¿Por qué el futuro canciller alemán podría ser clave para unir a Europa ante Trump y Putin?

El gran salón de la Casa Konrad Adenauer, en Berlín, sede de la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), estaba colmado de seguidores el domingo en la noche, cuando el líder del partido y futuro canciller de Alemania, Friedrich Merz, de 69 años, apareció en la tarima para celebrar su victoria.
Sonriente y con el puño derecho en alto, el nuevo jefe del Ejecutivo germano evitó las frases triunfalistas y prefirió hablar con franqueza: “Soy consciente de la magnitud de la tarea que nos espera (…). Sé que no será fácil”.
Merz deberá enderezar una economía deprimida que cayó 0,3 % en 2023 y 0,2 % en 2024, y lidiar con la crecida de la extrema derecha de la Alianza por Alemania (AfD), que duplicó su caudal de votos entre 2021 y 2025, al pasar del 10 al 20 %. Además, tiene tareas urgentes en el frente externo, con la guerra de Ucrania en fase crítica por el retiro del apoyo de Estados Unidos a Kiev, que envalentonó a Vladimir Putin y sometió a la Unión Europea a un gran desafío.
Al no conseguir su partido mayoría absoluta en el Parlamento, el nuevo canciller está obligado a negociar rápido una coalición. De entrada, Merz excluyó cualquier acuerdo con AfD, segundo partido más votado y que tuvo 152 bancas.
Friedrich Merz. Foto:Odd ANDERSEN / AFP
Con 208 de las 630 curules del nuevo Bundestag (parlamento federal), CDU busca pactar con los socialdemócratas del SPD (120 curules) una alianza para superar la barrera de 315 y construir mayoría con el modelo bipartidista de la ‘gran coalición’ que los alemanes han conocido en diferentes épocas, entre ellas tres de los cuatro mandatos de la excanciller Angela Merkel (también del CDU), entre 2005 y 2009 y entre 2013 y 2021.
“A pesar de las diferencias, en especial en el manejo económico, entre centro-derechistas y centro-izquierdistas, ambos partidos se identifican hoy en su europeísmo y en su apoyo a Ucrania, y eso debería ayudar”, le dijo a EL TIEMPO una diplomática europea, este lunes, en París.
No hay tiempo para “largas discusiones”, advirtió Merz en su discurso el domingo en la noche, pues “debemos recuperar pronto nuestra capacidad de acción, para hacer lo necesario en el plano interior y volver a estar presentes en Europa”. Tras la confirmación de los resultados, la gran prensa listó los desafíos del nuevo canciller: Der Spiegel se refirió a las “difíciles negociaciones con el SPD”, el Francfurter Allgemeine habló de un “camino sembrado de escollos” y Bild afirmó que a Merz le espera “una tarea titánica”.
El país que resulta de las elecciones del domingo está –como muchos– profundamente polarizado, debido en buena medida al auge de la extrema derecha del partido AfD, de claros tintes neonazis, que impuso en campaña el consabido discurso de culpar de todos los males a la inmigración. Los votantes entre los 18 y los 25 años son los que más han optado por los extremos: una cuarta parte por AfD y otro tanto por La Izquierda, la coalición de comunistas y revolucionarios que también ganó terreno al conseguir 64 escaños.
La invasión de Rusia contra Ucrania cumple este 24 de febrero de 2025 tres años. Foto:Archivo EL TIEMPO / Agencias
En la recta final de la campaña, AfD recibió el inusitado respaldo de dos hombres clave en el entorno del presidente estadounidense Donald Trump: Elon Musk y el vicepresidente J. D. Vance. Es probable que ese respaldo haya sido contraproducente, pues AfD marcaba en las encuestas una curva ascendente e iba camino de lograr 23 o 24 % de los votos, pero su crecimiento registró un freno en los sondeos tras recibir esos apoyos. Las injerencias extranjeras gustan poco a los electores.
La división política tiene un claro alcance geográfico: AfD se impuso en la inmensa mayoría de las circunscripciones de la antigua Alemania comunista, al este, cuya economía está muy golpeada, mientras que CDU ganó con comodidad en el oeste, en lo que fue la República Federal de Alemania (RFA), nombre que engloba a todo el país desde la reunificación a inicios de los 90. Una reunificación que, a la luz de los resultados del domingo, tiene aún tareas pendientes.
Europa espera un líder frente a Trump y Putin
Al frente de la locomotora económica alemana, los sucesivos cancilleres han ejercido un claro liderazgo en Europa. Las cifras negativas del PIB, así como las divisiones internas del gabinete tripartito (SPD, Verdes y Liberales) que encabezaba el saliente canciller social-demócrata, Olaf Scholz, impidieron que pudiera ejercer de timonel del continente, como hizo en su momento la señora Merkel.
En los meses por venir, Merz luchará por recuperar ese papel. Lo tendrá que hacer en una coyuntura particularmente difícil pues no contará con la privilegiada alianza de Berlín con Washington, ahora que Trump ha tomado distancia de Europa, al punto de querer sentarse a negociar la paz en Ucrania a solas con el presidente ruso, Vladimir Putin, sin presencia europea en la mesa ni participación –lo que es aún más exótico– del Gobierno de Ucrania.
Macron y Trump en la Casa Blanca. Foto:EFE
El nuevo canciller es consciente. Como al gobierno de Trump “le resulta en gran medida indiferente el destino de Europa –dijo, sin pelos en la lengua, el domingo en la noche–, mi prioridad absoluta es reforzar a Europa tan pronto como sea posible para que, paso a paso, alcancemos la independencia de Estados Unidos”.
Ante las dudas sobre el futuro de la Otán (la alianza militar que une a EE. UU. con Europa), planteó que quizás llegó la hora de “establecer muy pronto una capacidad de defensa europea autónoma”.
Entre los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión Europea, los principales están en problemas para ejercer el papel de referente al que debe optar Merz.
Tras el retiro del Reino Unido a fines de la década pasada con la aprobación del brexit, los demás países llamados a halar el pesado carro de la UE, como Francia, Italia o incluso España, tienen a sus dirigentes en situación comprometida.
El presidente francés, Emmanuel Macron, perdió las mayorías que tenía en la Asamblea Nacional, y ha debido ceder el manejo del gobierno a un gabinete que ya no sigue sus dictados. La presidente del consejo (primera ministra) de Italia, Giorgia Meloni, está en mejor posición en su país, pero su cercanía con Trump no la hace la más indicada para liderar a Europa en el duro pulso con Washington. Y en cuanto al presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, la debilidad de su coalición que lo hace tan dependiente de los independentistas catalanes y de los nacionalistas vascos impide apostar por él.
Macron felicitó a Merz el domingo en la noche y, según reveló en un mensaje en X, en esa charla quedó claro que están “más que nunca determinados a hacer grandes cosas juntos por Francia y por Alemania, y trabajar para una Europa fuerte y soberana”. Hizo esa declaración con un pie en el avión que lo llevó a Washington, para sostener un encuentro con Trump el lunes, tres días antes de la visita que hará a la Casa Blanca el primer ministro británico, Keir Starmer, preocupado también por las posturas de Trump sobre Europa y Ucrania, que implican la más dramática inversión de las alianzas desde el final de la II Guerra Mundial.
Bundestag, Alemania. Foto:AFP
Un eje y un triángulo
El lunes, durante su largo encuentro con Trump en la Casa Blanca, Macron puso sobre la mesa las diferencias que tiene con la postura de Washington, aunque consiguió que el mandatario estadounidense aceptara, en principio, que de llegarse a dar un cese del fuego en Ucrania, tropas europeas se instalen en ese país para garantizar que Putin no se aproveche de la tregua.
Para ello es clave revivir el eje París-Berlín, que en otros tiempos activaron el general Charles de Gaulle y el canciller alemán Konrad Adenauer, décadas después François Mitterrand y Helmut Kohl, y más recientemente Macron y Merkel. Es el deseo del mandatario francés, contando eso sí con la complicidad de Starmer, con quien Macron mantiene una estrecha relación. No hay que olvidar que el Reino Unido y Francia son las dos potencias nucleares europeas, y ese poderío podría estar al servicio de la disuasión que Europa necesita para mantener a raya a Putin.
Pero Merz desea agregar otro jugador: el primer ministro polaco, Donald Tusk, lo que reviviría el ‘triángulo de Weimar’ que impulsaron Alemania, Francia y Polonia a inicios de los 90 para ayudar a los polacos a salir de la era comunista y recuperar su economía. Polonia no solo se ha convertido en la sexta economía entre los 27 países de la UE, sino que, a raíz de la invasión rusa a Ucrania, es el que más ha fortalecido su aparato militar. Por su posición geográfica en el este de Europa, Polonia es el que abriga mayores temores frente a la agresividad de Putin.
Pero primero, Merz debe formar gobierno. Luego de negarse a incluir en él a la AfD, anunció el lunes que negociará con el SPD sobre seguridad y defensa, inmigración y economía, nada sencillo. A causa de la delicada situación internacional, el futuro canciller necesita un pacto sólido para enfrentar el bloque de los extremistas, tanto la AfD como la izquierda radical, que suman 216 curules, poco más del tercio que les permitiría a esos partidos (que simpatizan con Putin) bloquear grandes iniciativas legislativas, como las que hacen falta para disparar el apoyo militar a Ucrania.
Con su economía deprimida y su tradicional cultura política amenazada por el auge extremista, Alemania vive horas muy difíciles y Merz tiene por delante una lista de misiones casi imposibles de cumplir. Pero, como decía el diplomático francés Jérémie Gallon, experto en Europa, en una columna en el diario parisino Le Monde este martes: sería “un inmenso error subestimar la capacidad de reinvención” de los germanos. Para Gallon, si Merz saca adelante la profunda reforma que necesita la economía, “Alemania se afirmará de nuevo como una gran potencia”, y podrá, como gran referente de Europa, fortalecer al Viejo Continente ahora que tendrá que defenderse de Rusia sin contar con Estados Unidos.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA SÉNIOR
mvargaslina@hotmail / IG: @mvargaslinares