Bwa kale, el ‘movimiento justiciero’ que ataca a las pandillas en Haití
Los 14 presuntos pandilleros bajo arresto iban llegando a una estación de policía en la capital haitiana cuando un grupo de personas rebasó a la policía, reunió a los sospechosos y usó gasolina para quemarlos vivos.
Las espantosas ejecuciones el 24 de abril marcaron el comienzo de una brutal campaña justiciera para recuperar las calles de la capital, Puerto Príncipe, de las pandillas que han aterrorizado a los haitianos durante casi dos años.
En una nación asolada por la pobreza extrema y la violencia, civiles han matado al menos a 160 personas que se cree son pandilleros desde que un movimiento conocido como “bwa kale” inició su campaña justiciera con el descarado ataque en la estación de policía, de acuerdo con datos recopilados en un reporte de un grupo haitiano de derechos humanos.
El resultado: una fuerte caída en los secuestros y asesinatos atribuidos a pandillas en vecindarios donde la gente dijo a The New York Times que temían salir de sus hogares.
“Antes del 24, todos los días pasaba alguien y me exigía que le diera dinero por mi pequeño negocio”, dijo Marie, de 62 años, que vende zapatos en las calles de Puerto Príncipe. The Times no revela su nombre completo y el de otros residentes por su seguridad.
Pero hace dos semanas, miembros de la “bwa kale” quemaron vivo a un hombre que se creía que era pandillero frente a su puesto de zapatos.
Aunque ella ve el movimiento de venganza como “Dios comenzando a enderezar las cosas”, Marie tiene sus dudas. “Él podría haber sido castigado de otra manera”, dijo. “Podría haber sido arrestado y encarcelado”.
El estallido de la justicia de la turba es preocupante, dicen los expertos en Haití, porque fácilmente podría usarse para atacar a otros y podría conducir a una explosión de violencia aún peor si las pandillas buscan represalias.
El hecho de que se necesitó un movimiento de justicieros para llevar una apariencia de calma a partes de Puerto Príncipe subraya el caos que envuelve a un país donde un gran número de policías mal pagados y superados en armas han huido. Hace casi dos años, el último Presidente electo, Jovenel Moïse, fue asesinado y reemplazado por un Primer Ministro interino visto como un inepto. No se han celebrado elecciones desde entonces, y la nación caribeña de 11 millones de personas no tiene funcionarios electos restantes.
Ariel Henry, el Primer Ministro interino, hizo un llamado el año pasado a intervención externa, pero los esfuerzos de Estados Unidos y otras naciones para montar un contingente internacional se han estancado, en gran parte porque ningún país quiere liderarlo.
Las pandillas tienen mucho tiempo de controlar los barrios más pobres de Haití, pero la violencia aumentó después del asesinato de Moïse. Se han peleado el control de partes de Puerto Príncipe a través de asesinatos al azar, violaciones y secuestros. Un período de nueve días en julio pasado vio 470 asesinatos, dijo Naciones Unidas. La violencia ha impedido que los residentes puedan trabajar, llevando a muchos a irse a Estados Unidos.
“La gente vivía como ratas que sólo salían de sus agujeros para comer”, dijo Arnold Antonin, un cineasta haitiano de 80 años que huyó a República Dominicana el año pasado cuando su esposa, Beatriz Larghi, fue secuestrada y las pandillas se apoderaron de su barrio, al sur de la Capital. “Las pandillas eran como los gatos”. (Su esposa fue liberada ilesa cuando se pagó un rescate).
“La reacción de la población, después de años de que las pandillas impusieran su ley, puede atribuirse a la defensa propia”, dijo Gédéon Jean, director ejecutivo del Centro de Análisis e Investigación de Derechos Humanos (CARDH). En mayo, se registraron 43 asesinatos, la mayoría en Puerto Príncipe, en comparación con los 146 de abril, dijo Jean, y agregó que casi no ha habido secuestros.
Pero las pandillas siguen siendo poderosas y controlan algunos barrios y carreteras, dijo Pierre Espérance, director ejecutivo de la Red Nacional de Defensa de los Derechos Humanos. “No diré que apoyo a bwa kale, pero sí diré que entiendo a la población, porque hay mucha impunidad y ausencia de autoridades, y no tienen opciones”.
Amanda, de 29 años, dijo que tuvo que salir de su casa en el barrio La Grotte de Puerto Príncipe antes del amanecer una mañana de abril cuando las pandillas llegaron a su calle. Los justicieros entonces mataron a algunos pandilleros, aunque sin garantías de que atacaron a las personas adecuadas. Ahora atienden puestos de control y mantienen alejados a los extraños al verificar su identificación.
“Apoyo a las brigadas de justicieros”, dijo. “Cuando paso por un puesto de control, acepto que me chequen”.
Emiliano Rodríguez Mega contribuyó con reportes.
Por: Frances Robles y Andre Paultre
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