Estadounidenses hallan en Europa la vida de ensueño
Ben Mitas bebía Vinho Verde mientras miraba a su hija jugar en un parque a principios de este año. Había comprado el vino en uno de los omnipresentes quioscos de los parques, un lujo de vivir en Lisboa.
Mitas y su esposa, Megan, se mudaron a Portugal desde Florida en el 2019 y alquilaron un departamento de cuatro recámaras por 2 mil 500 euros (o alrededor de 2 mil 700 dólares) al mes en una zona tranquila con pequeñas tiendas y restaurantes. El año pasado, compraron una casa del siglo 19 en Lapa, un vecindario histórico que renovarán para convertirla en su “hogar definitivo”, dijo Megan Mitas, de 31 años. Ben Mitas, de 40 años y agente hipotecario, viaja a Florida con frecuencia para trabajo, pero su vida está en Lisboa, donde sus dos hijos están en preescolar y guardería.
La familia encaja perfectamente. En la capital portuguesa, los hablantes de inglés parecen estar en todas partes. El día que Ben Mitas llevó a su hija al parque, dos mujeres estaban sentadas cerca, conversando en inglés.
La tarde anterior, Rita Silva, investigadora de Habita!, un grupo por el derecho a la vivienda, se preparaba para reunirse con residentes de Lisboa que enfrentan el desalojo. Lisboa “dejó de ser costeable para las personas que viven y trabajan en este País”, dijo Silva.
Los estadounidenses, incapaces de darse el lujo de tener la clase de vivienda que quieren en Estados Unidos, se están mudando al sur de Europa en cantidades significativas. Atraídos a la región por su clima templado y bajo costo de vida, que el dólar fuerte hace aún más costeable, muchos estadounidenses están cambiando un estilo de vida dependiente del automóvil por la oportunidad de vivir más económicamente en una ciudad europea y vibrante.
Lo que es barato para estos estadounidenses es brutalmente caro para los europeos del sur, cuyo salario promedio es sustancialmente más bajo que el de los estadounidenses. Los lugareños compiten por la vivienda contra extranjeros adinerados en mercados ya distorsionados por Airbnbs y la inversión inmobiliaria corporativa. El resultado es que más del 90 por ciento de los europeos del sur menores de 35 años aún viven en casa de sus padres. Quienes tienen departamentos enfrentan desalojos y aumentos de renta impredecibles en ciudades con débiles protecciones de alquiler, como Lisboa, Barcelona y Atenas.
El aumento en la inversión extranjera no es ningún accidente. Portugal, España y Grecia han cortejado a extranjeros y corporaciones con la esperanza de atraer talento, apuntalar sus economías y estimular el desarrollo.
Para el 2022, casi 10 mil ciudadanos estadounidenses vivían en Portugal, un impactante 239% más que en el 2017.
“Tenemos una explosión de reinversión urbana”, dijo Silva. “Todo es por el turismo, todo por el lujo”.
Por: RONDA KAYSEN
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