La poderosa ‘revolución’ de las mujeres norcoreanas
Kang tenía 20 años cuando dejó su trabajo oficial como investigadora de la papa en Corea del Norte. Su aspiración era unirse a las mujeres que habían emprendido actividades en los mercados ilícitos, primero para sobrevivir a la “Ardua Marcha” (como se conoció a los años de hambruna de mediados de la década de 1990) y luego para construir una vida mejor para ellas y sus familias fuera de los estrictos controles del Gobierno.
Kang comenzó a comercializar bienes como el arroz, metales y petróleo, con lo que generaba muchos más ingresos de lo que podría haber esperado de un trabajo autorizado por el Estado. Eventualmente, antes de llegar a Corea del Sur en 2013, su negocio más lucrativo era un servicio como intermediaria para mujeres jóvenes que deseaban trabajar en fábricas en China.
Kang fue una de las mujeres que participaron en la investigación de nuestro nuevo libro, El capitalismo de base liderado por mujeres de Corea del Norte. Como ella nos dijo: “Lo más gratificante del trabajo era el dinero. Podía pagar la matrícula universitaria de mi hermana menor, así como la de mis hijastros. Incluso podía comprarle a mi esposo la membresía del Partido de los Trabajadores, y eventualmente convertirlo en secretario del partido. Me sentía madurando a través de los negocios. Era como si fuéramos de los funcionarios del partido que mantienen a sus hijos. Podía hacer todo eso posible con el dinero que ganaba”.
La aparición del capitalismo de base en Corea del Norte, a través de mujeres como Kang, es un llamado de alerta para las sociedades patriarcales de todo el mundo: subestimen a las mujeres por su cuenta y riesgo.
Irónicamente, en nuestra investigación descubrimos que, al intentar excluir a las mujeres de la esfera pública y de la economía formal, el Gobierno de Corea del Norte en realidad las ha impulsado a convertirse en empresarias, con efectos en cascada para la sociedad.
¿Cómo sucedió este fenómeno? Las autoridades norcoreanas siguen oprimiendo a la población con una cultura del terror y la vigilancia destinada a contener la expansión del capitalismo. Pero su principal objetivo han sido los hombres, no las mujeres.
Las mujeres de Corea del Norte, subestimadas y actuando en la sombra, se han vuelto cada vez más expertas en eludir la vigilancia y los controles oficiales para crear el espacio necesario para impulsar un cambio económico y social significativo.
Nuestro libro explora las complejas formas en que las mujeres norcoreanas han ejercido su agencia a través de la vida cotidiana.
Nuestra investigación se basó en 52 entrevistas con mujeres norcoreanas desertoras, organizaciones no gubernamentales y varios viajes de campo a Corea del Norte y el noreste de China. Lejos de los estereotipos de autómatas con el cerebro lavado o víctimas indefensas que necesitan protección, descubrimos que las mujeres norcoreanas son fuertes, resistentes y creativas.
Mediante actos de resistencia encubierta, han impulsado el cambio en las relaciones familiares, la sexualidad femenina, los problemas reproductivos y la identidad cultural de las mujeres.
Impulso del capitalismo
Las mujeres se han convertido en protagonistas activas de la emergente economía informal centrada en los mercados locales, que antes del covid representaban aproximadamente el 80 % de los ingresos familiares y más del 60 % de los alimentos y las necesidades básicas de la población.
En resumen, los norcoreanos dependen del trabajo de las mujeres, tanto en el hogar como en el mercado, para sobrevivir.
En la mayoría de las familias norcoreanas, las mujeres se han convertido en el principal sostén de la familia. Esto ha creado más oportunidades para las mujeres y desafíos para quienes pretenden controlarlas, incluido el Estado.
Nuevos roles de género
Las mujeres han impulsado cambios que están desestabilizando dos pilares fundamentales de Corea del Norte: el socialismo y el arraigado patriarcado.
La participación de las mujeres en las actividades del mercado les ha dado acceso a recursos limitados, incluido el dinero, y a un nivel de visibilidad pública e interacción social antes reservado a los hombres.
La independencia económica y una mayor participación en la toma de decisiones domésticas han puesto a prueba la arraigada dinámica familiar y desafiado las normas sociales más generales. Como explica Seol: “A medida que disminuían las raciones, las mujeres tomaban más la iniciativa y salían a trabajar fuera de casa. Eran los hombres los que se quedaban en casa: empezamos a esperar que los hombres cocinaran y se ocuparan de las tareas domésticas. Creo que mujeres y hombres invirtieron los papeles”.
Una revolución sexual
La forma en que las mujeres experimentan y abordan la sexualidad, las relaciones y el matrimonio se ha vuelto mucho más compleja. Esto incluye el retraso del matrimonio y un mayor número de divorcios. También están floreciendo las relaciones no tradicionales, como las parejas prematrimoniales y extramatrimoniales (que han dado lugar a un número creciente de madres solteras) y las parejas de mujeres mayores con hombres más jóvenes.
Una joven llamada Bae nos lo explicó: “Como gano mucho dinero, tengo estándares altos para el matrimonio. Al estar ocupada ganando dinero, no tengo tiempo para pensar en el matrimonio o en casarme”.
Al mismo tiempo, los jóvenes que viven en la ciudad afiliados al Partido están adoptando actitudes más liberales hacia las citas y el sexo, y con una visión más romántica de las relaciones. Como afirmó Joo: “Muchos jóvenes están teniendo citas en público en estos momentos. Después de ver los dramas surcoreanos, las jóvenes llaman a su novio “oppa” (‘hermano’) como los surcoreanos. Las parejas jóvenes van por ahí abrazadas”.
Algunas mujeres también han estado entablando relaciones estratégicas con hombres chinos como medio de asentarse en China, para así garantizar su seguridad.
Cuestión de tacones
Aunque aparentan ajustarse a las versiones patriarcales de la feminidad, las norcoreanas en realidad están construyendo una nueva versión de esa mujer hiperfemenina ideal para la cultura tradicional de Corea del Norte. Este es, generalmente, un medio para acceder a bienes materiales y recompensas sociales.
A través de la moda y el consumo ostentoso, estas mujeres desempeñan un papel clave en la determinación del estatus social en Corea del Norte. Por ejemplo, los tacones altos son de rigor. “Las mujeres estamos obsesionadas con los tacones altos. Probablemente porque las chicas somos bajitas. Tanto si las mujeres vivimos en el campo como en la montaña, preferimos este tipo de zapatos, incluso para usarlos en carreteras sin pavimentar”, explicó Bae.
Al igual que sus pares surcoreanas, la generación más joven se ha interesado más por los cuerpos esbeltos y el pelo largo y liso. Cada vez son más las mujeres que no solo se operan los párpados dobles, sino también los hoyuelos o la nariz. Otra mujer, Gho, relató: “Los jóvenes somos como los surcoreanos. Vemos telenovelas surcoreanas a escondidas y usamos pantalones como los surcoreanos (risas), y nos teñimos el pelo de amarillo como los surcoreanos”.
Con estas acciones, las mujeres están desafiando los estrechos ideales domésticos de esposas y madres y crean nuevos conjuntos de expectativas sociales y construcciones de la feminidad.
La forma en que Paik describe su decisión de teñirse el pelo y llevar aretes es un ejemplo de cómo las mujeres también están emulando a Ri Sol-ju, la primera dama apasionada de la moda: “Los funcionarios solían interrogar a todos los que llevaban aretes. Pero entonces Ri Sol-ju apareció llevando aretes y ahora las autoridades no pueden hacer mucho al respecto. La gente empezó a rebelarse. En Corea del Norte no está permitido teñirse el pelo, y hoy en día mucha gente se tiñe el pelo”.
La nueva mujer ideal
El Estado ha respondido a este cambio social modificando la forma en que presenta a la mujer “ideal” en su propaganda.
Por ejemplo, ahora promociona a mujeres que encarnan una atractiva y dinámica mezcla de lo antiguo y lo nuevo, de lealtad y modernidad, entre ellas la hermana, esposa y ahora hija del líder. Por ejemplo, Ri aparece regularmente vestida de Prada, Christian Dior y Chanel, o con estilos inspirados en estos diseñadores.
Con este tipo de estrategias, el régimen intenta cooptar las tendencias sociales para mantener su legitimidad.
BRONWEN DALTON (*), KYUNGJA JUNG(**) Y LESLEY PARKER (***)
THE CONVERSATION
(*) Jefe del Departamento de Gestión, UTS Business School, Universidad Tecnológica de Sídney.
(**) Profesora asociada, Universidad Tecnológica de Sídney.
(***) Miembro adjunto, Universidad Tecnológica de Sídney.
The Conversation es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo es reproducido aquí bajo licencia de Creative Commons. Por razones de seguridad, se utilizaron seudónimos para las mujeres norcoreanas que participaron en esta investigación.