Sed en el paraíso: la crisis del agua en las islas del Caribe

En el imaginario popular, el Caribe es el paraíso, un lugar exótico al que escapar. Pero tras las imágenes de playas paradisíacas y exuberantes hoteles se esconde una crisis como nunca que han vivido y viven sus habitantes.
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Por ejemplo, Trinidad está experimentando la peor sequía de los últimos tiempos. Los residentes de la isla estarán sometidos a restricciones hasta al menos finales de junio de 2024, con multas para quien infrinja las normas.
Dominica, considerada la isla natural del Caribe por sus selvas tropicales de montaña, está viviendo una disminución significativa de sus recursos de agua dulce. En Granada, conocida como la isla de las especias, la sequía ha afectado a los sistemas hídricos de toda la isla. Jamaica también se enfrenta a restricciones y ha tenido que recurrir a cortes de agua en los últimos años, limitando la disponibilidad de agua a unas pocas horas al día en algunas zonas.
San Vicente y San Cristóbal se han visto obligadas a racionar el agua en los últimos años, al igual que Barbados. El panorama es generalizado y datos recientes muestran que el Caribe es una de las regiones con más estrés hídrico del mundo.
El agua potable es esencial para toda actividad humana y para la salud pública. Por eso es importante comprender las causas profundas de las crisis del agua y encontrar formas eficaces y asequibles de mejorar los sistemas de abastecimiento de agua.
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Las razones detrás
El Caribe es una de las regiones más urbanizadas del mundo. Alrededor de tres cuartas partes de su población vive en ciudades y ese porcentaje va en aumento, lo que añade presión a los sistemas públicos de abastecimiento de agua.
Al mismo tiempo, el aumento de la industrialización y la comercialización de la agricultura han degradado la calidad del agua y, en algunos casos, han invadido zonas sensibles de captación, afectando a la capacidad del suelo para retener el líquido.
Esta demanda competitiva de agua dulce limitada ha reducido los caudales de los arroyos y provocado la extracción de agua de fuentes sensibles. En Dennery North, una importante comunidad agrícola de Santa Lucía, la escasez de agua ha obligado a los residentes a recoger agua de ríos y otras fuentes para sus hogares y granjas.
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La extracción no regulada de aguas subterráneas también puede agravar el problema. Muchas islas dependen de las aguas subterráneas, entre ellas Barbados, donde el 90 por ciento del suministro procede de aguas subterráneas, y Jamaica (84 por ciento).
Sin embargo, el aumento de la demanda y los cambios en los patrones anuales de precipitaciones están afectando a la capacidad de recarga de los acuíferos o aguas subterráneas. Como resultado, el suministro no está a la altura de la demanda. Esto supone un gran problema para la isla de Utila, situada frente a la costa de Honduras, donde la tasa actual de recarga de los acuíferos es de solo el 2,5 por ciento anual. En comparación, Barbados tiene una tasa de recarga del 15 por ciento al 30 por ciento de las precipitaciones anuales.
Por otro lado, no es ningún secreto que el Caribe es un destino turístico muy popular, y las economías turísticas consumen grandes cantidades de agua.
Incluso durante el racionamiento del agua, esta se desvía primero a los hoteles y a otros lugares dependientes del turismo. Eso puede dejar a los residentes locales sin agua durante horas o días y enfrentarse a multas si infringen las restricciones de uso.
El turismo no solo aumenta el consumo de agua sino también la contaminación de los recursos hídricos. La construcción de campos de golf para atraer a más turistas aumenta aún más la demanda de agua del turismo y la escorrentía.
Otro problema al que se enfrentan los sistemas de abastecimiento de agua es una gobernanza deficiente que conduce a una excesiva pérdida de agua tratada antes incluso de que llegue al cliente.
Una empresa de suministro de agua que funcione bien normalmente tendrá pérdidas de agua, conocidas como agua no facturada, por debajo del 30 por ciento. En el Caribe, la media de agua no facturada es del 46 por ciento, y en algunos casos llega al 75 por ciento. Las razones van desde la falta de prácticas de gestión adecuadas hasta imprecisiones en la medición, fugas y robos.
La situación de estos sistemas hídricos puede empeorar aún más con las condiciones meteorológicas extremas, como huracanes e inundaciones, y puede dañar las infraestructuras, provocando largos cortes y costosas reparaciones.
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El Caribe es la segunda región del mundo más propensa a las catástrofes. Las islas se enfrentan a frecuentes terremotos, corrimientos de tierra, huracanes devastadores y otras tormentas destructivas. A medida que la temperatura global y el nivel del mar suben, aumenta el riesgo de fenómenos meteorológicos extremos y de mareas de tempestad que causan erosión, inundaciones y contaminación por agua salada.
En 2017 y tres meses después del paso del huracán María, que afectó a Dominica, las Islas Vírgenes de los Estados Unidos y Puerto Rico, más del 14 por ciento de la población caribeña seguía sin agua potable.
Agua de lluvia
También hay formas de aumentar el suministro. Una de ellas consiste en planear de manera estratégica una práctica en la que la región caribeña ha confiado durante siglos: la recogida de agua de lluvia, que consiste en captarla de los tejados y almacenarla para su uso futuro. Puede usarse para el riego o tratarse para usos domésticos.
En la actualidad, la recogida de agua de lluvia no se gestiona como parte del sistema centralizado de gestión hídrica en las islas. En su lugar, los hogares asumen el coste de financiar, construir y mantener sus propios sistemas. Encontrar apoyo técnico puede ser difícil, lo que hace que los hogares tengan que enfrentarse a variaciones estacionales en la cantidad y calidad. Esto implica que los riesgos para la seguridad del agua potable son difíciles de identificar.
Si la recogida de aguas pluviales se combinara con sistemas centrales en un modelo híbrido de gestión del agua, podría contribuir a ampliar la recogida segura de aguas pluviales y a resolver los problemas hídricos de la región.
Es un concepto relativamente nuevo, e integrar fuentes descentralizadas puede ser complejo, incluyendo requerir tuberías separadas, pero tiene potencial para reducir el estrés hídrico.
Las fuentes descentralizadas, como la recogida de agua de lluvia, las aguas subterráneas o las aguas grises recicladas, podrían servir como fuentes de reserva en caso de escasez o proporcionar agua para usos no potables, como las cisternas de los inodoros o el riego.
En Australia, los ingenieros están sopesando el potencial de los sistemas híbridos de agua para ayudar a afrontar los retos de suministrar agua segura y sostenible en el futuro.
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La Organización Mundial de la Salud ha declarado que el acceso a un suministro suficiente, seguro y fiable es un derecho humano fundamental y que, para lograrlo, los proveedores de agua tienen la responsabilidad de suministrar cantidades adecuadas de agua potable.
Los sistemas híbridos podrían ayudar a garantizar la seguridad del agua para las comunidades insulares y mejorar la resistencia de los sistemas en medio de las presiones humanas y medioambientales a las que se enfrenta el Caribe.
THE CONVERSATION (**)
(*) Profesora asistente de Sistemas de Salud de Emergencias y Desastres, Universidad de Maryland, Condado de Baltimore.
(**) Es una organización sin ánimo de lucro que busca compartir ideas y conocimientos académicos con el público. Este artículo es reproducido aquí bajo licencia de Creative Commons.