COP16: ‘La idea de canje de deuda por acción climática es buena, pero hay que desarrollarla más’, Alicia Bárcena, ministra de Ambiente de México
Durante la última semana de la COP16 de biodiversidad, la mayoría de los ministros de Ambiente del planeta asistieron a la cumbre para tomar decisiones respecto al desarrollo de los acuerdos del Marco Kunming-Montreal y los desafíos planetarios. En entrevista exclusiva con EL TIEMPO y otros tres medios de comunicación latinoamericanos, Alicia Bárcena, ministra de Ambiente de México y exsecretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) se refirió a temas que se han discutido en Cali, como el impulso del presidente Petro para que exista canje de deuda por acción climática, el acuerdo de Escazú, el financiamiento y la forestación.
Conforme a los criterios de
¿Qué opina de la idea del presidente Gustavo Petro sobre el canje de deuda por acción climática?
Cuando yo estaba en la Cepal, trabajamos mucho este tema del canje y la arquitectura financiera en general. Y desarrollamos algunas propuestas que valen la pena poner sobre la mesa. Te voy a hablar de una: la cláusula de huracanes. Cuando azota un huracán a un país, sobre todo los caribeños, esta cláusula debería permitir que ese país entrara en moratoria de deuda, que sea exento del pago de la deuda sin intereses. Esa es una fórmula precisa y concreta. Sobre canje de deuda por cambio climático, hicimos otra propuesta, que es muy importante también para el Caribe. Trabajé mucho en el Caribe porque somos un área a veces muy dejada de lado. Nos fijamos en los países grandes y no tenemos una cultura de entender a las islas, ¿no? Hicimos una propuesta: en ese momento, la deuda del Caribe, vamos a suponer, era una cifra X, realmente era una cifra muy baja. Entonces, le propusimos a la comunidad internacional que le hicieran una quita, o sea, un canje de deuda, y que ese dinero que se pudiera obtener se invirtiera en un fondo de resiliencia para proyectos de adaptación. Creo que la propuesta de Petro, que es buenísima, hay que desarrollarla más, sobre todo en instrumentos específicos, sino nos vamos a quedar en las propuestas nada más. Y sí hay instrumentos, como cambio de deuda por un fondo de resiliencia o restauración. Yo creo que nuestra región necesita adaptación y restauración. Creo que hay disponibilidad, pero siempre y cuando podamos llegar con propuestas concretas. Nosotros proponíamos que se hiciera esa quita de deuda a los países caribeños, se hiciera un fondo de resiliencia y se invirtiera ese fondo en, por ejemplo, la restauración de manglares, carreteras más resilientes para que no estuvieran tan expuestas en las costas, pensando en que sí va a haber una elevación del nivel del mar. Es decir que pudiéramos desarrollar el canje junto con un portafolio de proyectos, entonces, así es más fácil sentarte en la mesa y negociar. Y la otra propuesta que creo que sigue siendo muy valiosa tiene que ver con los derechos especiales de giro, que son instrumentos muy importantes y que muchos países desarrollados no lo usan. La idea es que esos derechos especiales de giro que no están usados los desarrollados se los pudieran dar a los países en vías de desarrollo; esos no generan deuda, dan liquidez fiscal y lo ideal sería que fueran dedicados a la protección de la biodiversidad. Eso sería ideal. Durante la reunión con el secretario general, António Guterres, le planteamos estas ideas. Él las conoce y las refrescó y nos dijo que lo hará, porque en el Pacto para el Futuro quedó una acotación importante: el secretario general va a ser el interlocutor con el Fondo Monetario para este tipo de propuestas. Entonces, todos tendríamos que estar ya pensando, en los instrumentos que tenemos que poner en lugar.
¿Qué acciones efectivas y OMEC ha tomado México para la conservación de los ecosistemas?
Justamente hablé con algunos colegas sobre cómo se pueden definir las Otras Medidas Efectivas de Conservación Basadas en Áreas (OMEC) y también cuál sería la estrategia de gobernanza, que eso es lo que sigue. Por ejemplo, esta semana usé el parque de Chapultepec como ejemplo. Esa es una OMEC. Es un lugar que destinas a la conservación, pero también lo combinas con la recreación. Son zonas que vamos restaurando. Si algunas aún están conservadas, magnífico, pueden estar bajo el resguardo de la Marina, de la Defensa, o de un Privado, pero hay aún ecosistemas que nos interesa proteger. Entonces, se trata de hacer acuerdos para ir protegiendo estos lugares. Lo que necesitamos es ver que realmente esto se pueda hacer. Por ejemplo, hay muchos ejidos que estarían dispuestos a participar, pero también necesitan una compensación. No pueden simplemente ceder sus tierras. Entonces, tenemos que retomar el programa de servicios ambientales o buscar cómo subsidiar la forestación. En la COP16 hablaba con Conservación International y ellos pagan dos dólares por árbol. Pero depende de dónde. No es lo mismo sembrar una ceiba en Tabasco que un matorral en el norte. Esos son los criterios. Ya México tiene 232 áreas protegidas, lo cual es muy importante. Queremos llegar a 150 millones de hectáreas; ahora estamos en 99. Entonces, sí tenemos un desafío, y el desafío es que sean ecosistemas representativos, con una parte marina y otra terrestre. Yo creo que lo vamos a lograr, pero estas OMEC son importantes porque gran parte del territorio ya está poblado. Entonces, tenemos que negociar con quienes están ahí o, más bien, traerlos a esta causa. Por ejemplo, ya estamos trabajando con Sader, con Julio Verdegué, y vamos a sacar un decreto para restringir la frontera agropecuaria. Creo que es muy importante, sobre todo para movernos hacia una ganadería sostenible. En Colombia, por ejemplo, hay casos de ganadería sostenible. Entonces, estas son algunas formas que estamos buscando: fortalecer las instituciones y también buscar recursos externos. México tiene problemas fiscales porque tenemos que reducir el déficit, pero también hay interés de las organizaciones internacionales en apoyarnos con financiamiento concesional, ya que no vamos a endeudarnos. Parte de mi objetivo aquí es retomar una serie de contactos, incluso con el sector privado internacional, que también está muy interesado en esto.
¿Por qué dice que hay que fortalecer el acuerdo de Escazú?
El acuerdo de Escazú está muy bien, el problema es cómo lo implementamos. No lo cuestiono porque yo misma estuve en la negociación. Lo que logramos en Escazú fue muy importante. Tomamos como base el acuerdo de Aarhus, que está en los países nórdicos. Es un acuerdo muy parecido al de Escazú, pero Aarhus no tiene el artículo 9 que incluimos en Escazú, el cual protege a los defensores ambientales. Cuando hablo de fortalecer el acuerdo, me refiero a que no podemos ocuparnos de los defensores ambientales una vez que ya los han asesinado o secuestrado. Tenemos que hacer acciones preventivas, eso es a lo que me refiero. Lo que debemos reforzar en Escazú es cómo creamos un ambiente adecuado para proteger a los defensores. Y eso se logra con trabajo coordinado entre las autoridades ambientales, los presidentes municipales y los gobernantes. Sabemos que hay conflictos de interés y muchos problemas socioambientales. Sin embargo, creo que debemos iniciar negociaciones de más alto perfil, donde se definan los destinos de ciertas áreas. Es fundamental revisar todos los permisos cuidadosamente, Estado por Estado, especialmente aquellos que están en conflicto con zonas que queremos proteger. Por ejemplo, había un proyecto turístico que afectaba una zona protegida, y lo que estamos haciendo es revocar ese permiso. La revocación la discutí con la presidenta y el gobernador; no fue una decisión unilateral. La pregunta es cuál es el destino que queremos darle a este lugar. Si queremos que sea un nuevo Cancún, bueno, está bien; ¿o no? ¿O preferimos un turismo amigable y sostenible? Eso es lo que queremos, y creo que es posible. Escazú es realmente un gran acuerdo porque permite otra cosa muy importante: realizar consultas previas e informadas, es decir, consultar a la gente. Esto es lo más difícil porque existen intereses encontrados en las propias comunidades. Algunos quieren el camino aquí, otros allá; otros piden un puente. Hay que ir a las comunidades, conversar y ver cómo podemos actuar de manera efectiva.
¿Qué opina de la meta 22 de Kunming-Montreal sobre la protección de ambientalistas y defensores del ambiente?
La meta 22, que menciona la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales, es importantísima. Los pueblos indígenas son nuestra tradición, y las zonas con mayor biodiversidad suelen estar habitadas por ellos. ¿Cómo no vamos a consultarlos si han sido ellos quienes han protegido esta biodiversidad y saben mucho más que nosotros cómo hacerlo? Sin embargo, el diálogo es esencial. Pueblos indígenas, perfecto; la comunidad científica, también, y desde luego, nosotros y las autoridades locales. Conversaba con los chilenos sobre un ejemplo precioso en el desierto de Atacama, donde trabajan en conjunto cuatro universidades, los pueblos, las comunidades y el gobierno. Ese tipo de modelo me gusta mucho para aplicarlo aquí. No sé si podremos replicarlo en todos los lugares, pero estamos creando un programa nacional de restauración ambiental.
¿Qué es lo que busca México en ese asunto?
Lo que quisiéramos como país es que se creara un órgano subsidiario para que ahí se debata la participación de los pueblos indígenas, las comunidades afromexicanas y locales. Necesitan un espacio propio. Porque, si no, a veces nosotros, los gobiernos, no somos suficientes para representarlos como se debe. Queremos hacerlo, pero no siempre es posible. Así que debería existir un órgano subsidiario. Y espero que podamos lograrlo; aquí estamos todos intentando avanzar en esto. Casi todos los países quieren. Los que no lo apoyan, en realidad, son extraregionales y ni siquiera tienen pueblos indígenas.
En su discurso de alto nivel habló de pasar de un modelo extractivo a un distinto paradigma. Desde México, ¿cómo se ve la transición energética y cómo se incluye en las contribuciones NDC?
Estamos migrando de una política extractivista que yo califico como neoliberal. Este extractivismo está asociado con empresas transnacionales que, en muchos casos, han liderado esta actividad. Yo, al menos desde toda mi trayectoria en la Cepal, me he opuesto a ese tipo de extractivismo, sobre todo en el sector minero. Por ejemplo, la misma empresa de otro país extrae el mismo mineral en República Dominicana, Perú, México y Chile, pero paga distintas regalías, cumple con reglas diferentes e incluso ignora normativas ambientales de la jurisdicción de donde proviene. Entonces, cuando me opongo al paradigma extractivista neoliberal, me opongo a esto. Estamos en un momento crítico porque, en muchos casos, la buena minería se encuentra en zonas con alta biodiversidad o abundante agua. Es necesario tomar decisiones estratégicas para definir lo que queremos hacer. Hay algunas zonas que ya están suficientemente impactadas, y su restauración es muy difícil. Pero creo que es posible cambiar este paradigma. Un ejemplo de política extractivista es la deforestación en México, causada en parte por la siembra de palma. Aunque es un recurso renovable, impacta el suelo y su producción está destinada a la exportación, controlada por empresas internacionales. Así que, una vez más, se trata de retomar algo de soberanía, de recuperar la rectoría sobre los recursos naturales. Esa es una política de Claudia Sheinbaum. Esta semana ella anunció dos cosas muy importantes: retomar la condición de empresa pública de la CFE y Pemex, y plantear muy pronto la política energética nacional. Esto se vincula a la pregunta sobre los NDC. Lo hemos conversado con ella y queremos definir metas más ambiciosas. México se comprometió a alcanzar un 35 por ciento de energía renovable, pero creo que podemos ser aún más ambiciosos. Al principio, Claudia mencionó que tal vez podríamos aumentar ese objetivo un 10 por ciento más. Pero luego nos dijo: “Vamos a hacerlo en serio. No se trata de hacer un anuncio que luego no podamos cumplir”. Queremos ver cómo logramos estas metas.
¿Qué otras medidas ha tomado México para mitigar los impactos en el medioambiente?
Primero, México redujo su producción de petróleo de 3 millones de barriles diarios a 1.8 millones. No voy a decir que ya cambiamos a energía renovable, pero ya bajamos la producción. Segundo, estamos transformando el combustóleo en las refinerías a través de coquizadoras, convirtiéndolo en un combustible mucho más limpio, que puede transformarse en gas y alimentar a las termoeléctricas de la CFE, muchas de las cuales hoy utilizan combustóleo. Esto ya ayuda a reducir emisiones. Y la medida más importante, que será la más notable a largo plazo, es la energía renovable. Por ejemplo, la intensificación de la energía solar con el Plan Sonora, que se está reactivando fuertemente y comenzó en el sexenio anterior. También está la eólica, una gran posibilidad en La Ventosa, en la zona de Oaxaca, así como la eólica en offshore, que están planteando los daneses. Lo único que debemos cuidar con la offshore es que las aspas no afecten a las aves migratorias u otros animales que puedan ser perjudicados. Eso se puede manejar monitoreando las rutas, y en esto la Conabio es una fuente de información fundamental.
DAVID ALEJANDRO LÓPEZ BERMÚDEZ
Enviado especial de EL TIEMPO a la COP16
En redes @lopez03david
berdav@eltiempo.com