Dos visiones irreconciliables sobre el plan de Trump para O. Próximo
Una “solución de dos Estados” que favorece los intereses de Israel ofrece a los palestinos una soberanía limitada sobre su futuro país y deja intactos los asentamientos (ilegales a la luz de la legislación internacional). Esa fue la propuesta de paz para Oriente Próximo que presentó esta semana el presidente de EE. UU., Donald Trump.
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Según la propuesta, los palestinos tendrían derecho a un Estado bajo una serie de condiciones: reconocer a Israel como “Estado judío”, “rechazar el terrorismo en todas sus formas” y fortalecer sus instituciones. Además, Washington le daría a Israel soberanía sobre el valle del Jordán y dijo estar dispuesto a reconocer la anexión por parte de Israel de los asentamientos, lo que haría que alrededor del 30 por ciento de Cisjordania ocupada pasara oficialmente al Estado hebreo. Mientras tanto, Israel se comprometería a congelar el desarrollo de cualquier asentamiento por cuatro años.
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Con respecto a Jerusalén, Trump dijo que esta “seguirá siendo la capital indivisible de Israel”, al tiempo que aseguró que un futuro Estado palestino podría tener su capital en “Jerusalén oriental”.
Trump también propuso un Estado palestino de una “sola pieza”, que tendría “redes de transporte modernas y eficientes” y un enlace ferroviario entre Gaza y Cisjordania. Y con relación a la cuestión de los refugiados palestinos, Trump señaló que estos “tendrán la opción de vivir en el futuro Estado palestino, integrarse en los países donde residen actualmente o establecerse en un tercer país”, pero jamás retornar a sus tierras originales, hoy en Israel.
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Ante la propuesta estadounidense, el presidente palestino, Mahmud Abás, anunció ayer la ruptura de “todas las relaciones” con Israel y EE. UU.
Efraim Inbar, presidente del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén, y Ziad Abu-Zayyad, analista político y periodista palestino, hablaron con EL TIEMPO sobre lo que significa el plan de Trump. Un plan y dos visiones diametralmente opuestas.
‘Cuanto más esperen, menos recibirán’: Efraim Inbar
¿Qué le parece el plan presentado por Trump?
Creo que es un plan que toma muy en cuenta las posturas de Israel, propio de una administración amiga de Israel.
¿Y los palestinos? ¿No debe tomar en cuenta también sus puntos de vista?
Este plan indica a los palestinos que sus exigencias no son realistas y que se deben adaptar a la realidad cambiante. Lo interesante es que parece que también los árabes y los europeos piensan así, según las reacciones hasta ahora. Creo que es una ducha fría para los palestinos, que siempre exigen un Estado palestino en las fronteras del 67, con Jerusalén como capital, y no están dispuestos a ningún término medio.
¿Qué importancia tiene el hecho de que, como recuerda Israel, los palestinos rechazaron propuestas anteriores que les fueron presentadas?
Creo que al fin deben comprender que cuanto más esperen, menos recibirán. En 1947 rechazaron la propuesta y desde entonces, sucesivamente, todo lo que se les ofreció.
Recordemos que cuando Egipto ofreció a los palestinos en 1978, junto con Israel, el plan de autonomía, que también rechazaron, había solo 20.000 judíos viviendo en los asentamientos. Hoy hay 15 o 20 veces más. Y nunca propusieron alternativas.
En Camp David, en el 2000, el entonces primer ministro israelí, Ehud Barak, les propuso un plan muy avanzado y la respuesta de Yasser Arafat fue iniciar una intifada (levantamiento). Y cuando el premier Ehud Olmert también lo hizo, Mahmud Abás –presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)– ni respondió.
¿No le parece que esta propuesta fue concebida de modo que parece determinar de antemano el rechazo palestino?
Yo creo que si se les prometen inversiones por 50.000 millones de dólares quiere decir que se les toma en cuenta. Además, todo depende de su actitud. Si ellos tienen la debida, también Israel estará dispuesto a más.
Mirando el mapa, es complicado ver que lo que se diseña como el futuro Estado palestino es un enclave dentro de Israel…
No podemos renunciar al valle del Jordán porque es clave para nuestra seguridad. Jordania no quiere de vecino a un Estado palestino en el que Hamás puede derribar a la ANP. Fue el comportamiento palestino hasta ahora lo que hizo que Israel y EE. UU. se preocupen más de las necesidades de seguridad de Israel.
¿Le parece que el Estado diseñado aquí puede funcionar?
Hay muchos Estados pequeños en el mundo.
No me refiero al tamaño…
Mire, un elemento clave en un Estado es el monopolio del uso de la fuerza. Y los palestinos no lo logran, es evidente. Vemos a los grupos terroristas, el poder que tienen y lo que hacen desde el territorio que controlan. Nosotros tenemos que cuidar seriamente nuestra seguridad.
¿No cree que es un problema si el plan da luz verde a Israel para la anexión de los asentamientos?
Yo creo que si se anexa con aprobación de EE. UU., no es un paso unilateral, es legítimo. Los palestinos tienen la opción de aceptar todo el plan, que incluye esa anexión, pero también les da un Estado. Yo creo que podría funcionar.
El mapa que proponen ‘es un queso suizo’: Ziad Abu-Zayyad
¿Qué opinión le merece el plan de Trump?
Lo que hay aquí es un plan elaborado por los israelíes y adoptado por los estadounidenses, un plan del que no somos parte y del que no seremos parte. Trump no tiene nada para decir en nuestro nombre, no puede entregar nuestras tierras ni nuestros derechos a nadie. Creo que este plan está destinado a fracasar. No lo aceptamos así en absoluto.
Lo rechazaron antes de ver su contenido, ¿verdad?
Es que esto no es un plan, sino una anexión. Entregan todo a la ocupación, lo cual constituye una violación del derecho palestino a la autodeterminación y de los derechos humanos, y no lo aceptaremos.
¿Cuál cree que es el problema central?
El punto central aquí es Jerusalén. No habrá un Estado palestino sin Jerusalén. Y no hay ningún sustituto para Jerusalén. Está claro que Jerusalén es la Ciudad Vieja, son las murallas, el Domo de la Roca, el Santo Sepulcro, la Puerta de Nablus. Esa es Jerusalén. No puede estar en ningún otro lado.
¿Usted se refiere a que no aceptarían como capital, por ejemplo, a Abu Dis, que es parte del territorio municipal de Jerusalén, pero se halla al otro lado de la barrera de seguridad? Según el plan de Trump, Abu Dis y otros dos barrios árabes quedarían del lado palestino…
Claro que no. Jerusalén es Jerusalén. No se puede llamar Jerusalén a ninguna otra cosa. Por lo tanto, esto no va a funcionar, no funcionará y nos oponemos totalmente. Jerusalén es el problema central en este plan. Pero, además, está el tema de la anexión de los asentamientos judíos.
Por un lado, están todas estas perspectivas que desde el punto de vista palestino son problemáticas, y, por otro lado, está la propuesta de un Estado palestino, algo que nunca antes existió… ¿No sería un buen comienzo?
Nosotros tenemos que saber cuáles son las fronteras del Estado palestino. Nuestra reivindicación era por toda la Palestina histórica, y hemos transado aceptando el 22 por ciento de ese territorio.
Pero ahora, de eso que quedaba, Trump da el 30 por ciento a los israelíes. Entonces, ¿dónde será el Estado? Además, si uno mira el mapa propuesto, es un queso suizo, con asentamientos por todos lados, sin continuidad territorial. Ese Estado no puede sobrevivir.
Trump habla de un Estado palestino, pero eso no sería un Estado. En la realidad, lo que hace es legitimar los asentamientos en los territorios ocupados, lo cual es una violación de la IV Convención de Ginebra. Está legitimando la ocupación y permitiendo a Israel anexar el valle del Jordán…
Entonces… ¿Su sugerencia es rechazar formalmente el plan?
Creo que hay que respirar hondo y pensar bien cómo reaccionar. Yo diría que estamos en una situación muy parecida a la de 1947, cuando se publicó el plan de partición de la resolución 181, y los palestinos lo rechazaron.
Hoy, mirando hacia atrás, podemos decir que cometimos un error. Por eso hay que pensar bien si no es un error rechazar el plan de Trump. Hay que actuar con sabiduría política, para que no quede registrado en la historia que al rechazar este plan, lo impulsamos.
JANA BERIS
EL TIEMPO
JERUSALÉN