India: el templo que se convirtió en un triunfo para los nacionalistas hindúes
AYODHYA, India — Se desplegaron por todo el inmenso país, tocando puertas en nombre de una causa que redefiniría a India.
Estos soldados de trinchera y organizadores, incluyendo a un joven Narendra Modi, recaudaron millones de dólares en una larga lucha por construir un gran templo hindú en Ayodhya, en el norte de India. Se realizaron ceremonias en 200 mil aldeas para bendecir ladrillos individuales que serían enviados a esa ciudad sagrada, que los hindúes creen fue el lugar de nacimiento de la deidad Ram.
Los ladrillos, declararon los líderes de la campaña, no solo se utilizarían para la construcción del templo en un terreno ocupado durante siglos por una mezquita. Serían la base de una Rashtra hindú, o nación hindú, que corregiría lo que los hindúes de derecha veían como la injusticia del nacimiento de India como república laica.
Casi 40 años después, el 22 de enero, Modi, ahora Primer Ministro del País, inauguró el templo Ram en Ayodhya —el máximo logro de un movimiento nacional destinado a establecer la supremacía hindú en India reuniendo a la mayoría hindú de todas las castas y tribus.
“Después de siglos de paciencia y sacrificio, nuestro Señor Ram ha llegado”, dijo Modi durante la ceremonia. “Es el inicio de una nueva era”.
El momento es de triunfo para los nacionalistas hindúes y de júbilo para muchos otros a quienes les importa poco la política. Ram tiene muchos seguidores en la India; el entusiasmo en torno a la consagración del templo había ido creciendo durante semanas, con banderines de color azafrán colgados en un millón de calles y mercados, y pósters de Ram en todas partes anunciando el evento. Pero para los 200 millones de musulmanes del País, el templo de Ram ha reforzado una sensación de desesperanza y desubicación.
La mezquita de Babri, que según el bando hindú fue construida después de que gobernantes musulmanes destruyeron un templo hindú anterior en el lugar, fue derribada en 1992 por activistas hindúes, desatando oleadas de violencia sectaria que dejaron miles de muertos. La forma en que fue demolida la mezquita sentó un precedente de impunidad que resuena hoy: linchamientos de hombres musulmanes acusados de sacrificar o transportar vacas; golpizas a parejas interreligiosas para combatir la “jihad del amor”, y la “justicia con excavadora” en la que los hogares de musulmanes son demolidos por funcionarios sin el debido proceso a raíz de tensiones religiosas.
La derecha hindú ha explotado el movimiento Ram para convertirse en la fuerza política dominante de India. La inauguración del templo, construido en 28 hectáreas a un costo de casi 250 millones de dólares, marca el inicio extraoficial de la campaña de Modi para un tercer mandato, en unas elecciones previstas para la primavera.
El hecho de que Modi fue la estrella de la inauguración del templo en Ayodhya —que los nacionalistas hindúes han comparado con el Vaticano y La Meca— refleja la difuminación de las viejas líneas por parte de la derecha.
Los fundadores de India se esforzaron mucho por mantener al Estado distanciado de la religión, considerándolo crucial para la cohesión del País después del derramamiento de sangre comunal provocado por la partición de 1947 que separó a Pakistán de India. Pero Modi ha normalizado lo contrario.
Después de completar los rituales de consagración junto a los sacerdotes, Modi se postró frente al ídolo Ram, tallado con una cálida sonrisa y ojos lúcidos en piedra negra y adornado con joyas.
El presidente del partido de Modi lo describió recientemente como “el rey de los dioses”. Antes de la inauguración, la Ciudad estaba cubierta de pósters y espectaculares de Ram y de Modi.
Al mezclar religión y política, el líder omnipresente ha logrado lo que sus predecesores no pudieron: convertir una sociedad india diversa y conflictiva en algo parecido a un monolito que se alinea detrás de él. Cuestionarlo es cuestionar los valores hindúes y es casi una blasfemia.
Manoj Kumar Jha, un legislador de la Oposición, dijo que si bien el Partido Bharatiya Janata (BJP) de Modi podría ser derrocado algún día, la transformación del Estado y la sociedad tardaría décadas, al menos, en deshacerse.
“Ganar elecciones puede ser una cuestión de aritmética”, afirmó Jha. “Pero la lucha está en el campo de la psicología —la ruptura psicológica, la ruptura social”.
Así como el Pakistán musulmán fue fundado como un Estado para un grupo religioso, dijo, India “ahora está emulando a Pakistán.
“La mezcla tóxica de religión y política está idealizada”, añadió Jha. “Nadie se toma la molestia de ver lo que una mezcla tan tóxica ha hecho”.
Por: MUJIB MASHAL, y HARI KUMAR
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