Cómo China está intentando reescribir la historia del Covid-19
A inicios del 2020, el mismo día en que una temible enfermedad nueva recibió oficialmente el nombre de Covid-19, un equipo de científicos de EU y China dio a conocer datos que mostraban lo rápido que se propagaba el virus, y quiénes estaban muriendo. El estudio fue citado en advertencias sanitarias por todo el mundo y parecía ser un modelo de colaboración internacional en un momento de crisis.
Sin embargo, a los pocos días, los investigadores retractaron el estudio, que fue reemplazado por un mensaje que indicaba a científicos no citarlo. Algunos observadores se percataron de la peculiar medida, pero el episodio se disipó entre el frenesí de la pandemia.
Lo que queda claro ahora es que el estudio fue retirado por órdenes de funcionarios de salud chinos en medio de una ofensiva contra la ciencia. Ese esfuerzo ofuscó las fechas de los primeros casos de Covid, como los reportados en el estudio.
El hecho de que el Gobierno chino silenció a científicos, obstaculizó investigaciones y censuró debates en línea sobre la pandemia es algo bien documentado. Pero su control sobre la información va más allá de lo que muchos investigadores conocen. Ha puesto en la mira publicaciones y bases de datos internacionales, cimbrando los cimientos del conocimiento compartido, halló una investigación de The New York Times.
Esta censura no ha tenido éxito universal: el artículo original de febrero del 2020, por ejemplo, aún puede ser hallado en línea con algo de búsqueda. Pero la campaña privó a creadores de políticas de información crucial sobre el virus cuando el mundo más la necesitaba. Generó desconfianza en Europa y EU, al tiempo que funcionarios de salud citaban investigaciones de China que luego fueron retractadas.
Dicha censura se desbordó recientemente a la vista del público, cuando un grupo internacional de científicos descubrió datos de secuencias genéticas que investigadores chinos habían recolectado de un mercado en Wuhan en enero del 2020, pero que retuvieron durante tres años. Las secuencias mostraban que perros mapaches, animales parecidos a los zorros, habían depositado firmas genéticas en el mismo lugar donde quedaban restos de material genético del virus, un hallazgo consistente con un escenario en el que el virus se propagó de animales vendidos ilegalmente en mercados a humanos.
Parte de la censura cambió la cronología de los primeros contagios al tiempo que el Gobierno chino enfrentaba críticas sobre si respondió o no al brote con suficiente rapidez.
“Creo que hay una agenda política importante que impacta a la ciencia”, señaló Edward Holmes, un biólogo en la Universidad de Sydney, quien fue parte del grupo que analizó las secuencias que contenían ADN de perro mapache. Al poco tiempo de que el grupo alertó a investigadores chinos sobre sus hallazgos, las secuencias genéticas desaparecieron temporalmente de una base de datos global.
El 6 de febrero del 2020, cuando evitar una pandemia aún parecía posible, la internet china enardeció con la muerte de Li Wenliang, un médico en Wuhan que había sido castigado por advertir sobre el brote antes de que él mismo enfermara. La población intuyó que las autoridades habían retenido información que podría salvar vidas. Por toda China, se preguntaban: ¿Cuánta gente se había infectado con el virus en diciembre? ¿Quién sabía? ¿Por qué no se había hecho más? Por esa época, investigadores confirmaron que el virus se había estado propagando durante semanas, un hecho que los funcionarios chinos habían desestimado en un principio. El Gobierno reaccionó al reforzar la censura en línea y tomar el control de las investigaciones.
Pronto, investigadores chinos pidieron a publicaciones retractar su trabajo. Un análisis de más de una docena de artículos retractados provenientes de China muestra un patrón de corrección o represión de investigaciones sobre los primeros casos, las condiciones para los trabajadores médicos y a qué grado se había propagado el virus, temas que podrían hacer lucir mal a Beijing.
Al propagarse el virus, China formalizó sus controles. Un grupo de trabajo fue puesto a cargo de toda la investigación sobre el coronavirus.
“China emergió de la pandemia como uno de los primeros ganadores”, dijo Yanzhong Huang, un experto en salud global en la Universidad Seton Hall, en Nueva Jersey. “Empezaron a presentar una nueva narrativa sobre el brote”.
El control de China sobre la ciencia continúa. En abril, científicos del Gobierno dijeron que era hora de buscar los orígenes del virus fuera de China.
Era una alusión a la afirmación, ampliamente desmentida, de que el Covid inició en otra parte.
Vivian Wang contribuyó con reportes a este artículo.
Por: MARA HVISTENDAHL y BENJAMIN MUELLER
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The New York Times Company