El yen débil impulsa exportaciones, pero afecta el costo de vida en Japón

TOKIO — Durante décadas en Japón, se aceptó con ojos cerrados: una moneda débil hace que las empresas sean más competitivas y fortalece la economía. Parte de esa promesa se hizo realidad el año pasado: cuando el yen cayó a su nivel más bajo en 37 años frente al dólar, grandes marcas como Toyota Motor reportaron las ganancias más altas en la historia de Japón. Las acciones se dispararon a niveles récord.
Pero para la mayoría de los hogares japoneses, el yen debilitado ha hecho poco más que elevar los costos de los gastos básicos de vida, como los alimentos y la electricidad.
Intentar estimular las exportaciones debilitando una moneda ha sido una herramienta política para los países que buscan crecimiento económico: el Presidente Donald J. Trump ha dicho que quiere un dólar más débil para ayudar a la manufactura estadounidense. Japón muestra lo que puede suceder cuando una moneda depreciada, incluso si ayuda a las exportaciones, aplasta el poder adquisitivo de los consumidores al empeorar la inflación.
“En economía, nos enseñan que todo tiene un beneficio y un costo, y se trata de preguntar qué es mayor”, dijo Richard Katz, economista especializado en Japón. Con el yen cotizando alrededor de 150 por dólar, esta claramente no es una buena política, dijo Katz. “Sería bueno aprender una lección de esto”, afirmó.
La prolongada debilidad del gasto en Japón ha dejado su producto interno bruto real apenas por encima de los niveles prepandémicos.
Se anticipa que los aranceles que Trump ha prometido imponer ampliamente a los socios comerciales estadounidenses, incluyendo Japón, fortalezcan aún más el dólar frente al yen. La creciente insatisfacción con la inflación está ejerciendo presión sobre los legisladores japoneses —que enfrentan elecciones a la cámara alta en julio— para revertir la caída del yen.
En el pasado, Japón acogió con agrado un yen débil porque su economía dependía en gran medida de las exportaciones. Pero en los últimos 20 años, las empresas japonesas han delegado una mayor parte de su producción y ventas a subsidiarias fuera del País
Durante el mismo lapso, Japón se volvió más dependiente de las importaciones, incluyendo el combustible utilizado para producir electricidad. Desde que Japón cerró la mayoría de sus plantas nucleares tras el desastre de Fukushima en el 2011, las importaciones han representado alrededor del 90 por ciento de su suministro total de energía. También gasta más en productos agrícolas importados de lo que produce en el País.
Una moneda más débil puede ayudar a estimular una economía si las empresas usan el dinero de las exportaciones para aumentar la contratación y los salarios, e invierten en su capacidad interna, dijo Katz. “En Japón, no estamos viendo nada de eso filtrarse hacia abajo”, dijo. “Al contrario, los mayores costos de importación sólo presionan a los consumidores”.