Chile: ¿qué implica triunfo de la derecha para liderar el proceso constituyente?
Ni los mejores pronósticos auguraban unos resultados tan holgados para la extrema derecha chilena en las elecciones de consejeros constitucionales celebradas este domingo: el Partido Republicano, que aboga por mantener la actual Constitución, obtuvo 22 escaños de los 50 en juego (al 99 por ciento escrutado), convirtiéndose en el partido más votado a nivel nacional y doblando en escaños a la derecha tradicional.
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«Hoy podemos respirar un poco más aliviados», sostuvo su líder, José Antonio Kast, quien perdió frente al presidente Gabriel Boric en las presidenciales de 2021 y es un defensor acérrimo del modelo neoliberal instaurado por la dictadura militar (1973-1990).
Con un 35,4 por ciento de sufragios, arrasó en la mayoría de las 16 regiones de Chile, en sus bastiones tradicionales del sur, en el norte e incluso se hizo con feudos gobernados por la izquierda como la Región de Valparaíso.
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En este escenario lo más probable es que la Constitución que salga de este proceso no sea una Constitución habilitante.
Estos 22 escaños le permitirán a la extrema derecha ejercer el poder de veto en el órgano constitucional: «En este escenario lo más probable es que la Constitución que salga de este proceso no sea una Constitución habilitante. Es una garantía del status quo y el fortalecimiento de las opciones presidenciales de los republicanos», le dijo a la agencia Efe la directora de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, Claudia Heiss.
De otro lado, los contendientes de izquierda obtuvieron 17 escaños, mientras que un escaño está reservado para un representante de los pueblos originarios. Este resultado representa un cambio político sustancial en ese país a medida que gira hacia la derecha, aproximadamente tres años después de que manifestaciones civiles paralizaran gran parte del territorio en medio de demandas de mayor igualdad y mejores servicios sociales.
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¿Pero qué implica el triunfo de la derecha y qué viene para el proceso constituyente? ¿Y cómo queda el presidente Boric tras estos resultados? Acá le explicamos.
¿Qué cambia?
Los republicanos repitieron el sorpasso que ya dieron en los comicios de 2021, cuando ganaron la primera vuelta presidencial y consiguieron 16 parlamentarios en las legislativas (15 diputados y un senador, aunque tres de ellos abandonaron el partido). Sin embargo, ahora por primera vez, encabezarán el órgano encargado de discutir y aprobar una nueva Constitución.
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«Hay una distribución del poder distinta de la que pensábamos y que lo cambia todo: va a cambiar el debate constitucional porque del Partido Republicano van a depender los temas que se incluyan en la Constitución y que serán importantes para el Gobierno», le indicó a Efe el analista Kenneth Bunker, del centro de pensamiento Tech Global.
Hay una distribución del poder distinta de la que pensábamos y que lo cambia todo: va a cambiar el debate constitucional.
Para Buker, además, «el Gobierno queda en muy mal pie, es una muy mala votación que tiene que ver con la mala gestión de Boric y su capacidad de hacerse cargo de los problemas coyunturales de las personas».
El apabullante triunfo de Kast cambia por completo el equilibrio de fuerzas del nuevo Consejo Constitucional frente a la anterior Convención, dominada por el progresismo y una mayoría de candidatos independientes que, a diferencia de los comicios de hoy, pudieron concurrir en sus propias listas.
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Para el subdirector del Instituto de Estudios de la Sociedad, Rodrigo Pérez, una de las claves será si los ultraderechistas «optan por acentuar su lado más vociferante o si establecen una política para buscar aliados», señala.
Durante la campaña, los republicanos arremetieron con fuerza contra el resto de la oposición, aunque en los últimos días, Kast -que abandonó la coalición de derecha tradicional donde militó más de 20 años por considerarla demasiado moderada- dio señales de querer apostar por un estilo más dialogante.
Claudia Heiss, de la Universidad de Chile, calificó el resultado de «tsunami republicano» y aseguró que Kast «sale muy fortalecido» de cara a las presidenciales de 2025. «Siempre hemos querido lo mejor para Chile, por eso nunca quisimos un proceso constitucional», subrayó Luis Silva, uno de sus consejeros más votados.
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El dilema de la derecha tradicional
Tras el rechazo de la primera propuesta constitucional en septiembre y a diferencia de la extrema derecha, la derecha tradicional optó desde un principio por retomar el itinerario constituyente. Ahora, según analistas, la coalición conservadora Chile Seguro queda debilitada y en la encrucijada de tomar las posiciones extremas de los republicanos o bien adoptar un perfil propio más moderado.
Esa derecha tradicional, integrada en la coalición Chile Vamos (UDI, Renovación Nacional y Evópoli), sufrió la peor de sus pesadillas: el sorpasso de la extrema derecha, que ya ocurrió por primera vez en las últimas presidenciales.
El diputado de la Unión Demócrata Independiente (UDI), Juan Antonio Coloma, la principal formación del bloque, admitió que fue un «triunfo de la oposición» encabezado por los republicanos: «No vamos a cometer los errores de la izquierda en el proceso anterior», reivindicó.
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Para Rodrigo Pérez, «los liderazgos de la derecha tradicional no están logrando un proyecto que apele a grandes mayorías y se enfrentan a una mezcla complicada: construir una identidad con la que conecten con los votantes y entender que la moderación por sí sola no alcanza a ser un proyecto político».
La politóloga de la Universidad Alberto Hurtado, Federica Sánchez, por su parte, matizó la victoria republicana y sostuvo que, si bien la extrema derecha ha ganado poder de veto en el consejo constitucional, el líder de la oposición en el Congreso sigue siendo la derecha tradicional.
Y es que, con el 21 por ciento de los votos y 11 consejeros, los conservadores tienen que elegir ahora entre «juntarse con la extrema derecha más intransigente o ponerle una barrera y quedarse en el centro», indicó a Sánchez. Si deciden acercarse a los republicanos, ambas fuerzas superarán los tres quintos del consejo constitucional y podrán aprobar las normas sin necesidad de pactar con la izquierda, que dominó el proceso anterior y hoy está debilitada.
Boric pide no cometer ‘el mismo error’
Boric se implicó mucho en el pasado proceso e hizo campaña a favor de la primera propuesta constitucional, que finalmente fue rechazada en un plebiscito en septiembre.
Esta vez, apenas se ha inmiscuido en un intento por evitar que la votación se convirtiera en un referéndum sobre su gestión y que los partidos que le sustentan en el poder acusaran su baja aprobación.
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Lo consiguió a medias: la lista oficialista (Frente Amplio, Partido Comunista y Partido Socialista) quedó en segundo lugar, con el 28,5 por ciento de los votos y 17 escaños, pero la lista de la centro-izquierda (con la que el Partido por la Democracia, que también forma parte del Gobierno, se descolgó para unirse a la Democracia Cristiana) no consiguió entrar en el consejo por su baja votación.
«El proceso anterior fracasó porque no supimos escucharnos entre quienes pensábamos distintos. Invito al Partido Republicano a no cometer el mismo error que nosotros», instó Boric en cadena nacional. «Cuando el péndulo de la historia se mueve de un extremo a otro incesantemente, en tiempos cortos, siempre son las personas más vulnerables las que sufren el enfrentamiento entre las élites», añadió.
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El oficialismo se impuso en Atacama (norte) y Coquimbo (centro-norte) y retuvo su gran feudo: Santiago. Para Kenneth Bunker, de la encuestadora TresQuintos, si el Gobierno «administra la derrota de manera correcta, puede sacar algo positivo de ella»: «El triunfo de Republicanos le va a permitir al Gobierno tener un blanco, un antagonista más directo que hoy en día», explicó.
Para analistas, la elección de este domingo sirvió como una dura revisión de la realidad para el Gobierno de izquierda de Boric, ya que busca reactivar su agenda, incluidos los planes para aumentar los impuestos a los ricos, elevar las pensiones y fortalecer los servicios públicos.
Los resultados pueden causar el malestar de muchos de la izquierda que exigieron una nueva Constitución para aplacar el levantamiento social de fines de 2019, lo que exacerbo las divisiones políticas del país. Ese impulso por el cambio condujo al ascenso de Boric desde ser un líder estudiantil a asumir el rol de jefe de Estado.
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¿Un fenómeno global?
El fenómeno del Partido Republicano en Chile no es equivalente a otros fenómenos de extrema derecha en el mundo, según sostuvo Bunker, y -según él- corresponde más una «disputa de facciones» de la derecha chilena que compiten por la hegemonía del espacio.
Sin embargo, para el politólogo de la Universidad de Chile Octavio Avendaño, hay similitudes entre la extrema derecha chilena y sus homólogos en otros países, sobre todo en relación a temas ligados a la inseguridad y a la crisis migratoria, aunque con elementos del propio país.
«El Partido Republicano bebe también de las consecuencias del estallido social y la crisis económica prolongada que genera incertidumbre y sensación de malestar en una ciudadanía que está apelando cada vez más al orden y la estabilidad», concluyó Avedaño.
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¿Cuáles son los siguientes pasos?
Los 50 consejeros elegidos este domingo tomarán posesión de sus escaños el 7 de junio y tendrán cinco meses para preparar la propuesta de nueva Constitución, que se someterá a plebiscito el 17 de diciembre.
Los consejeros, sin embargo, no contarán con carta blanca para redactar el texto a su antojo, sino que tendrán que servirse de un borrador que 24 expertos designados por el Parlamento llevan redactando desde marzo y que entregarán en un mes.
El texto, además, tiene que cumplir con 12 principios básicos acordados a priori por los partidos para evitar una propuesta refundacional como la anterior, entre los que se encuentran la declaración de Chile como un «Estado social y democrático de derecho», la indivisibilidad de la «nación chilena» o el sistema bicameral.
Esta es precisamente la gran novedad de este proceso y la razón por la que muchos consideran que está «tutelado» por los partidos y que es «menos democrático».
WILLIAM MORENO HERNÁNDEZ
REDACCIÓN INTERNACIONAL
EL TIEMPO*Con información de Efe