 100 amenazas y al menos 85 atentados. Esas cifras suponen un promedio de 1,8 víctimas de violencia política a diario.

Y es que tener una mujer al mando es una noticia diciente para un país que con 130 millones de habitantes ha aumentado la violencia feminicida en los últimos 30 años. Se estima que cada año en el país son asesinadas más de 3.000 mujeres, niñas y adolescentes, aunque solo alrededor de un 24 por ciento de esa cifra se contabiliza como feminicidios.

Entre una científica y una ingeniera

La candidata de la coalición opositora Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez, participa en un acto con simpatizantes.

Foto:EFE

Para Claudia Sheinbaum, física y científica, no es nuevo ser la primera mujer en algo. Fue la primera en ingresar al doctorado en ingeniería en energía de la Unam y obtener un grado de doctora, además de ser la primera mujer electa en ejercer la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México.

Mientras que Sheinbaum cuenta con un evidente apoyo del Gobierno del saliente y popular presidente López Obrador, que dejará su cargo con un 67 por ciento de aprobación, Gálvez es percibida como “muy sola”. Algo que, para ella, tampoco es novedad.

Cuando salió de su pueblo se dirigió a Tepatepec donde se enfrentó a un cacique que los tenía “totalmente controlados”. Por eso, a sus 17 años resolvió irse a Ciudad de México, “donde llegué sola a conseguir un empleo de telefonista”, recuerda.

Fotografía cedida por Xóchitl Gálvez Prensa de la candidata de la coalición opositora Fuerza y Corazón por México, Xóchitl Gálvez.

Foto:EFE/Xóchitl Gálvez Prensa

“Entré a la facultad de ingeniería y viví todas las peripecias propias de la falta de dinero, por lo que no fue sencillo mantenerme en la universidad, pero lo logré a través de una beca y me convertí en una muy buena ingeniera en 1992 y, luego, en una empresaria muy exitosa”, resalta Xóchitl.

De padre indígena y madre mestiza, trabajó en el sector privado hasta que en el año 2000 inició su carrera política al integrarse en el gabinete del entonces presidente Vicente Fox como titular de la Oficina para la Atención de los Pueblos Indígenas.

A Xóchitl Gálvez la definiría como una persona inteligente, decidida pero desordenada en muchas cosas. Creo que la desventaja que tiene es que es sumamente desconfiada y siente que cualquiera la puede traicionar.

También fue alcaldesa de la delegación Miguel Hidalgo, donde se vinculó con el PAN, y luego senadora de la República por el mismo partido. “Una muy combativa”, advierte, al recordar que se disfrazó de dinosaurio y hasta se encadenó a la silla de la presidencia como protesta.

“Como senadora, junto con Lilly Téllez y Kenia López Rabadán, enfrentamos el autoritarismo del presidente. Eso sí, mi visibilidad fue mayor cuando me atreví a desafiarlo tocándole la puerta del Palacio Nacional para hacer valer un amparo (tutela) y exigir mi derecho de réplica porque fui difamada”, relata Xóchitl con relación a la acusación de López Obrador de que ella desaparecería sus programas sociales si llegara a ganar.

“A Xóchitl Gálvez la definiría como una persona inteligente, decidida pero desordenada en muchas cosas. Creo que la desventaja que tiene es que es sumamente desconfiada y siente que cualquiera la puede traicionar”, menciona la activista y líder de opinión mexicana María Elena Morera.

Una elección polarizada

Simpatizantes de Galvez

Foto:AFP

“Me va a corresponder ser la primera mujer presidenta de México. Tengo claro que no llego yo, llegamos todas, con nuestras ancestras y nuestras hijas (…). Tengo claro que nos tocará, juntos y juntas guardar el legado de un hombre que ha cambiado para bien, la historia de nuestro país: Andrés Manuel López Obrador”, subrayó hace unos meses Claudia Sheinbaum en alusión a su promesa de ofrecer un gobierno continuista.

Por su parte, Gálvez, que se declara feminista y a favor del aborto, se ofrece como una salida contraria al gobierno actual y hace énfasis en la seguridad al proponer desmilitarizar el país, la construcción de una cárcel de máxima seguridad, devolver el carácter civil a la Guardia Nacional (militarizada por López Obrador) y sacar al Ejército de la construcción de obras públicas para centrarlo en tareas de seguridad nacional.

Uno de los mayores retos que tiene Xóchitl Gálvez es “vencer los prejuicios y el desprestigio que tienen las instituciones políticas tradicionales.

“Se acabaron los abrazos a criminales”, criticó en referencia a una de las frases más conocidas de López Obrador, quien apostó durante su sexenio por “abrazos, no balazos” para hacer frente a la delincuencia.

Para el analista Castaño, uno de los mayores retos que tiene Xóchitl Gálvez es “vencer los prejuicios y el desprestigio que tienen las instituciones políticas tradicionales”. En especial, cuando, como senadora, su voto se ha saltado a menudo la disciplina del partido que la acoge.

Marko Cortéz, presidente del PAN, recuerda que Xóchitl “fue la que los mexicanos nos pedían en las calles, en los mercados, en las plazas, en todos lados. Le hicimos caso a la sociedad, y creemos que votar por Xóchitl es votar por la libertad y la democracia”, con relación a la razón de fondo que la tiene como candidata: el millón de firmas que recolectó.

Claudia Sheinbaum lidera las encuestas

La candidata presidencial del oficialismo, Claudia Sheinbaum, participa este lunes durante un acto protocolario en la Ciudad de México.

Foto:EFE

Entre recorridos relámpago por los distintos estados, atender a los medios de comunicación, prepararse para los debates y hacer campaña, Xóchitl revisa una y otra vez qué hace falta para subir en las encuestas.

La candidata opositora ha insistido en las últimas semanas que está “a solo cinco puntos de Sheinbaum”, sin revelar el sondeo en el cual se basa, pero las principales casas encuestadoras la colocan a más de 20 puntos de distancia.

La encuesta de encuestas que realiza Polls MX señala que Sheinbaum suma un 57 por ciento de las preferencias, mientras que Gálvez tiene un 33 por ciento y Jorge Álvarez un 8 por ciento de la intención del voto.

No obstante, la oposición asegura que las encuestas no son un referente y que están sesgadas. Además, su apuesta es lograr que haya una mayor participación que revierta los números. “Si logramos que un 63 por ciento salga a votar, ganamos”, asegura una fuente cercana a la campaña Gálvez.

Si se miran los anteriores procesos electorales, los niveles de participación han sido variados: en 2018, durante las elecciones presidenciales, el porcentaje de votantes alcanzó el 63,42 por ciento de la lista nominal, que contaba con 89,3 millones de ciudadanos registrados. Pero, para 2021, en las elecciones intermedias, la participación descendió ligeramente, llegando al 52,66 por ciento, a pesar de contar con una lista nominal de 93,9 millones de electores.

Combo de fotografías de archivo donde se observa a los candidatos presidenciales.

Foto:EFE

Entretanto, Xóchitl se alista para lo que será un segundo debate presidencial en México justamente este domingo 28 de abril esperando revertir la imagen del anterior.

“En el debate pasado, Xóchitl tuvo varios errores. Se veía muy incómoda incluso hasta con la ropa que llevaba, no volteaba a ver a la cámara y cayó en la trampa de lanzar golpes bajos y pocas propuestas. Pero lo preocupante es que en los días posteriores le echó la culpa a que siguió las instrucciones de sus asesores. Y eso es un error”, explica la líder de opinión María Elena Morera al recordar que fueron más las afrentas personales que las discusiones políticas entre las candidatas.

“Claudia, no eres López Obrador, no tienes ni su carisma”, ironizó Gálvez en aquel primer debate. “Eres mentirosa y corrupta”, le reviró Sheinbaum.

Sin embargo, fiel a lo que ha sido su lucha, Xóchitl prometió que este domingo “va a ser ella, solo ella”, algo indudablemente difícil cuando basta con mirar a su alrededor para reconocer que la candidata tiene infinitas voces que le hablan al oído: asesores de tres partidos políticos, líderes opositores, analistas y un séquito de ciudadanos que se adhirieron a su campaña y que parecen recordarle a aquella “indígena, ingeniera y empresaria que quiere llegar a la presidencia para cambiar la historia de muchos mexicanos”, no está sola.

​STEPHANY ECHAVARRÍA – EDITORA INTERNACIONAL – EL TIEMPO

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *